* En medio de la ebullición de la olla de presión política por la entrega de la instrucción pública a la CNTE resucita el debate de la Iglesia Católica y cristianas por la unión igualitaria y el aborto.
* Los jesuitas jamás perdonaron a don Eugenio Garza Sada que les expulsara del Tec de Monterrey por ideologizar en marxismo a sus estudiantes y parir la Liga Comunista 23 de Septiembre.
A nuestro juicio, la historia no es lineal ni circular, sino elíptica. Si no se conoce y aprende de ésta, cíclicamente tiende a repetirse. Es la piedra con la que más de una vez tropiezan los pueblos.
Así ocurre en México con el resurgimiento de gobiernos socialistas de corte populista. Tres y cuatro décadas después de los regímenes de Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría, aparece AMLO.
Reaparecerá la violencia institucional ideológica radical de izquierda, a través de la guerrilla manipulada, así como los crímenes de Estado, mediante las ejecuciones de los enemigos políticos.
El caldo de cultivo de los próximos estallidos sociales está dado por la inseguridad y cada vez más brutal violencia, y la creciente indignación de los jefes, oficiales y tropa de las fuerzas armadas.
No solo se permite la humillación, agresiones y asesinatos de militares por la delincuencia organizada, sino que se les ofende comparando sus plazas automáticas con la de los normalistas.
En medio de la ebullición de esta olla de presión política por la entrega de la instrucción pública a la CNTE resucita el debate de la Iglesia Católica y cristianas por la unión igualitaria y el aborto.
A ello, se suman conflictos étnico-religiosos y el inicio de la “guerra por el agua”, como ocurre en el corredor de la narcoguerrilla del sur-sureste, Michoacán, Guerrero, Oaxaca Chiapas y Veracruz.
Entre cada periodo, la izquierda ha creado las condiciones subjetivas para agudizar las condiciones objetivas. Han contado con sectores izquierdistas de la Iglesia, especialmente, con los jesuitas.
No es casual y sí causal la defensa política del proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador por el Rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos.
Hay un ataque clasista, ideológico, político, económico, contra el gobierno, dijo en su conferencia “El compromiso de los cristianos en la coyuntura de México hoy” en el Centro Ignaciano.
Entendible, porque no hay que olvidar que la Universidad Iberoamericana manejada por los jesuitas prohijó el movimiento #YoSoy132, durante la campaña del priista Enrique Peña Nieto.
Décadas antes los jesuitas fueron expulsados por don Eugenio Garza Sada del Tec de Monterrey por ideologizar en marxismo a sus estudiantes y parir la Liga Comunista 23 de Septiembre.
La llamada “familia imperial” Garza Sada decidió, en consecuencia, sacar a los jesuitas de la universidad y del Tecnológico, después de esta “traición de clase”, lo que nunca le perdonaron.
Reaparece la discusión nacional sobre la guerrilla en los 60-70 y el fallido Estado mexicano pide disculpas a sus muertos y se les otorgan reconocimientos y rinden homenajes a los sobrevivientes.
El detonante fue el calificativo de Pedro Salmerón, ex director del INEHRM, de “valientes” a los guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre que ejecutaron a don Eugenio, líder del Grupo Monterrey.
Según los propios integrantes de la liga, el plan era mantener al empresario oculto, no asesinarlo, mientras se negociaba su libertad, a cambio de 5 millones de pesos para financiar sus actividades y la liberación de una lista de presos de su movimiento.
Lo que no se ha dicho del todo es que el malogrado secuestro de Garza Sada fue el primer crimen de estado por el gobierno echeverrista, previo al magnicidio de Colosio por el régimen salinista.
Documentos norteamericanos desclasificados revelan que el crimen de estado de don Eugenio fue operado por el presidente Echeverría y el policía del Estado mexicano, Fernando Gutiérrez Barrios.
En México, desde los años 60 y 70, se apoyaban las revoluciones en América Latina. Con la bendición de los jesuitas, con dinero de empresarios y beneplácito del jefe de la policía política.
Hoy, medio siglo después, aunque irrite a los izquierdistas llamar a la 4T, gobierno socialista de corte populista al de AMLO, éste apapacha a guerrilleros y organizaciones radicales como la CNTE.
Días después del intento de secuestro de Garza otro comando de la liga secuestró en Guadalajara al cónsul británico Duncan Williams y al empresario Fernando Aranguren. En respuesta, el gobierno rechazó negociar con la liga y esta decidió matar a Aranguren y liberar al diplomático.
A los gobiernos socialistas de corte populista aterra la existencia de medios de comunicación independientes y Garza Sada negoció con el coronel García Valseca la compra de su cadena.
La propia Liga Comunista 23 de Septiembre secuestró y ejecutó al empresario jalisciense Fernando Aranguren Castiello, quien aportaría parte de los 160 millones de pesos del adeudo a PIPSA.
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