Como un héroe y un ejemplo a seguir es la forma en que Carla describe a su papá Israel Carlos Cruz Rodríguez. Hace nueve años que ella quedó bajo su cuidado y empezaron a conocerse, a crecer juntos y construir los valores que distinguen a su familia de todas las demás.
Israel Cruz, además de ser papá de Carla, trabaja en la Dirección de Recursos Humanos de la Secretaría Administración. Su rutina es distinta a la de la mayoría de sus compañeros, desde las 6:00 de la mañana comienza a preparar el uniforme de Charly –como la llama de cariño- alista el desayuno y la peina para llevarla a la escuela a las 8:00 en punto, justo a tiempo para ir a trabajar.
Tras su fortaleza física se encuentra la sensibilidad de un padre que se esfuerza por cumplir con gran responsabilidad ambos roles familiares. Una vez que Carla comenzó a vivir con él a los dos años de edad, Israel fue adaptando las horas del día entre sus funciones como servidor público y la atención a su hija.
“Tenerla completamente a mi cargo es una enseñanza, una fortuna que quiero aprovechar, por eso me enfoco en cada etapa de ella y año con año voy aprendiendo algo nuevo”, confesó.
Durante la jornada laboral, Israel atiende con la mejor actitud sus funciones en el área de Selección y Contratación de la Dirección de Recursos Humanos. Una vez concluido su horario, regresa a casa para encontrarse con su hija, comer, platicar y enseguida buscar el primer banco o silla que encuentra para hacer juntos la tarea que le dejaron sus docentes. “Tengo mi tiempo ocupado para ella”, afirmó sonriente.
Aunque reconoce que su mayor temor es equivocarse en la enseñanza que le ha impartido; Israel asegura que la valentía de Carla y su carácter le transmiten seguridad, confianza y lo motivan a ser siempre mejor persona y padre.
“Su sonrisa, mata cualquier regaño, escucharla decir ¡te quiero papá!, de inmediato trasforma mi cara en alegría, hasta he tenido que cambiar mi lado estricto por sentimental con ella, para entender sus emociones, deseos y necesidades”, manifestó con emoción.
A sus 11 años de edad, Carla tiene muy claro lo que la hace sentirse feliz. Su pasatiempo favorito es jugar con su papá, pasear en moto y descubrir cosas nuevas. Reconoce que todo lo que ha aprendido se lo ha enseñado él, “ser una persona respetuosa, cumplir con mis responsabilidades y aprovechar las oportunidades con humildad”.
“Para mí es un héroe, es mi ejemplo a seguir. Sé lo que vale el esfuerzo que realiza por mí, por eso escucho siempre sus consejos y nunca lo voy a decepcionar”, asegura emocionada ante la mirada orgullosa de su padre.
En unas semanas, Carla concluirá el sexto grado de primaria y por eso Israel se prepara para estar presente en su clausura y verla recibir su certificado. Se trata de un logro más que alcanzan juntos, sin embargo, para ambos el camino y la cosecha de triunfos sigue siendo larga.
“En unos 10 años veo a Charly estudiando su carrera en el extranjero. Tal vez parezca demasiado pero creo que ella está hecha para algo extraordinario, confío en sus sueños y estoy decidido a impulsarlos siempre con todas mis fuerzas”, expresó.