En el universo existen eras, en la naturaleza ciclos, en la vida nacimiento y muerte y en todo existen periodos, etapas, fases, de la misma forma que en sociedad y política, donde se miden los periodos por trienios o sexenios, teniendo cada uno de estos interregnos su principio, medio y final, de tal forma que la primera mitad es tiempo de iniciar, sumar o consolidar, porque la segunda mitad es de restar y comenzar la cuenta regresiva rumbo al final, tal como ha iniciado el principio del fin del actual sexenio presidencial, en el que si cronológicamente faltan tres años, en realidad faltan dos porque cuando los mandatarios ya se van, pierden su poder, se alejan incondicionales y acaban alabanzas y prerrogativas, sabiéndose que en meses perderán todo el poder para convertirse en ciudadanos comunes aunque millonarios.
En funciones como presidentes, comandantes supremos, omnímodos, omniscientes, todopoderosos, caudillos, guías morales o lo que dicen ser, en los primeros tres años son populares en su desempeño, funcionando bien ante la perspectiva del tiempo, no obstante, cuando se llega a la mitad e inicia la cuenta regresiva, lo que más vale es el tiempo, porque la infraestructura, promesas de cambio, reivindicaciones sociales, logros económicos o garantías de seguridad, salud, educación y bienestar que no se comiencen a percibir, no se harán, no podrán cumplirse, porque una cosa son los planes y otra distinta, la realidad, debido a múltiples imponderables, variables o contingencias, de tal forma que luego de tres años de este gobierno, más allá de sus propios datos y fe que tienen sus seguidores, lo cierto es que la inseguridad y violencia siguen igual que antes, los feminicidios peor, la falta de medicamentos en aumento, precios de gasolinas y gas cada vez más caros, al tiempo de un incremento en la inflación que devalúa el aumento al salario mínimo, de tal forma que lo que no se hizo y termino en tres años, será muy difícil o imposible concluir en los próximo dos o tres en cuenta regresiva, con excepciones de algunas obras que si se podrán terminar, pero no el los aspectos sociales y oficiales respecto de la corrupción, porque esta forma parte de la idiosincrasia de la mayoría de mexicanos, quienes ante enfadosos tramites burocráticos, indolencia de ministerios públicos, bajos salarios de policías y en general de la mayoría de funcionarios y la población, un alto porcentaje busca agilizar con sobornos, componendas, cohechos o pagos ilegales, lo que por ley debería ser expedito y accesible, así que una vez iniciada la cuenta regresiva, lo más probable es que al final México siga como antes, o peor por la desilusión derivada y, eso sin contar los más de medio millón de muertos por covid, de los que se podrían haber salvado la mitad por lo menos con políticas publicas bien organizadas y no basadas en ocurrencias e intenciones electorales. 3…2…1…0.