Hojas de papel volando | …Y es un regocijo vivir en paz: Joel Hernández Santiago

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Por hangas o por mangas, desde niños se nos inculca vivir en paz. Estar bien. No meterse con otros para que no se metan con uno; o bien: ‘lo que le hagas al otro te será hecho’, así que “quietecito te ves más bonito”.

El respeto al derecho ajeno es la paz” proclamó el ahora tan llevado y traído y manoseado y zarandeado Benito Juárez García, oaxaqueño que fue, y que hizo guerras para estar en paz; para defenderse y defender a su gobierno… no para agredir y sí para que el país siguiera siendo nuestro país, que a fin de cuentas es el único que tenemos.

Cuando aún había clases de “Civismo” en primaria, una de los apartados que más tiempo les llevaba a nuestros maestros era para explicarnos qué es la paz, por qué es necesaria, para qué sirve y por qué debíamos mantener la paz entre nosotros.

Recuerdo una representación de los lunes, en la que una niña vestía de blanco inmaculado, era transportada en un carruaje adornado con flores blancas y ella miraba fijamente al infinito. Luego recitaba loas a la paz y al final de su alocución soltaba una paloma blanca que es, decía el maestro Luis Herrera Valenzuela, el símbolo de ese don-concepto-idea- tan preciado pero tan ausente.

Era una paloma como la de Pablo Picasso que vuela y es portadora de un laurel, que es el símbolo del triunfo de la paz sobre la guerra, la maldad, el odio, el vituperio, la venganza… Eso es: la paz se representa como una paloma blanca, que no le hace mal a nadie.

Esto tiene raíces bíblicas: Se originó cuando Noé arrojó una paloma blanca con la misión de conseguir la tierra, luego de una inundación y al tiempo la paloma vuelve al arca con una rama de olivo en el pico. El significado de la paloma de la paz era que ya había pasado la inundación y que había encontrado tierra, que volvería la armonía a la humanidad.

Entre los años sesenta y setenta, a raíz de la guerra de Estados Unidos en Vietnam hubo, digamos, una rebelión de los jóvenes que no querían más aquella guerra inútil e injusta. Y ocurrió por entonces el festival de Woodstock que consolidó al movimiento hippie. Comenzó el viernes 15 hasta la madrugada del lunes 18 de agosto de 1969.

Más de 50 años de aquel Festival de Música y Arte al que llegó más de medio millón de muchachos a una granja lechera de Nueva York, para enaltecer los dos más altos valores de la cultura hippie: Amor y paz, pero también para sentirse ellos, libres, dispuestos a renovar una cultura que en sus casas olía a bolitas de naftalina.

Pero no era el caso único. En el mundo hubo y hay expresiones en favor de la paz. Mahatma Gandhi fue el patriarca del cambio –o revolución- por la vía pacífica. Su nombre era Mohandas Karamchand Gandhi. Pero se le conoce como Mahatma Gandhi, como lo nombró el enorme poeta hindú Rabindranath Tagore. (‘En sánscrito, Mahatma significa ‘alma grande’).

“Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar”, expresó en 1927. A su regreso de estudiar en Londres, encabezó un movimiento para recuperar la propiedad de la sal –indispensable en la India para preservar los alimentos-; de ahí comenzó su movimiento independentista.

Frente a las agresiones del gobierno británico él promovía la resistencia pacífica: “La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable”, afirmaba, como también: “Quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto y hasta la muerte, para impedir la violencia.” Y consiguió la sal y consiguió la independencia. Pero el 30 de enero de 1948 fue asesinado en Birla Bhavan, Nueva Delhi.

Su muy novedosa forma de exigir se convirtió en inspiración para otros movimientos pacifistas y de no violencia, como fue el de Martin Luther King en Estados Unidos, en favor de los derechos de la minoría de color. Dijo:

“Paz no es sólo una meta distante que buscamos, sino el medio por el cual llegamos a esa meta”. “Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad”. Pero fue asesinado en Memphis, Tennessee, el 4 de abril de 1968.

Dolor y muerte por la paz, parecen ser estigma humano; un pesar y un lamento permanente. No es nuevo, claro. La historia de la humanidad está construida en base a luchas de unos contra otros; con razón o sin ella hay confrontaciones, guerras, exterminio, holocausto, genocidio…

Tan sólo en el siglo XX ocurrieron dos Guerras Mundiales; hubo y hay múltiples confrontaciones regionales entre naciones; luchas por religión o ideas o por ambiciones expansionistas y de apropiación de bienes o territorio… Guerras… guerras… guerras.

Y guerras entre individuos; entre persona y persona; entre grupos culturales y otros. Hay el agravio y la defensa; la justicia por propia mano para hacer valer el derecho, aunque se infringe la regla, del “no matarás”.

En todo caso, la aspiración permanente de todos es la de la paz… Un concepto que de forma esquemática se define como:

“La capacidad de los seres humanos de vivir en calma, con una sana convivencia social. También tiene que ver con un adecuado manejo de los conflictos, para no llegar a situaciones más problemáticas. Es por eso que para lograr comprender la paz es necesario que podamos verla más como un valor social”.

O bien, la Real Academia de la Lengua la define como: “1. f. Situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países. 2. f. Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. 3. f. Acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra…”

En el I Ching, ‘lo opuesto a la paz es el estancamiento. Simbólicamente, esto indica que la paz no es un absoluto, sino una búsqueda permanente.’ Y además, indica que ‘el conflicto no es lo opuesto a la paz.’ Conviene en un trámite hacia la paz, ‘transformar el conflicto, no suprimirlo. Las gestiones no-violentas encarnan este trámite de transformación pacífica del conflicto.’

Immanuel Kant escribió el Tratado Sobre la paz perpetua. Martin Luther King escribió en su ‘Carta de Birmingham’ (estaba en prisión): “la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia”. Erasmo de Róterdam expresó “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa.”… León Tolstoi escribió su obra célebre “La guerra y la paz” en la que valora la importancia de la guerra, pero la necesaria preeminencia de la paz.

Y, bueno: todo esto viene al caso porque el 21 de septiembre de cada año se celebra el Día Internacional de la Paz. Esto porque la Asamblea General de la Naciones Unidas (ONU) decretó “que este día se dedica a reforzar los ideales de la paz en todas las naciones y pueblos del mundo.”

Fue establecido en 1981 por la resolución 36/67 de la Asamblea General para que coincidiera con la sesión de apertura de la misma, que se celebra anualmente el tercer martes de septiembre, y se celebró por primera vez en septiembre de 1982.

Por luchar por la paz el Comité Nobel Noruego entrega cada año el muy controvertido reconocimiento a quién o quienes han hecho esfuerzos sobresalientes para conseguir la Paz entre naciones, entre sociedades, entre pueblos o entre individuos y la defensa de los derechos humanos. En 1994 lo recibieron Yasser Arafat, Shimon Peres, Yitzhak Rabin; en 1992 Rigoberta Menchú; Nelson Mandela en 1993: en 1982 nuestro Alfonso García Robles… y muchos más.

Pero la paz es un ideal muy anhelado en la historia de la humanidad. A nadie le gusta vivir en guerra aunque algunos parece que se empeñan en ella. Sus costos en vidas y en dolor humano son incalculables. Y para tratar de consolidarla se han firmado tratados internacionales, acuerdos entre partes, documentos de relación entre individuos y naciones: todo para conseguir la Paz.

Existe, sí, la paz interior; la paz social; la paz religiosa; la paz que es tranquilidad; la paz y estarse en paz. Pero una sola es necesaria: la no guerra, el no agravia; la no afrenta; el no abuso…

“Paloma vuelta quimera; las peores guerras del mundo; te han hecho su mensajera” (José Bergamín)… “Paloma blanca… blanca paloma… ¿quién tuviera tus alas?… ¿tus alas quien tuviera…?… Para volar… Y volar para…”

joelhsantiago@gmail.com