Hasta siempre compañera y compañeros || Carlos Ramírez

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Una jubilación es una decisión personalísima normalmente esperada como un premio y alcanzada con satisfacción.

Toda una vida entregada en cualquier institución lo menos que amerita es la certeza de que el sustento estará garantizado cuando falten las fuerzas y mermen las capacidades.

Es, sin embargo, un Derecho que no todos quieren ejercer llegado el momento.

Todos conocemos a alguien que siente que la jubilación es una sentencia de muerte.

Y no es anormal saber de mujeres y hombres que enferman y finalmente mueren cuando se jubilan.

Por eso hay cada vez más trabajadores que prefieren no usar de ese derecho una vez adquirido, o una vez jubilados buscan inmediatamente un nuevo empleo que mantenga la maquinaria en movimiento.

Y en los trabajos intelectuales parece ser la regla.

La propuesta de reforma judicial pensada también para los estados, comienza a hacerse sentir en Oaxaca anticipando Jubilaciones que -me atrevo a decir – no se hubieran dado en otro contexto.

Hace dos días aprobamos en el Pleno del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca las solicitudes de jubilación de 7 magistrados que seguramente seguirán, desde otros espacios, honrando a la academia y a la profesión jurídica.

Nos tomaron por sorpresa. Percibo que fue una decisión repentina y dolorosa; calculada pero resignada.

Ante los riesgos y la incertidumbre que plantea el curso de la reforma, quienes estaban en posibilidades de hacerlo se jubilaron sin un solo reproche.

Estoicos, institucionales y habiendo dejado la piel en el cargo decidieron dar ese famoso “paso de costado” antes de que el futuro los alcanzara. Están en su derecho y no merecen ser juzgados más que con justa benevolencia.

Cuando los tiempos eran otros entregaron lo mejor de sus vidas a la labor jurisdiccional y varios de ellos no tuvieron más familia que la judicial ni más hogar que juzgados y tribunales.

Se va lo más experimentado del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca; una mujer y seis hombres que nunca dejaron de estudiar y cuando fue necesario se hicieron cargo de materias que no eran su especialidad inicial, y además lo hicieron con eficacia y eficiencia.

La labor del juez y del Magistrado reduce sus propios márgenes porque parte de nuestro trabajo es vivir la vida de las personas a quienes juzgamos.

Y aún cuando de un tiempo para acá alivió parte de esa carga el desarrollo del razonamiento probatorio, nunca se puede perder de vista que es la vida de otros seres humanos la que están en nuestras manos y en no pocas veces dormimos con la angustia de no poder equivocarnos.

Ese es nuestro trabajo: tomar la mejor de las decisiones posibles con los hechos que tenemos ante nosotros y la leyes que invariablemente presentan inconsistencias cuando se aplican al caso concreto porque cada caso es diferente y la ley es sólo una.

¿Puede dormir el médico sabiendo que su diagnóstico puede estar equivocado y los medicamentos que prescribió pueden no ser los idóneos?

¿Puede dormir el ingeniero sabiendo que puede ser incorrecto el cálculo de las cargas de tal modo que la obra pudiera venirse abajo?

Puedo decir que en la generalidad de los casos el juez descuida su propia vida asegurándose de no castigar al inocente, ni absolver al culpable; o fuera del derecho penal, cerciorándose de otorgar razón a quien la tiene.

Hortensia Castellanos Chávez, Crescencio Modesto Martínez Geminiano, Raúl Ezequiel Gómez, Gerardo Carmona Castillo, Ricardo Herrera Muzgo Rebollo, José Luis Reyes y Humberto Nicolás Vásquez fueron magistrados de tiempo completo. Quienes les conocen lo saben.

Dejan un enorme vacío muy difícil de llenar. Y su salida repentina y en bloque se sentirá naturalmente.

Quienes nos quedamos tendremos poco a poco que aprender a no extrañarlos tanto, como es natural que se extrañe a quienes fueron generosos, solidarios y empáticos con quienes fuimos llegando detrás de ellos.

Y también nos corresponde a quienes nos quedamos en el Pleno cuidar y honrar esta gran institución que independientemente de todas las reformas que pudiera sufrir, seguirá teniendo la delicada función de impartir justicia.

No podemos ni vamos a distraernos. Ya lo hablamos en el Pleno con nuestra Presidenta.

A esta generación nos está tocando vivir este complicado trance institucional y tenemos el deber moral y el compromiso profesional de estar a la altura de este momento histórico.

Con quienes lleguen vamos a seguir impartiendo justicia de calidad y estaremos listos para defender nuestras resoluciones como lo exigen los nuevos tiempos.

Así lo quieren nuestros amigos y maestros jubilados; así lo queremos quienes nos quedamos; así lo demanda y merece el pueblo de Oaxaca.

Hasta siempre compañeros y amigos Magistrados jubilados.