Quiero confesarles que esta semana al intentar descifrar en un análisis de prioridades argumentativas el tema para ofrecer en este espacio, vinieron a mi mente un sin fín de posibilidades desde los medios de comunicación y la gran responsabilidad que ocupan como vigías de la transparencia institucional o el desequilibrado ejercicio del poder y la falta de legitimidad de los actores políticos actuales como el caso del flamante presidente con licencia del Comité Directivo Municipal del PRI en el DF Cuauhtémoc Gutiérrez; hasta los retos del recién nacido Instituto Nacional Electoral; sin embargo considere necesario virar a un sentido más intrínseco, pues la mayor parte de veces PONEMOS MÁS ATENCIÓN EN LO URGENTE QUE EN LO IMPORTANTE; lo cual desde hace mucho le ha dado un sentido diferente a nuestra sociedad y por supuesto a nuestro rumbo como humanidad, por ello decidí compartir con ustedes una serie de reflexiones.
La celebración de la Semana Santa representa para creyentes o no, una época especial, pues ya sea por el misticismo que implica o la firme certeza de las tradiciones, atrae en un ambiente de serenidad y reserva al planteamiento de la espiritualidad y del encuentro con lo que parece una conciencia común o más específicamente la convicción de lo que sostiene las bases espirituales.
En esta época las visitas a las iglesias, los templos, los mensajes bíblicos, las películas e incluso las imágenes cotidianas recuerdan de manera sintetizada los últimos días, la muerte y la resurrección de JESUCRISTO, por ello sea cual fuese la visión religiosa que se profesa, esta época hace sentir un ambiente distinto al de otros periodos conmemorativos, pues el sentirse cerca de la PASIÓN DE UN HOMBRE QUE HA REBASADO TIEMPOS, FRONTERAS Y DISTANCIAS A LO LARGO DE MÁS DE DOS MIL AÑOS nos hace recordar la gran responsabilidad que poseemos por dejar una marca en nuestra historia cotidiana.
La vida de JESÚS DE NAZARETH ha sido estudiada en innumerables ocasiones y bajo distintas corrientes de pensamiento, hay quienes lo dibujan como un líder natural, como un guía religioso, como un filósofo antiguo hasta quienes lo definimos como una representación real y tangible de DIOS, lo cierto es que su enseñanza; religiosa o no siempre implicó un ejercicio real de convicción, de pasión, de esperanza y de rectitud que bajo un ánimo de hermandad, respeto y amor simbolizó un llamado que aun sigue resonando hasta nuestros días como invitación NO, A PROFESAR UNA RELIGION, SINO A LLEVAR UN ESTILO DE VIDA capaz de reflejar la VISIÓN DE UN MUNDO MEJOR.
En tal sentido estas fechas son una extraordinaria oportunidad para que tomemos un respiro de nuestra cotidianidad, para hacer un examen de conciencia y analizar lo que aún está pendiente, para abrazar a la familia, para visitar a esos amigos que dejamos de frecuentar, para jugar con los hijos, para retomar esos proyectos que nos apasionan, para reír o abrazar a quienes necesitan una muestra de cariño, para llenarnos de esperanza y fuerza, en incluso para PERDONAR a quienes han dejado heridas abiertas; EN SUMA PARA TOMAR UN RUMBO CAPAZ DE HACERNOS MEJORES PERSONAS.
Por lo cual lejos de ser este un mensaje de SUPERACIÓN PERSONAL como los que se ofertan actualmente en un sin número de CONGRESOS, PLÁTICAS Y CONFERENCIAS; es una invitación para que en el marco de esta celebración espiritual, DEJEMOS POR UN INSTANTE LO URGENTE Y EMPECEMOS A VIVIR CON PASIÓN LO IMPORTANTE, pues citando al gran dramaturgo inglés William Shakespeare: “La vida no es tal, sin la certeza de la razón y la locura de la felicidad.”
¡Vivamos con rumbo!
Los invito a seguir en comunicación vía Twitter: @david_ecastillo
*10 Veces Campeón Estatal de Oratoria,
Premio estatal de la Juventud 2010,
Representante de México en Venezuela, Argentina y la ONU