Es indiscutible que nuestro actual presidente, no es la figura pública más popular de nuestra clase política. Según datos publicados por: encuesta Mitofsky más del cuarenta y cinco por ciento de la población en México no aprueba el gobierno de EPN. Siendo esta la razón por la que requiere legitimar su posición y a manera de las más populistas prácticas políticas, ha tenido a bien crear un plan contra el hambre. La denominada “Cruzada Nacional contra el Hambre”, la cual puede ser percibida como una acción emprendida por el gobierno de EPN para mejorar su imagen y sobre todo para congraciarse con la clase popular de nuestra nación.
El cuestionamiento primordial a esta práctica demagógica tiene que ver sobre la concepción que el actual gobierno de nuestro país tiene sobre la solución ante los grandes problemas de nuestra sociedad. Es decir; ni en los discursos ensalzadores sobre este plan de acción, ni en el decreto publicado en el diario oficial de la federación se especifica de manera clara los lineamientos, ni procedimientos con los cuales se materializará este plan.
Parece ser que este, tan mencionado, nuevo PRI mantiene las viejas prácticas, los discursos que suenan a soluciones plausibles, no son más que listas de buenas intenciones cuyo único objeto es posicionar a la entrante cúpula de poder para poder perpetuar su posición.
Los problemas de nuestro país tienen soluciones concretas y es una verdadera ofensa este tipo de planteamientos. Y no solo para los posibles beneficiaros directos (en el caso utópico en que estos realmente existieran), sino que también para los que sufragaremos el gasto de esta cruzada. Otra vez a dar dadivas a la pobreza, a mitigar el hambre y no a exterminarla. ¿Cuándo será el día en que la clase política deje de ver el erario público como su riqueza por administrar? ¿Cuándo podremos ver políticas públicas que realmente tengan por objeto tocar de manera contundente los problemas nacionales? La pobreza seguirá existiendo si la obtusa visión de nuestros gobernantes es únicamente repartir un recurso como limosna.
Si bien es cierto que la pobreza y el hambre tienen que ser atendidas de manera directa, también es cierto que el hambre, la pobreza, la delincuencia y la injusticia, no tienen más solución que el desarrollo económico real de nuestro país. Si está en este, o cualquier otro gobierno, la intención de desaparecer estos vicios del sistema político entonces se debería de asegurar el empleo bien remunerado, la salud, la educación. Poner en práctica un plan que brinde herramientas permanentes a las clases desprotegidas para mejorar su condición social. Generar fuentes de empleo productivas y no solo empleos temporales o engrosar las filas de la burocracia mexicana. Un gran ser dijo alguna vez: “dale un pez a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá toda su vida”, estas palabras tan viejas y a veces hasta trilladas podrían resumir, lo que debería de ser la política pública contra el hambre.
Cifras publicadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), nos indican que de 2008 a 2010 el número de personas que viven en pobreza pasó de 48.8 a 52 millones de personas. Es decir que en 1,003 de los 2,400 municipios que existen en la República Mexicana, 75% o más de su población vive en condición de pobreza. Si el plan está dirigido a otorgar subsidios contra la pobreza, sucedería que la deuda de país se incrementaría significativamente ya que si se otorga una subvención de 50% del coste de la canasta básica la cual se encuentra cotizada alrededor de novecientos pesos, entonces estamos diciendo que el costo mensual de este apoyo seria de 23 400 mdp mensuales. Bajo el supuesto que exista este tipo de subsidio, eso implicaría que esta cantidad seria subsanada por los contribuyentes, dentro de los cuales curiosamente se encuentran también los pobres.
Lo único que demuestra esta iniciativa del equipo de gobierno de EPN es su “hambre” por mejorar su posicionamiento en la opinión pública. Y enfatizo en hambre por qué si esta medida hubiese sido una estrategia real y con un objetivo claro y especifico, entonces no se publicaría un decreto que parece salido de la brillante mente de un mal estudiante universitario que entrega por necesidad un trabajo como requisito para “panzar” y obtener los créditos que le urgen.
Pero lo que es más indignante aún es que los pobres de nuestro país siguen siendo para los políticos un botín, un capital, un futuro cumulo de votos. Entiendan por favor señores políticos la mejor manera de posicionarse ante la sociedad es hacer bien su trabajo, recordar que la política tiene que ver con velar por los intereses de la sociedad y no de los propios.
Señores integrantes del pacto por México, los mexicanos no necesitamos un presidente popular, ni tampoco cortas visiones de gobierno a 6 años, tampoco discursos retóricos que prometan soluciones a nuestras necesidades. Lo que nos urge es precisamente ver que las cosas se solucionan de fondo a través de la austeridad gubernamental.
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