Hojas de papel volando | Carmen de mis amores: Joel Hernández Santiago

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“El amor es un pájaro rebelde que nadie puede enjaular, y es vano llamarlo si él se rehúsa. De nada sirven amenazas ni plegarias. Éste habla bien, el otro es callado y es el otro, al que prefiero, que no ha dicho nada, pero me gusta: ¡El amor! ¡el amor! ¡el amor! ¡el amor!

“El amor es niño gitano; jamás, jamás ha conocido ley. Si tú no me amas, yo te amo y si te amo ¡ten cuidado! porque el pájaro al que crees sorprender bate las alas y remonta vuelo… El amor está lejos, si lo esperas… Ya no lo esperes ¡y ahí estará! A tu alrededor, rápido, muy rápido, vino se va; vuelve a venir… Crees tenerlo y te evita. Crees evitarlo, y él te tiene. ¡El amor! ¡el amor! ¡el amor! ¡el amor!”

Es una de las arias de ópera más conocida en el mundo. Se llama “El amor es un pájaro rebelde” (“L’amour est un oiseau rebelle”) o mejor conocida como “Habanera” y es parte de la ópera “Carmen” de Georges Bizet.

Una ópera del compositor francés que se estrenó el 3 de marzo de 1875 en el Opéra-Comique de París cuando él tenía 37 años.

Pero los valores morales de la época predominaron sobre la calidad de una obra perfecta –o casi- de la que todo se ha escrito; de la que se han hecho suites para orquesta; de la que se han filmado películas (i.e. Carlos Saura) y ballets u obra plástica: todo. Para él, nada.

Bizet murió a consecuencia de un infarto el 3 de junio de 1875 y no conoció el éxito de “Carmen”. Poco tiempo después de su muerte la obra se presentó en Viena en su versión en alemán y a partir de ese momento ocurrió el éxito mundial e histórico.

Todo mundo sabe de “Carmen”. Todo mundo habla de ella y, si no, todo mundo conoce sus motivos musicales. A la vista de la obra el público termina arrobado y emocionado, aunque los críticos franceses de la época fueron muy duros con ésta y prácticamente la descalificaron; no por sus virtudes musicales, si por su contenido. Se dice que una de las razones de la muerte de Bizet fue por el impacto de este fracaso y el trato que se le dio a él y a su obra: cruel.

Carmen” es una ópera dramática en cuatro actos con libreto en francés de Ludovic Halévy y Henri Meilhac y basada en la novela “Carmen” de Prosper Mérimée, una obra literaria muy menor, publicada en 1845 bajo influencia del poema de Alexander Pushkin “Los Gitanos” (1824). La obra de Mérimée pasaría desapercibida a no ser por la opera de Bizet.

Así que “Carmen”, la ópera, está ambientada en Sevilla alrededor de 1820, y recupera la historia de la bella gitana de temple fiero. Carmen, se sabe libre y cautiva al cabo José, un joven militar inexperto que pierde control de su vida, rechaza a su amor anterior, se amotina contra su superior, deserta y se convierte en contrabandista. Ella, de pronto, hace a un lado la relación y se enamora del torero Escamillo. Así que la pasión inocultable, la burla social y los celos hacen que don José de muerte a Carmen.

La música de la obra es sublime. Una ópera perfecta, o casi, con un tema que para el momento de su estreno era extremadamente realista y por eso el público la acusó de inmoral, de faltar a las costumbres, de prohijar la locura desenfrenada de la mujer… Novedad para ellos, acostumbrados a las gestas heroicas de las óperas alemana e italiana.

Pero es precisamente este realismo el que dio alas al espíritu creativo de Bizet cuando describe una pasión extrema, cuando la lujuria rasga los telones de la música y el teatro por la locura de ella, en su sentido de la libertad absoluta, y la confrontación entre el orden social del momento y el tiempo inexistente para vivir con todas sus intensidades que transforman a las costumbres en novedad. Eso es Carmen… la amada Carmen. Una mujer libre por sí, para sí y adelantada a su tiempo. Ser ella y su voluntad de vivir a su propio modo. A su sentido de la vida. A su aire.

Además de “Carmen”, Bizet había compuesto otras obras musicales: como la música para “La Arlesiana” (1872) o “La chica de Arlés”, una novela de Alphonse Daudet, que tuvo un regular éxito; dos suites orquestales para la misma; la Obertura “Patria” (1873), doce piezas para piano “Juegos de niños” (1871) en las que expresa de forma emotiva y casi nostálgica el mundo infantil.

También compuso “Los pescadores de perlas” “La bella muchacha de Perth”, “Marlbrough s’en va-t-en guerre” (“Mambrú se fue a la guerra”); obras sinfónicas; canciones; poemas musicales: tanto más. Bizet, a pesar de su corta vida, compuso para sí y por encargo (necesitaba lana). Fue compulsivo para el trabajo musical, y extremadamente exigente con su propia obra.

‘Alexandre-César-Léopold Bizet nació el 25 de octubre de 1838 en París, Francia y murió el 3 de junio de 1875. Su padre fue profesor de canto y lo inició desde muy niño en la música.

‘A los cuatro años ejecutaba los más difíciles ejercicios al piano y a los nueve fue admitido en la clase de piano en el Conservatorio de París. Seis meses después obtuvo el primer premio de solfeo. Junto a su formación instrumental, estudió composición. En 1852 le otorgaron un primer premio de piano por ‘sus brillantes y fogosas ejecuciones’. En 1854 obtuvo un premio de órgano y al mismo tiempo se matriculó en el curso de composición superior.

‘A los 17 años compuso su “Sinfonía en do mayor” (1855) en la que ya se percibe la precisión en la expresión y el ritmo danzante y ágil que fueron características de toda su música. Al concluir sus estudios ganó el Gran Premio de Roma (1857). Estuvo, tres años, como becario en Italia, en donde afianza su gusto por la ópera y su tono latino.’

Pero no todo el monte es de orégano y Bizet pasó las de Caín para sobrevivir de la música: Cuando terminó la beca del Premio de Roma, tuvo que tomar algunos alumnos de piano y de composición para obtener algo de recursos. Trabajó como pianista acompañante en ensayos y audiciones de varias óperas.

Pero según se ha escrito, su principal trabajo en este período fue el arreglo de obras de otros compositores. ‘Realizó transcripciones para piano de cientos de óperas y otras piezas y preparó partituras corales y arreglos orquestales de todo tipo de música.’ También fue crítico musical para La Revue Nationale et Étrangère, en donde escribía bajo el seudónimo de “Gaston de Betzi”. Su editor y él no se entendieron y ahí terminó la carrera periodística del compositor de “Carmen”.

Fromental Halévy fue un maestro de Bizet, con el que tuvo una excelente relación. Pero murió en 1862. Solidario con su maestro y en su honor decidió aceptar el encargo de su viuda para terminar la ópera “Noé”, que su amigo había dejado inconclusa. No obstante, las necesidades económicas del compositor retrasaron el trabajo, aunque mantuvo una relación permanente con la familia de Halévy.

Una de las dos hijas del maestro fue Geneviève, la menor. En octubre de 1867 le confió a su gran amigo Galabert: “¡He conocido a una chica adorable a la que amo! ¡En dos años será mi esposa!” Y así: se comprometieron a pesar de que la familia de la joven rechazaba a Bizet, al que acusaban de ser ‘un partido inadecuado, pobre, de izquierda, antirreligioso y para acabarla de amolar: bohemio’. Pero con aprobación o sin ella se casaron en 1869.

“El matrimonio de Bizet fue feliz en un principio, pero se vio afectado por la inestabilidad nerviosa de su mujer (heredada de ambos progenitores), por la tensa relación con su madre y por las intromisiones de la señora Halévy en los asuntos de la pareja.

‘A pesar de esto, Bizet mantuvo una relación amigable con su suegra, con la que guardó distancia aunque mantuvo correspondencia por un tiempo en tanto que tuvo proyectos de hasta media docena de óperas nuevas, Comenzó bosquejar la música de dos de ellas, pero en julio de 1870 estalló la Guerra franco-prusiana y tuvo que suspender todo. En todo caso, el matrimonio continuó con altas y bajas, pero sobre todo con penurias económicas.

A su muerte en 1875, Francia se volcó en homenajes a su compositor insigne. Hubo representaciones de fragmentos de su obra musical con la asistencia de su padre y su hijo.

La misma noche de su entierro la Opéra-Comique presentó “Carmen”, al día siguiente los críticos musicales que, tres meses antes, habían condenado a la obra a la hoguera, ahora la consideraban una obra maestra y a Bizet un genio.

“L’amour! l’amour! l’amour! l’amour!…”

joelhsantiago@gmail.com