Resulta muy inquietante que a nuestras Fuerzas Armadas se les haya vulnerado al exponerlas a ocupar responsabilidades civiles y que, ahora, se les vulnere en su propia seguridad cibernética. Que de pronto se sepa que un grupo internacional –posiblemente de origen Salvadoreño– haya penetrado en la información resguardada por la Institución militar.
Se supo el jueves 29 de septiembre que “Guacamaya” o “Guacamaya roja” se hizo de información por la cual se conoce hoy el estado de salud del presidente de México –lo que se consideraba como información clasificada–, así como documentos que informan sobre lo que ocurrió en Culiacán el 17 de octubre de 2019 por parte de la organización criminal Cártel de Sinaloa contra las fuerzas de seguridad del Ejército mexicano y la liberación extra-ordinaria de Ovidio Guzmán… Y más.
Lo ocurrido fue un duro golpe a la institución militar como también al presidente de México del que se expuso lo que ha sobrevenido en su salud durante esta gestión y que tiene que ver con afectaciones cardiacas, tiroides, gota… Información que había sido oculta pero que, en control de daños, el presidente aceptó como cierta.
Esto es: el viernes 30 en su Mañanera, el presidente –en un control de crisis inmediato- aceptó que la información dada a conocer por “Guacamaya” a través del periodista Carlos Loret de Mola, es cierta. Sí, pero:
Resulta que en esa Mañanera hubo desviación de lo esencial en todo esto: el problema más grave no es que se oculte estado de salud presidencial y luego se diga que es de conocimiento público, sino –sobre todo– que se vulneró la seguridad de nuestra institución de seguridad.
Quién lo iba a decir: A nuestro glorioso Ejército mexicano, orgullo de nuestras instituciones, de nuestra fortaleza, de nuestra defensa soberana y nuestra garantía de paz nacional se le ha puesto en riesgo desde que le han asignado tareas ajenas a su sentido fundacional y en la medida en que se le entiende ahora más como un brazo político que de defensa nacional.
Por muchos años ha sido la institución ejemplo de disciplina, respeto, autoridad y tranquilidad nacional porque sabemos que contamos con los integrantes de estas fuerzas armadas para vivir en paz, para defendernos de cualquier amenaza externa y para seguir siendo México. Sí, pero…
Resulta que cada vez más, durante este sexenio, se le ha puesto en la mira de la observación crítica toda vez que ha accedido a participar en distintas responsabilidades para las que no fue constituido. Ni su estructura profesional; ni su capacidad estratégica; ni su sentido militar de defensa nacional.
Y por lo mismo se le ha puesto en la mira de intereses distintos que quieren saber qué está pasando en el país a través de una de las instituciones más involucradas en el hecho político hoy.
El presidente, que había dicho que una vez que fuera electo para esta responsabilidad, una de las primeras cosas que haría, sería el regreso de los militares a sus cuarteles y no actuando como policías, en las calles, en persecución de delincuentes en todo el país, lo que, según su criterio entonces, no es de su incumbencia, aunque en fecha reciente él mismo dijo que había cambiado de opinión al respecto.
Es notable cómo cada día las Fuerzas Armadas adquieren mayor presencia y penetración en la vida común de los mexicanos; ya como integrantes del cuerpo de seguridad pública y como responsables de la seguridad pública de todo el país al pronto asumir, el Ejército, la coordinación y mando de la Guardia Nacional, pero también como constructor, guardián, administrador de bienes y de aeropuertos y de todo aquello que se considere vulnerable para el actual régimen.
El presidente por sí mismo y bajo las instituciones políticas-civiles existentes se siente vulnerable y requiere del apoyo militar. Los halaga, los abraza, los reconoce, les defiende de las críticas, los estimula y les extiende mando aun después de que concluya su gobierno en 2024.
Pero también está claro que el Jefe Supremo de las fuerzas armadas en México está en Palacio Nacional, y una de las características básicas de toda entidad militar es la disciplina.
Las Fuerzas Armadas en México siguen siendo apreciadas y valoradas y necesarias para la seguridad nacional de México. Sus integrantes son mexicanos, queridos, igual que todos los que nacimos aquí y, por lo mismo, su sentido de lealtad es y será siempre hacia México y los mexicanos, sobre todo.
Les valoramos, pero también sabemos cuáles son sus responsabilidades constitucionales y su tarea fundamental para la preservación de la nacionalidad mexicana.
Por supuesto todo esto merece una explicación, como ya la ha solicitado el Instituto Nacional de Acceso a la Información, pero sobre todo merece que reflexionemos con cuidado y en democracia si nuestras fuerzas armadas deben ser vulneradas en sus actividades esenciales y si las tareas extra militares no los someten a vulnerabilidades externas que atentan en contra de nuestra soberanía.
Porque eso fue lo que pudo ocurrir con esa infiltración internacional en asuntos mexicanos: se ha puesto en riesgo a la soberanía nacional.