Se ganó el sobrenombre de ‘El papa bueno’ por ser uno de los pioneros en revolucionar la Iglesia católica. Juan XXIII fue querido por susu fieles en los años ochentas tras facilitar el acercamiento de la Iglesia católica con el mundo del siglo XX. Nació con el nombre de Angelo Giuseppe Roncalli, el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, Bérgamo, en el norte de Italia.
Su aportación fundamental a la Iglesia católica fue precisamente la proclamación del Concilio Vaticano II, el 21 de enero de 1959, solo dos meses después del inicio de su pontificado. Con este concilio, que se celebró el 11 de octubre de 1962, instó a todos los obispos del mundo a promover la adaptación de la Iglesia a los nuevos tiempos y a decidir la forma de transmitir el mensaje de Dios con un lenguaje más comprensible para todos.
La reunión tuvo consecuencias en la forma en la que los católicos se relacionaban con la Iglesia, como la adaptación de la liturgia, que posteriormente dio paso a las lenguas vernáculas en lugar del latín. Fue elegido papa el 28 de octubre de 1958 en sustitución de Pío XII y bajo el nombre de Juan XXIII, nombre que tomó por el apóstol Juan.
El pionero de la modernización Se le reconocen durante su pontificado la modernización de la vida en el Vaticano, el rejuvenecimiento del Colegio Cardenalicio y la intensificación de las relaciones diplomáticas del papado con los líderes políticos mundiales. En diversos acercamientos, estableció relación con los mandatarios soviéticos y contribuyó a reducir la tensión entre comunistas y cristianos. Además, creó una Comisión para la Unidad Cristiana con el fin de forjar lazos amistosos con las iglesias protestantes y ortodoxas. Juan XXIII falleció el 3 de junio de 1963 en su residencia en el Vaticano.
Los milagros de el papa Bueno
En 1966, Dios escuchó las plegarias de Sor Adele Labianca, una religiosa Hija de la Caridad, que pidió un milagro por intercesión del Papa Juan XXIII fallecido tres años atrás.
El milagro ocurrió el 25 de mayo de 1966. Sor Caterina Capitani, una religiosa a la que le diagnosticaron una perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda, se encontraba al borde de la muerte. Por ella, Sor Adele había rezado en diversas ocasiones al Papa Juan.
Sor Adele está en Roma para asistir a la canonización de quien ayudó a salvar la vida de su hermana.
Según explicó la religiosa en una conferencia celebrada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Sor Caterina narró que tuvo una visión con el Papa Juan XXIII quien le dijo que la oración de Sor Adele había sido tan fuerte, que le habían sacado el milagro del corazón.
“Sor Caterina me has rezado, y también otras muchas religiosas. Pero especialmente una de ellas –Sor Adele-. Este milagro me lo habéis sacado del corazón. Ahora todo ha pasado y te has curado”, escuchó Sor Caterina.
Sor Caterina solo tenía 23 años cuando ocurrió la sanación milagrosa. El Papa Juan había muerto y era tradición rezar el Rosario en su nombre. Pero las cosas empeoraron, una noche tuvo una fiebre muy alta y fue enviada en ambulancia al hospital. “Estaba llena de dolor y moribunda y llegó a pedir el Sacramento de la Unción de Enfermos. Ahora le tocaba confiar en la providencia divina”.
Sor Adele explica que la situación era muy grave, la consternación era evidente en todos los presentes, “estábamos sin esperanza” y “cuando las fuerzas físicas la habían abandonado, ocurrió el milagro”.
El 22 de mayo de 1966 le colocaron sobre las heridas del estómago unas reliquias del Papa Juan y más tarde, Sor Caterina se levantó sin ningún dolor, era el 25 de mayo de 1966.
Sor Caterina contaba que estaba sola cuando sintió una mano apoyada en el estómago y escuchó una voz. Vio al Papa Juan sentado en su cama, vestido de pontífice sonriente y hablándole. Después se levantó anunciando su sanación. “Nadie creía lo que decía. Pero la herida estaba cerrada”, afirmó Sor Adele.
El 20 de diciembre de 1999 fue declarado venerable y el 3 de septiembre de 2000 fue beatificado, durante el año del Jubileo, por Juan Pablo II. En una decisión similar a la de Francisco, Wojtyla unió en la misma celebración la beatificación de Pío IX, el último papa rey. Entonces, había llevado a Roncalli al primer escalón de los altares la curación milagrosa, ocurrida en 1966, de sor Caterina Capitani, que estuvo a punto de morir por una peritonitis aguda y que, según ella, tras encomendarse a Juan XXIII, consiguió sobrevivir. Posteriormente, el 5 de julio de 2013, el Papa Francisco firmó el decreto que autoriza la santificación de Juan XXIII y el 30 de septiembre anunció que será canonizado junto a Juan Pablo II. En este caso, la canonización de Juan XXIII será un proceso particular, pues Jorge Bergoglio elevará a Juan XXIII a los altares de santo, a pesar de que no se ha certificado un segundo milagro, requisito que hasta ahora era exigido por la Iglesia.
Agencias