16:04 Una suerte de caleidoscopio, mediante el cual se permite desmitificar al autor de “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”, es la antología “Juan Rulfo, otras miradas”, que reúne textos e imágenes sobre el escritor jalisciense nacido el 16 de mayo de 1917.
Coeditado por la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, Juan Pablos editores y la Fundación Juan Rulfo, el libro fue coordinado por Julio Moguer, Víctor Jiménez y Jorge Zepeda, quienes realizaron una amplia investigación que los llevó a crear una obra imprescindible para conocer al autor nacional.
En la publicación destaca la reproducción de medio centenar de portadas, a todo color, de algunas traducciones que se han realizado de la obra de Rulfo alrededor del mundo, además de un amplio diccionario elaborado por el narrador con algunas traducciones del idioma purépecha al español.
Juan Rulfo fue admirado y reconocido por escritores universales; de una personalidad tímida, ensimismada; reacio a las entrevistas, y en las que dio, fue parco en su hablar.
Rulfo, quien sin duda es el escritor mexicano más apreciado en el orbe y cuya obra ha sido traducida a muchos idiomas (aproximadamente 50), vio la primera luz en Apulco, una localidad cercana a San Gabriel, Jalisco, aunque fue registrado en la ciudad de Sayula, por lo que muchas biografías, fechan aquí su nacimiento.
Antes de obtener el reconocimiento mundial por su, escasa, obra literaria, el escritor contemporáneo y paisano de Juan José Arreola -otro grande de la literatura nacional- tuvo que desempeñar varios oficios y trabajos, tales como vendedor en una empresa llantera u oficinista en la Secretaría de Gobernación y en el Instituto Nacional Indigenista (INI).
Bautizado con el nombre completo de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, el autor de “El llano en llamas” y “Pedro Páramo” fue hijo de Juan Nepomuceno Pérez Rulfo y María Vizcaíno Arias, quienes contrajeron nupcias el 31 de enero de 1914.
Su familia, compuesta también por sus hermanos Severiano, el mayor, y Francisco y Eva, se estableció en 1919 en San Gabriel, donde cuatro años después sería asesinado su padre.
Estudiante de primaria en la escuela de las monjas Josefinas, muy pequeño Juan emprendió sus primeras lecturas en la biblioteca que un cura de nombre Irineo Monroy había depositado en la casa de su madre en 1926.
Cuando cumplió 10 años fue enviado por su madre, junto con su hermano Severiano, a un internado de la capital del estado de Jalisco para continuar sus estudios. A finales de ese 1927 falleció su madre.
Después de abandonar el internado, en 1932, el joven Juan Nepomuceno intentó ingresar a la preparatoria de la Universidad de Guadalajara, pero como la institución estaba en huelga, al año siguiente continuó sus estudios en un seminario e hizo un viaje a la capital del país. Para 1936 hizo el intento de estudiar Derecho y de ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). No lo consiguió, aunque acudió a clases como oyente.
Por esas fechas el también autor de las obras llevadas al cine “El gallo de Oro” y “La fórmula secreta”, y quien habría de crear todo un particular estilo de narrar, entró a trabajar a la Secretaría de Gobernación, donde conoció al escritor Efrén Hernández.
A partir de ese momento se sabe de la actividad literaria de Rulfo, que es seguida muy de cerca por Hernández, quien en 1940 llevó a la revista “Romance”, dirigida por Juan Rejano, algunos fragmentos de la novela del jalisciense, “El hijo del desaliento”, que no se publicaron, y de la cual sólo se conoce el fragmento que lleva por título “Un pedazo de noche”.
Luego de realizar algunos viajes por el país, Rulfo regresó en 1941 a Guadalajara, donde se estableció y colaboró, junto con Efrén Hernández, en la revista “América”, de la Ciudad de México.
Esto ocurrió en 1943 y al año siguiente escribió el cuento “La vida no es muy seria en sus cosas”, el cual, se puede decir, marcó el inicio de su producción. Esta narración fue publicada dos años más tarde en la revista mencionada.
También en 1945, en la revista “Pan” de Guadalajara, publicó los cuentos “Nos han dado la tierra” y “Macario”, que en fecha posterior habrían de formar parte del libro “El llano en llamas”.
Al año siguiente regresó a la Ciudad de México para entrar a trabajar en las oficinas de la empresa Goodrich Euskadi, desde donde publicó su cuento “Macario”, de nuevo en “América”.
De acuerdo con una carta que envió a su novia Clara Aparicio, un editor rechazó en 1947 su cuento “Es que somos muy pobres” con el argumento de que es “subido de color”. A su futura esposa también le confesó que intentaba escribir “algo” que se llamaría “Una estrella junto a la luna”, que se convertiría después en la reconocida novela “Pedro Páramo”.
Pese al rechazo del editor, en ese año el cuento es publicado en la revista “América”.
En sus cartas a Clara, Rulfo habla de sus actividades como fotógrafo aficionado, de sus viajes seguidos a los volcanes cercanos a la Ciudad de México y de su intento de trabajar en la industria del cine.
Asimismo, de sus compras de libros y de su asistencia a conciertos sinfónicos, al ballet y al cine.
Un mes antes de cumplir los 31 años, Rulfo se casó con Clara Aparicio y es en ese mismo 1948 cuando se publicó su cuento “La cuesta de las comadres”, del cual semanas antes fueron leídos algunos fragmentos por la radio.
A finales de ese año empezó a viajar por el país como vendedor de la empresa Goodrich Euskadi, lo que según se sabe aprovechó para sacar algunas placas fotográficas, actividad en la cual también tuvo una gran sensibilidad el inmortal escritor mexicano.
De esta actividad fue también la citada revista la que publicó sus primeras imágenes, en 1949. Al año siguiente se comentó que Rulfo preparaba un artículo, con fotografías suyas, sobre el Castillo de Teayo, en la zona arqueológica veracruzana.
El trabajo fotográfico de Rulfo, a diferencia de su obra literaria publicada, fue amplio y de ello es muestra la guía “Caminos de México”, que fue ilustrada con placas suyas. En fechas posteriores aparecieron trabajos semejantes de su autoría.
Pero el autor tapatío siguió con su pasión, la literatura, y en los años siguientes continuó con la publicación de sus trabajos: lis cuentos “Talpa”, “El llano en llamas” (1950) y “Diles que no me maten” (1951).
De 1952 a 1953 cubrió su primer periodo como becario del Centro Mexicano de Escritores y del 53 al 54 el segundo. Su primera obra publicada en forma de libro fue en el Fondo de Cultura Económica (FCE), casa editorial bajo la cual en 1953 apareció “El llano en llamas”, con 15 cuentos.
El volúmen fue incrementado en su edición de 1970 con los cuentos “La herencia de Matilde Arcángel” y “El día del derrumbe”, aparecidos en revistas en 1955, el primero con algunos cambios respecto a su primera aparición.
A mediados de 1954, Rulfo entregó al Centro Mexicano de Escritores una copia mecanográfica, con unas pocas correcciones a mano, de la novela que en ese momento llevaba el título de “Los murmullos”, y que en entrega posterior al FCE cambiaría por el de “Pedro Páramo”.
Pasajes de este su trabajo de más largo aliento habrían de aparecer ese mismo año en las revistas “Letras patrias”, “Revista de la Universidad” y “Dintel”, y no fue sino hasta 1955 cuando fue publicada íntegra por el FCE.
Un par de años después, Rulfo recibió el Premio Xavier Villaurrutia -en su primera edición- por este libro, que a partir de entonces fue traducido a diferentes idiomas, siendo el primero el alemán.
Para 1959, mientras trabajaba en la Comisión del Papaloapan, realizó junto a Antonio Reynoso el cortometraje “El despojo”, filmado en el estado de Hidalgo.
Al año siguiente se trasladó con su familia a Guadalajara, donde trabajó en una empresa de televisión y preparó un libro sobre la conquista de Jalisco, pero en 1962 regresó a la Ciudad de México, donde comenzó a trabajar en el Instituto Nacional Indigenista (INI).
En 1964 fue estrenada la película “El gallo de oro”, dirigida por Roberto Gavaldón, basada en una historia escrita por Rulfo, y también fue filmada “La fórmula secreta”, dirigida por Rubén Gómez con un texto del mismo autor.
El primer reconocimiento nacional de su labor lo obtuvo en 1970, cuando recibió el Premio Nacional de Literatura, y una década después fue sujeto de un Homenaje Nacional en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, de la Ciudad de México.
Como parte de ésta, en el mismo inmueble fue inaugurada una exposición con su obra fotográfica y presentado el libro-catálogo de la misma. De igual forma, fue publicado “El gallo de oro”.
Rulfo falleció el 7 de enero de 1986, no sin antes ser publicado su libro de fotografías “Inframundo” (1981) y recibir en 1983 el Premio Príncipe de Asturias.
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