La participación de las mujeres le imprime a la política un aire vivificador, moderno y equitativo. En México hemos tenido cuatro candidatas a la Presidencia de la República, seis gobernadoras, y un número elevado y creciente de secretarias y subsecretarias, senadoras, diputadas federales y locales, presidentas municipales e integrantes de cabildos.
En la historia, las mujeres han jugado un papel central, como Doña Josefa Ortiz de Domínguez o Carmen Serdán, lo mismo que las heroínas anónimas que tomaron las armas en defensa del país contra los ejércitos de potencias invasoras o las que hicieron la Revolución.
La primera mujer que presentó su candidatura a un cargo de elección popular fue Hermelinda Galindo, que en 1917 compitió para diputada por el V distrito de la capital de la República.
Doña Rosario Ibarra de Piedra, figura emblemática de los movimientos sociales en el país fue la primera candidata presidencial. El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) presentó su candidatura en dos ocasiones: 1982 y 1988.
En 1994, Cecilia Soto fue candidata del Partido del Trabajo (PT) a la Presidencia y el Partido Popular Socialista (PPS) postuló para a Marcela Lombardo, hija del líder obrero Vicente Lombardo Toledano y promotora del estudio y la defensa de los derechos de los trabajadores.
Patricia Mercado, defensora de las mujeres afectadas por los terremotos de 1985, en particular de las organizaciones Mujeres Trabajadoras Unidas, A.C., y Mujeres en Acción Sindical (MAS) fue candidata a la Presidencia por Alternativa Socialdemócrata y Campesina en 2006.
Colima fue el primer estado gobernado por una mujer de 1979 a 1985, la poeta y profesora Griselda Álvarez. En 1987, Beatriz Paredes es electa gobernadora de Tlaxcala, en el decenio de 1990, Dulce María Sauri ocupa el mismo cargo en Yucatán y en 1999, Rosario Robles es Jefa de Gobierno del Distrito Federal. En este siglo ha habido dos gobernadoras: Amalia García en Zacatecas e Ivonne Ortega en Yucatán.
Michelle Bachelet, que en la dictadura de Pinochet estuvo la clandestinidad, fue prisionera y exiliada, llegó a la presidenta de Chile en 2006 y terminó su gestión con un nivel de aprobación del 84%, cifra superior a la de cualquiera de sus antecesores. Cristina Fernández de Kirchner, política contestataria desde su juventud, fue reelecta presidenta de Argentina en la primera vuelta, con más del 54% de los votos. Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, luchó contra la dictadura militar que asaltó el poder en 1964; fue encarcelada y torturada y es digna sucesora del ex presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva.
La primera mujer que gobernó un país fue Sirimavo Bandaranaike, líder del Freedom Party durante cuatro decenios y primera ministra de Sri Lanka en tres ocasiones entre 1960 y 2000. Después de una larga carrera como activista del sionismo y defensora de los refugiados durante el difícil proceso de construcción del Estado de Israel, Golda Meier (Meyerson) fue primera ministra entre 1969 y 1974.
Luchadora por la independencia de la India, Indira Gandhi fue primera ministra entre 1966 y 1977, y su gobierno fue precursor de la modernización de ese enorme y complejo país. En Pakistán, uno de los Estados musulmanes más tradicionalistas, Benazir Bhutto fue líder del Partido Popular y dos veces primera ministra.
Margaret Tatcher, primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990, será recordada por haber sido, junto con el Papa Juan Pablo II y el presidente Ronald Reagan, artífice de la derrota del bloque socialista europeo y del predominio de un modelo político y económico que hoy parece estar llegando a su fin.
En los días que corren, la mujer más poderosa de la Tierra es la canciller alemana Ángela Merkel. Además de su importancia histórica, económica y política, Alemania es el país hegemónico de la Unión Europea y la señora Merkel ha tenido un papel decisivo en el período más turbulento de la historia de la UE.
Josefina Vázquez Mota es autora del libro “Dios mío, hazme viuda por favor”, fue diputada, secretaria de Desarrollo Social y de Educación Pública. A diferencia de mujeres como las mencionadas, no arriba a la política a partir de la lucha de base, sino de su experiencia en cursos de autoayuda de una empresa productora de pinturas.
Su lucha por la candidatura y unos cuantos días de campaña la tienen exhausta. Su aspecto es el de una persona enferma o al menos muy cansada. Hasta en el espot en que dice que usa falda pero tiene muchos pantalones, su voz se escucha apagada, como si estuviera leyendo el guión de un personaje que no es el suyo. Esgrime su condición de mujer y desea gobernar a México con los mismos principios y métodos con que ha educado a sus hijas.
Pero quizá más desgastado esté su partido, el PAN, que a falta de banderas y abanderados, postula a esta buena mujer a la Presidencia de la República y a la Jefatura de Gobierno del D. F. a doña Isabel Miranda de Wallace, cuyo principal mérito en la vida pública fue contribuir a la captura de los secuestradores y asesinos de su hijo.