Hoy en el Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca refrendamos la vocación académica del Poder Judicial.
Con el liderazgo del Magistrado Presidente Eduardo Pinacho y la diligente dirección del Maestro Héctor Vásquez Quevedo, nuestra escuela judicial está cumpliendo años.
Y es que el adecuado funcionamiento del sistema de impartición de justicia pasa por la formación y actualización constante no sólo de juezas, jueces, magistradas y magistrados.
Los litigantes, los defensores públicos, los ministerios públicos y los futuros abogados garantizan, si están bien preparados, la buena salud del sistema y son pieza clave de la gobernanza y la paz social.
Couture dijo ya hace mucho tiempo algo que a fuerza de repetirse parece una obviedad: que el derecho se transforma constantemente y que si no seguimos sus pasos seremos cada día un poco menos abogados.
Uno no se forma como abogado en la universidad. La verdadera formación comienza cuando salimos de ella.
En las Facultades se nos dan sólo las bases, la hebra que debemos jalar para encontrar el camino de la necesaria especialización.
Las competencias en materia jurídica y jurisdiccional son cada vez más específicas y la tarea de aplicar el derecho a los casos concretos de la vida diaria, ya sea como defensores, representantes sociales o juzgadores plantea constantemente problemas que se resuelven estudiando e intercambiando opiniones.
Por eso es sumamente relevante el discreto papel que hoy juega nuestra escuela judicial como semillero de abogados en constante formación y como centro de gravedad de la vida académica de nuestro Poder Judicial.
Es el Poder Judicial, junto con las universidades, la punta de lanza para que el estado de derecho no sea sólo instrumento del discurso político, sino una realidad actuante.
Algunos magistradas y magistrados y el propio director de la escuela, con la apertura y buena disposición de nuestro Presidente, nos hemos dado a la tarea de convocar la presencia de especialistas y académicos de vanguardia que están convirtiendo a Oaxaca en un referente.
Y es que el abolengo jurídico oaxaqueño no viene solamente de Juárez.
Es público y notorio que de Oaxaca son los mejores abogados y nuestros son también las y los mejores jueces del país.
Porque aquí para ser juez hay que tener una vocación a prueba de casi todo.
Por eso, en lo personal, les profeso mucha admiración, respeto y busco, siempre que puedo, estar cerca de ellas y ellos.
Por eso, y como parte de esta mística solidaria, es que le he propuesto a nuestro Presidente la visita a nuestro Tribunal de los Profesores Jordi Ferrer y Carmen Vásquez, dos de los académicos más prominentes en el mundo en materia de razonamiento probatorio a quienes agradezco su entusiasmo, su amistad y su amor por Oaxaca.
Vienen desde la Universidad de Girona a actualizarnos y a despejar dudas respecto de nuestra labor cotidiana como operadores jurisdiccionales.
Si un tema es relevante para el trabajo de los juzgadores y está cambiando vertiginosamente en su concepción y aplicación a los casos concretos es el de “la prueba”y su valoración.
Y ahí van a estar nuestras y nuestros jueces aprendiendo y conviviendo con Jordi y con Cármen.
Puede usted estar seguro -amable lector- de que en Poder Judicial de Oaxaca no dejamos de prepararnos para hacer bien nuestro trabajo.
Y eso gracias a nuestra Escuela Judicial.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.