Iglesia suplica a criminales dejar de matar

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El cardenal Norberto Rivera Carrera hizo un “llamado enérgico y a la vez suplicante a los criminales para que se conviertan. Los exhorto, en el nombre de Dios, a que dejen de hacer el mal y aprendan a hacer el bien y a que cesen en su ambición y codicia”.

 

Durante su homilía en una ceremonia eucarística en el marco del Jueves Santo, Rivera Carrera lamentó el ambiente de violencia que se vive en el país y pidió a quienes lo provocan a que dejen de matar, extorsionar, corromper y a que respeten la vida humana.

“¡La vida humana es sagrada!, ¡nadie puede destruirla o vejarla sin ofender a Dios, y emprender el camino de la condenación eterna! Les recuerdo a los criminales que también ustedes tienen una esperanza de perdón si se arrepienten y reparan el inmenso mal que han hecho.” pero también les reitero que si se empecinan en su maldad y en su pecado, no alcanzarán misericordia ni podrán escapar de la justicia de Dios.

En la ceremonia realizada en la Catedral de la Ciudad de México, donde se efectuó la renovación de los votos sacerdotales y la repartición de los santos oleos, Rivera expresó: “¿Hasta cuándo Señor? Cuantas veces hemos gritado en medio de nuestro miedo y dolor, ¡basta ya! Pero el grito de miles de nuestros hermanos no alcanza a romper la sordera de los criminales, de las autoridades corruptas, de los que pudiendo hacer algo sólo contemplan o huyen”.

Luego de pedir a los sacerdotes reforzar su labor, el prelado consideró que “México parece ser una sociedad derrotada que se hunde en el miedo y en la desesperación, que se siente atrapada en una espiral de violencia, de egoísmo y de corrupción sin límites”.

“Nosotros ministros del señor, pastores del pueblo, no podemos quedar al margen… El buen pastor, nos dice Jesús, no es que huye antes del peligro, sino el que enfrenta al lobo y arranca a las ovejas de sus fauces”.

Dijo que no se saldrá de esta crisis si no se vuelve a sembrar en las nuevas generaciones los valores. “Ya nosotros nos toca sembrar no cualquier valor, sino los del Evangelio, que nos abre siempre las puertas de la misericordia, de la conversión y del amor”.

El Universal