A menos de ocho días de la fecha límite para que el Congreso de Estados Unidos aumente el techo del endeudamiento, existe una sensación de pavor de que la mayor economía del mundo caiga en incumplimiento de pagos, asegura Walter Molano, economista en jefe de BCP Securities.
Los riesgos son demasiados como para no subir el límite de la deuda, porque el incumplimiento pudiera arrojar al mercado financiero mundial al desorden, advierte Robert Johnson, director ejecutivo de Chartered Financial Analyst (CFA), institución que acredita a analistas financieros.
Aunque le asigna una muy baja probabilidad de que ocurra, el efecto sobre los mercados financieros globales sería catastrófico. “Los mercados emergentes serían afectados, el mercado en EU mostraría bajas como el día de la caída de Lehman Brothers, y sería algo malo para todos los mercados en general, incluidos los emergentes”, recalcó.
Ambos economistas destacan que la indefinición que vive actualmente el Congreso estadounidense es definitivamente un problema político, y que el agotamiento de la capacidad de endeudarse, prevista para el 2 de agosto, será un tema del que buscarán sacar provecho los partidos Demócrata y Republicano en las próximas elecciones.
“Algo que la mayoría de la gente no comprende, es que hay mucho más que un desacuerdo entre la importancia de los ingresos y gastos. Las elecciones presidenciales del próximo año son uno de los temas clave. Después de sufrir una resonante derrota en 2008, los republicanos tienen una muy buena oportunidad para recuperar la Casa Blanca en 2012”, menciona Molano.
“Lo que es un tema económico es el endeudamiento, el desbalance fiscal a largo plazo; el resto es estrictamente político. Tanto los republicanos como los demócratas están esperando para las elecciones de 2012”, coincide Johnson.
No tiene dudas que se alcanzará un acuerdo, pero ahora “lo que está en juego es quién tendrá el crédito y quién se beneficiará de esto políticamente. Los dos partidos están lucrando con esta situación y cómo el futuro les va a jugar a la hora de ganar rédito político”, añade.
Lo que le da la pauta de que finalmente se llegará a un acuerdo el próximo 2 de agosto son los mercados financieros, y cree que hay oportunidad de que esto se solucione. “De no ser así, el principal testigo a mirar será el mercado financiero, donde el Dow Jones bajaría por encima de 1,000 puntos”, agrega el jefe ejecutivo de CFA Institute.
En realidad el concepto del límite en la deuda es absolutamente artificial y lo único que hace es generar incertidumbre y una sensación de tremendo malestar. “En realidad, nada hace pensar que hay necesidad de establecer un límite; esto ni siquiera promueve ninguna responsabilidad en lo fiscal, es una crisis que fue autogenerada por este concepto artificial”, indica.
Para el directivo de este Instituto, ambos partidos deben alcanzar un acuerdo para solucionar en muy corto tiempo y de manera seria el tema fiscal. “Deben trabajar conjuntamente, con un horizonte de más largo plazo, y actuar conjuntamente solucionando este tema con la mayor responsabilidad”.
Para Molano, fallar en llegar a un acuerdo el 2 de agosto, y un posible retraso en el pago de las obligaciones del Gobierno estadounidense, puede constituir un incumplimiento técnico, pero este no llevará a ninguna forma de restructuración en el sentido clásico.
Nadie formará un Comité de Acreedores para determinar la capacidad de pago de EU o impondrá ninguna forma de recorte. “Esto es principalmente una charada política, donde los actores tienen un incentivo para lograr el máximo nivel de drama para optimizar sus recompensas”, dice.
Hay una discusión pendiente sobre un acuerdo, pero existe una confrontación de resultados imprevisibles entre ambos lados y el problema es que cada uno tiene argumentos válidos. Los republicanos dicen que la única manera de estabilizar la desorganización fiscal del país es reduciendo gastos. Ellos atribuyen el déficit galopante al ritmo desenfrenado de gastos del Gobierno y al rescate de Wall Street.
La administración Obama, junto con los demócratas, hacen énfasis en que la única solución para la crisis fiscal es un incremento en impuestos. Ellos creen que los problemas del país son el resultado directo del magnánimo recorte de impuestos aplicado por la administración de George W. Bush. Y ambos lados están en lo correcto, destaca.
“Una entrevista reciente con el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, confirmó lo que ya sabíamos: una revisión de los datos mostró que el estímulo fiscal fue por nada. Nada del sueño político se convirtió en realidad, no hace nada para poner una economía en un rumbo sustentable”, puntualiza Molano.
En primer lugar no se elimina ninguno de los excesos o mala administración. Más aún, las familias todavía tienen que reducir deuda y recortar gastos en anticipación de impuestos más altos. De igual manera, las iniciativas de la administración Bush para el abasto no hicieron más que exacerbar la disparidad en la distribución de la riqueza de la nación.
La drástica reducción en impuestos, junto con el inicio de la aventura militar de 3.7 billones de dólares en el Medio Oriente, fue una receta para el desastre. “Desdichadamente, los dos lados son inflexibles en sus posiciones y se rehúsan a cambiar de opinión. Por tanto, el incumplimiento está en el aire”, advierte Molano.