Si lógica del poder político en Oaxaca se sintetiza a mandar y obedecer, los priistas de la región mazateca, principalmente en Huautla de Jiménez, lo aplican con una apasionada frialdad y la apuntalan con la práctica del engaño, la demagogia y el interés propio.
En otras palabras, desde su óptica el poder aniquila a quien no lo tiene y es válido mantenerlo, fortalecerlo y defenderlo usando todo y a todos para perpetuarlo:
1.- Después de 11 años, una parte de la población de Huautla de Jiménez percibe impunidad en el asesinato del perredista y profesor jubilado, Serafín García, atribuido a los priistas Feliciano Quiroga y Jacinto Pineda Casimiro “El Diablo”.
No hay nadie en la cárcel que purgue una condena por ese homicidio, luego del enfrentamiento de simpatizantes del candidato del PRI a la gubernatura, Ulises Ruiz Ortíz contra un grupo de seguidores del también candidato Gabino Cué Monteagudo, que integraban el Frente Único Huautleco (FUH).
2.- En 2010, seis años después de los hechos, el priista Jacinto Pineda Casimiro “El Diablo”, buscó la candidatura a Presidente Municipal de Huautla de Jiménez, pero su partido no lo postuló por miedo a su “estigma” y tres años después, en 2013, volvió a buscar la alcaldía. Públicamente se inscribió en las oficinas del Comité Directivo Estatal del PRI, pero tampoco llegó.
3.-El exdiputado federal y exdiputado local del PRI por la región mazateca, Elpidio Concha Arellano, quien en julio de 2014, también operó el desalojo por la fuerza a quienes tenían bloqueado el acceso a esa comunidad para que pasara su candidato Ulises Ruiz Ortiz, tampoco fue responsabilizado por el homicidio del profesor Serafín García.
En 2004, un par de meses después del triunfo del candidato del PRI a la gubernatura Ruiz Ortíz sobre Cué Monteagudo, Concha Arellano se sumó a la expulsión del PRI estatal de su antiguo jefe, Carrasco Altamirano, quien fue acusado de traición por apoyar en su primer intento al entonces candidato de la Coalición PRD-PAN-Movimiento Ciudadano.
El exgobernador renunció y pasó al PAN. Logró ser diputado federal -en la misma legislatura que el otro exgobernador priista José Murat Casab-, y se llevó en su nueva estrategia política a algunos priistas, entre ellos a la actual diputada local, Emilia García Guzmán.
4.- En sus más de 40 años de su militancia priista, García Guzmán, también fue oposición al PRI. En 2009 fue candidata del PAN a la diputada federal por el distrito mazateco de Teotitlán de Flores Magón y apoyó abiertamente en su segundo intento electoral al hoy gobernador coalicionista Cué Monteagudo. En esa ocasión perdió, pero siguió adelante en su lógica política.
Cinco años después, la neocultura priista le permitió regresar al PRI. En plena campaña presidencial rompió públicamente con el panismo. Apoyó a los candidatos Enrique Peña Nieto, al hoy Coordinador del PRI en el Congreso del Estado, Alejandro Avilés y a la exdiputada federal, Sofía Castro. Su destino estaba trazado, regresaría al PRI como diputada local por la misma zona.
Hoy, apoya al exgobernador José Murat Casab en las actividades de proselitismo de su hijo Alejandro Murat Hinojosa, director general del Infonavit, quien es precandidato mediático a la gubernatura de Oaxaca.
En suma: El poder cambia de dueño, pero no cambia su lógica. Los que un día están arriba, caen, y los que un día estuvieron abajo pueden subir. Es el ejercicio puro del poder. Es su constante histórica.
En tanto, el priismo con esa misma lógica del poder, juega a la política de cambiar a Oaxaca y a Huautla de Jiménez. Sus líderes aseguran que el gobierno de Cué Monteagudo decepcionó a los oaxaqueños con su promesa de cambiar el orden de las cosas.
Sin embargo, los priistas entienden que para cambiar deben seguir haciendo lo mismo con los mismos, es decir, cambiar para no cambiar o traducido en la lógica de la política oaxaqueña: Se vale usar todo y a todos para obtener el poder, hacer política y perpetuarse.
Especialista en análisis y estrategia política.
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