José Emilio Pacheco: la dignidad de la palabra

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27-joseemilioMuchos lo señalaron como un personaje central de la literatura mexicana del último medio siglo. Él, modesto como siempre, solía decir que era muy torpe para muchas cosas, “pero tenía que haber, por economía del mundo, algo para lo que sirviera: si les trato de dibujar un plano de mi casa se ríen de mí, pero escribir sí puedo.

“Comencé a leer antes de saber escribir: mis abuelos me leían cuentos y novelas, y a mí me gustaba tanto eso que deseaba seguir viviendo dentro de esa historia”.

Una historia que ayer llegó a su fin: a unos meses de llegar a los 75 años, José Emilio Pacheco Berny (30 de junio de 1939-2014), falleció la tarde de ayer, alrededor de las 18:20 horas, víctima de una paro cardiorrespiratorio, tras una caída en su casa de la Condesa, que lo llevó al Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, donde estuvo internado los últimos dos días.

El estado de salud de José Emilio Pacheco se había mantenido estable durante las últimas 36 horas, según dio a conocer en distintos reportes a lo largo del domingo la hija del narrador y poeta, Laura Emilia Pacheco.

“Conociéndolo estoy segura que les diría que lo perdonaran por echarles a perder el domingo. No hay ninguna evolución, sigue estable. Él está tranquilo, está sedado y seguimos a la espera, no hay más que les pueda comentar”, fueron las palabras recurrentes de la también escritora.

El Premio Cervantes en 2009 fue internado la mañana del sábado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, donde Laura Emilia Pacheco reconoció que se encontraba delicado, con un pronóstico reservado, “vamos a ver qué pasa. Ya no está en terapia intensiva, se encuentra en un cuarto”, señaló en un informe presentado alrededor de las 16:30 horas, a la entrada del lugar.

Más tarde volvió a salir Laura Emilia con la fatal noticia “con enorme pesar tengo que decirles que mi padre falleció hace unos 20 minutos. Se fue muy tranquilo, se fue en paz, murió en la raya como él hubiera querido, el viernes terminó de escribir su Inventario, que hizo para un amigo querido que era Juan Gelman. Hizo lo que hacía todas las noches, se acostó a dormir y ya no despertó”.

En su segundo día en el nosocomio, los familiares de José Emilio Pacheco recibieron la visita del artista plástico Vicente Rojo y Bárbara Jacobs, además de Stassia de la Garza, coordinadora nacional de Literatura del INBA.

A lo largo del día, Laura Emilia, Cecilia y Cristina Pacheco —las dos primeras hijas de la pareja— estuvieron acompañadas por Marcelo Uribe, director de Ediciones Era; Elena Enríquez, editora del mismo sello; la poeta Coral Bracho, además del escritor y periodista Fernando García Ramírez.

“LA MARAVILLA DE LA EXISTENCIA ES QUE PASA”

No le gustaba ofrecer entrevistas, bajo el pretexto de que lo suyo era escribir, armar un discurso que le permitiera decir palabras que no fueran dispersas, pero difícilmente se negaba a ofrecer algunas palabras, sin importar cuán cansado estuviera; mucho menos rechazaba estar con los suyos, con sus lectores, que solían apapacharlo, muchas veces arroparlo como si fuera una estrella de rock.

Y cómo no, si hasta una de sus obras, Las batallas en el desierto, tuvo una versión musical con Café Tacuba, lo que hizo que una obra de por sí muy leída entre los jóvenes, llegara a muchas más personas; o que su poema Alta traición también se encuentre entre las más populares: “No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / —y tres o cuatro ríos”.

Alguna vez, se refirió a la muerte, a la que no le tenía miedo: “No quisiera que se acabara la vida, pero tampoco que fuera eterna, me parece que todo debe renovarse constantemente. La maravilla de la existencia es que pasa. Es valiosa porque es efímera y es efímera porque es valiosa, ése es el sentido de la vida”.

Su cuerpo será velado a partir del mediodía en El Colegio Nacional, institución de la que fue miembro, cuyas puertas estarán abiertas a todos sus lectores.

Caverna

Es verdad que los muertos tampoco duran

Ni siquiera la muerte permanece

Todo vuelve a ser polvo

Pero la cueva preservó su entierro

Aquí están alineados

cada uno con su ofrenda

los huesos dueños de una historia secreta

Aquí sabemos a qué sabe la muerte

Aquí sabemos lo que sabe la muerte

La piedra le dio vida a esta muerte

La piedra se hizo lava de muerte

Todo está muerto

En esta cueva ni siquiera vive la muerte

Agencias