UN ABRAZO SOLIDARIO Y RESPETUOSO A LA FAMILIA FERNÁNDEZ PICHARDO EN ESTÁS HORAS DE DOLOR Y DUELO.
El ungimiento, cual si fuere parto de los montes largamente anunciado, de los candidatos a ocupar la “Silla de Krauze” –versión Peña Nieto FIL de Guadalajara- marcó la agenda del pasado fin de semana y disputó con el temblor y el lamentable accidente ocurrido en Jamiltepec, la de “ocho” en los medios nacionales. En la práctica representa un corto periodo de tiempo en que los ya candidatos y sus respectivos cuartos de guerra afinarán estrategias, replantearán posicionamientos, discutirán el discurso y sin duda enfocarán buena parte de su arsenal a librar el “combate floral de lodo” que les permita dañar la línea de flotación de sus adversarios. Todo ello de cara al inicio formal de la contienda, en la que saben bien que no hay mañana.
José Antonio Meade rindió protesta ante la “Convención de Delegados” del PRI reunida para tal efecto en el Foro Sol. Escenario que, contrario a los buenos tiempos del “partido casi único” costó trabajo llenarlo. Aun así, el entorno fue de aparente y entusiasta unidad, aunque en el ambiente flotaba una evidente percepción de crisis sobre el futuro de su campaña, al día de hoy ubicada en un modesto tercer lugar muy lejano al puntero. Columnistas y medios que le dan seguimiento a la dinámica al interior de su equipo pronostican un necesario cambio de timón en la toma de decisiones, así como la incorporación de cuadros partidistas de peso específico, que le entienden al tema de la “operación política”.
En cuanto al debate de ideas, éstas siguen bordando en los lugares comunes: “Vamos a ganar porque tenemos una coalición fuerte, vamos a ganar porque tenemos una coalición unida, vamos a ganar porque tenemos las mejores propuestas, vamos a ganar porque nos mueve el amor por México”. Pretende, dijo, convertir a nuestro país en la “Capital Mundial del Talento”, dar seguridad a las familias, satisfacer sus necesidades específicas, generar empleos y una educación de calidad y ser “implacable con la corrupción”; por supuesto no aclaró los cómos ni cuándo. Finalizó ofreciendo convertir a México en “una potencia”.
Ricardo Anaya, por su parte, formalizó su candidatura en el Auditorio Nacional, al que llegó aplicando la táctica de su hoy acérrimo crítico Felipe Calderón, esto es “haiga sido como haiga sido”, dejando una estela de traiciones, heridos y cadáveres políticos de quienes alguna vez fueron sus aliados e incluso sus creadores e impulsores.
Cual si fuera un catedrático dictando conferencias magistrales sobre el burro y sus orejas, paseándose por el tablado, su intervención se centró en victimizarse, argumentando que el origen de todos sus “buenos negocios” puestos al descubierto son un “compló” del malvado gobierno federal que quiere descarrilarlo. El punto medular de su mensaje giró en torno a la propuesta de combatir lo que denomina los “tres tumores de México”: Corrupción, Violencia y Desigualdad Social.
Estuvo acompañado por quienes en los hechos representan la coalición de gobernadores, líderes de partidos y candidatos con quienes pretende consolidar su posición: Arturo Núñez, Francisco Vega, Graco Ramírez, Silvano Aureoles, Francisco Domínguez, Miguel Ángel Yunes, Antonio Gali, Javier Corral –quien en horas previas, muy en su estilo de apretar para sacar ventajas, se aventó una perorata muy crítica contra sus formas de ejercer su “liderazgo” en el Consejo Político del PAN, para luego allanarse-, Manuel Granados, Alejandra Barrales, Erika Alonso, Santiago Creel, Dante Delgado, Josefina Vázquez Mota, por supuesto la plana mayor del PRD encabezada por los “chuchos” y el ya converso candidato a senador por el PAN, al que suponemos tampoco se afilió, Miguel Ángel Mancera.
Postulación –la de Mancera- que será un tema de debate permanente en la campaña, de la que no se puede predecir si suma o resta, debido a las condiciones de precariedad en materia de seguridad y reconstrucción tras los sismos, en los que deja a la ciudad; coronada la reconstrucción con la renuncia de importantes miembros de la sociedad civil, con peso específico en el electorado a la Comisión de Reconstrucción, debido al agandalle del control presupuestal, para “moches” y negocios sucios que impusieron el PAN y el PRD.
Ya para cerrar con broche de oro la jornada de unciones, Andrés Manuel López Obrador, desbordando optimismo advirtió que quiere ser recordado como “el mejor Presidente de México”, dando por hecho su triunfo. No faltó quien comentara en voz baja aquella sabia conseja popular “cuidado del plato a la boca se cae la sopa”; con metáforas ratificó sus buenas intenciones para alcanzar la felicidad en la República del Amor y el perdón a pecadores y adversarios de antaño; lo que motivó a Tatiana Clouthier, su coordinadora de campaña, declararse “sorprendida y sin respuestas”.
En conclusión, definidos los tres candidatos de las coaliciones, podemos destacar el optimismo rayando en la ingenuidad de Meade, la victimización de Anaya sostenida en su pureza “moral” y el triunfalismo desbordado de Andrés Manuel.
Ya en la necia realidad, a Meade le pesa como lastre la “marca PRI” y no poder deslindarse de quien lo escogió; Anaya a medida que avance la campaña tendrá que asumir los costos de los muchos fantasmas que trae en el closet; a López Obrador, es muy posible que la mayoría silenciosa le cobre en las urnas sus excesos al repartir perdones y sumar a su causa a personajes como “Napito” y Germán Martínez, por citar sus últimas adquisiciones.
Por la noche del lunes, se perfilaron los “independientes” que lograron reunir las firmas para aparecer en la boleta del 1 de julio; Margarita Zavala –primero las damas- que será la única mujer, Jaime Rodríguez –alias el “Bronco”- y Armando Ríos Piter –alias el “Jaguar”-. Habrá que esperar quienes de ellos, llegado el momento del sprint final, deciden declinar por alguno de los que estén en la competencia real.
Así las cosas. Hoy todos están en el triunfalismo, ya se impondrá la necia realidad.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh