* La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del INEGI muestra que AMLO sólo combate la corrupción en sus discursos, en los hechos, por segundo año consecutivo aumentó la corrupción en la 4T.
* Al fin consumado animal político, AMLO olió la sangre de la piedra de los sacrificios desde el inicio de su gobierno y se ha dedicado a desmantelar las instituciones para no tener contrapesos y concentrar el poder.
(A nuestro compañero y amigo periodista del Istmo de Tehuantepec, Manuel Cano López, quien perdió la batalla ante el enemigo silencioso del COVID-19. Un abrazo fraterno y solidario a sus familiares y amigos. Un colega más caído en cumplimiento del deber de informar y formar opinión ¡Descanse en paz!)
Sin duda, estamos viviendo tiempos apocalípticos por caóticos. La pandemia global del nuevo coronavirus SARS-CoV2-COVID-19 es solo el principio del fin. En realidad, se trata de una crisis humanitaria de dimensión planetaria.
Después de miles de años de insistir en destruir a la madre Tierra, ésta finalmente ha reaccionado. La naturaleza ha transformado sus gritos de dolor en devastadoras consecuencias. Los contagiados y muertos suman millones.
Es el hombre postmoderno en sí mismo y sus instituciones el que está en crisis, empezando por la familia. Afectada la célula básica de la sociedad es, lógico y natural, que tengamos Estados-nación y sus gobiernos fallidos.
Veamos, si no es así. El gran poder corruptor prohijado, sobre todo, por el poder político y económico han podrido prácticamente todas las actividades humanas, salvo cada vez menos casos de verdaderas honrosas excepciones.
Durante cientos de años se consideró a la democracia como forma de gobierno la panacea que resolvería todos los problemas. Aceptando sus vicios y excesos, el inglés Churchill llegó a decir que era el menos peor de los gobiernos.
En una genial maniobra perversa, los imperios económicos impusieron en el mundo una visión reduccionista de la democracia. La constriñeron a la simple representatividad de todos los ciudadanos en un puñado de congresistas.
Al principio, se buscó cuidar escrupulosamente que, a través del voto universal, directo y secreto, fueran electos los mejores hombres y mujeres, íntegros, es decir, honestos intelectual y materialmente, con vocación de servicio.
No obstante estos esfuerzos titánicos, pronto la democracia representativa se desgastó y entró en un proceso, lento, pero inexorable, de creciente descomposición, ante la desaseada imposición de los peores candidatos.
Surgió así la imperiosa necesidad de buscar perfeccionar la simple democracia representativa y arribar a la democracia participativa, a través de la permanente y activa participación ciudadana en la llamada cosa pública.
Sin embargo, el mayor obstáculo que encuentra a su paso la participación ciudadana como instrumento del perfeccionamiento de la democracia, son los intereses y compromisos de las mafias cupulares de la partidocracia.
Como consecuencia natural, ello ha traído consigo el creciente desencanto y desinterés en la democracia real, no simulada. El mayor riesgo que enfrentamos, ahora, es el resurgimiento de tentaciones radicales y autoritarias.
Desde el ámbito comercial resurge una nueva versión de la guerra fría, ahora, entre China y Estados Unidos, y la reaparición de movimientos nacionalpopulistas socialistas en diversos países de América Latina, incluido México.
El ejemplo más claro y concreto de este riesgo es el triunfo de Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ante el hartazgo popular de la mafia del PRIAN.
A pesar de su aplastante triunfo, han bastado, no obstante, solamente dos escasos años para ver diluirse como agua que se escapa entre las manos el amplio bono democrático y demográfico que llevaron al poder a AMLO.
En forma por demás cruel e irónica, su principal bandera y estrategia de campaña político-electoral, la lucha y combate contra la corrupción, se ha revertido contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena.
La escandalosa corrupción que caracterizó a la mafia del poder del PRIAN, ha sido trasladada por los ex priistas y ex panistas al gobierno de la 4T, y sepultan las aspiraciones de mantener en el poder a Morena, en 2021 y 2024.
La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del INEGI muestra que AMLO sólo combate la corrupción en sus discursos, en los hechos, por segundo año consecutivo aumentó la corrupción en la 4T.
Al fin consumado animal político, AMLO olió la sangre de la piedra de los sacrificios desde el inicio de su gobierno y se ha dedicado a desmantelar las instituciones nacionales para no tener contrapesos y concentrar el poder.
La estrategia maniquea de privilegiar la polarización entre pueblo bueno y sabio, y conservadores, fifís y neoliberales, ha dividido y enfrentado a todos contra todos, con el grave riesgo de caminar hacia una revolución.
¡Cómo olvidar el saqueo del dinero del pueblo y la complicidad de Manuel Bartlett Díaz con los grandes capos del narcotráfico. El ex secretario de Gobernación, hoy director de CFE, recibió millones de dólares de dinero sucio!
Nada ha cambiado para Bartlett Díaz en el gobierno de la Cuarta Transformación, convertida por la innegable corrupción en Cuarta Degeneración y/o Decepción, sigue tan campante haciendo de las suyas impunemente.
La pudrición de las instituciones nacionales por la corrupción del PRIAN, se agrava de manera cada vez más burda en el gobierno de la Cuarta Transformación por el “austericidio” en materia de salud, económica y laboral.
alfredo_daguilar@hotmail.com
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@efektoaguila