A pesar de las insistencias presidenciales en excluir al PIB de las mediciones macroeconómicas, el presupuesto 2021 del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, volvió a privilegiar el PIB como la medida central de la política económica. Lo que no ha sabido explicar el funcionario es la calidad de esa reactivación productiva y su efecto real en el desarrollo.
Las características del paquete económico radican en la preeminencia de lo hacendario, sin entender que las finanzas públicas y el gasto representan direcciones del rumbo del Estado y tendrán efectos, quiérase que no, en los equilibriossociales y políticos. La caídaoficial de -8% prevista para 2020 –será, en la realidad, de dos dígitos– afectó el empleo, la planta productiva, las inversiones y la composición empresarial.
En este sentido, la consideración de que el presupuesto de ingreso-gasto es política pura, relaciones de poder y distribución de equilibrio sociales no aparece en los documentos de Hacienda. En ese sentido, el secretario Herrera se redujo a un mero contador de calculadora. Sin embargo, el principal efecto a corto plazo estará en las relaciones federales: el recorte de participaciones a gobiernos estatales provocará respuestas políticas de los gobernadores porque la baja en la entrega a gobiernos de dinero federal romperá las relaciones de poder de los mandatarios, para bien o para mal, y aumentará la inestabilidad en las entidades de la repñublica.
Al presupuesto le faltó también enfoque de desarrollo, quizá porque la Secretaría de Economía carece de una propuesta formal de la 4-T para reorganizar el modelo de desarrollo y las plantas industriales, agropecuarias y de servicios, los objetivos tecnológicos y las tareas inexistentes de competitividad. La falta de atención a las necesidades de la planta productiva para protegerse del frenón económico ha provocado un cierregeneralizado de cadenas productivas que impedirán una reanudación inmediata de actividades. Lo más grave es que Economía carece de información del daño productivo de la pandemia.
La meta de 4.6% de PIB para 2021 que fijó Hacienda fue arbitraria, sin tener estudios técnicos sobre la planta productiva sobreviviente, las condiciones de la demanda efectiva, los accesos a insumos de las empresas que resistieron el cierre. Puede ser, inclusive, que el rebote de -8% a 4.6% será mayor porque el piso fijado por la pandemia será también más grave. Pero Hacienda fue incapaz de coordinar a otras secretarías para presentar una evaluación del daño productivo y de la reanudación de actividades y cómo el 2021 estará dentro el modelo de desarrollo pospandemia de la 4-T.
Si a Hacienda le importa sólo el PIB –que el presidente López Obrador desdeña–, entonces las cifras aisladas de 4.6% en 2021 y 1.3% promedio anual en periodo 2020-2026 noestán tan mal. Pero se trataría de un presupuesto de cuánto tengo y cuánto gasto, no de una propuesta presidencial transformadora de 4-T.
Con su presupuesto técnico de calculadora, la propuesta del secretario Herrera es –horror–neoliberal.
EE. UU. 2020. El establishment liberal va con todo contra Donald Trump. Al libro de la sobrina del presidente se agrega ahora un libro del periodista Bob Woodward titulado Rabiapara dibujar a un loco en la presidencia. Sin embargo, a pesar de esas campañas del establishment demócrata-republicano –hasta los Bush están aliados con Obama–, las encuestas están registrando un aumento en la tendencia de votos a favor del presidente. La campaña ha sido tan sin límites, que ese grupo de poder alentó un libro de una prostituta que dicen que durmió con el presidente y su texto sólo revela, dice, el tamaño del órgano sexual presidencial. Si los demócratas no dan para más, las elecciones serán una sorpresa.
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