El dato es verdaderamente alarmante. Según la ONG International Campaing to Abolish Nuclear Weapons –Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares-, en conjunto nueve países poseen más de 17000 armas nucleares. Estados Unidos y Rusia mantienen aproximadamente 2000 de sus armas nucleares en estado de alta alerta, es decir, están listas para lanzarse a los pocos minutos después de una advertencia. La mayor parte de las armas nucleares son mucho más poderosas que las bombas atómicas que cayeron sobre Japón en 1945. Si sólo se detonara una cabeza nuclear sobre una gran ciudad, podría matar a millones de personas y provocar efectos que se prolongarían durante décadas.
A pesar de los esfuerzos de organismos multilaterales, desde la ONU hasta movimientos sociales; a pesar del impulso a la NO proliferación de armas nucleares, en los hechos los arsenales siguen creciendo, se desarrollan nuevas tecnologías, incluyendo las de virus que pueden afectar los sistemas de control de los arsenales de un país con consecuencias impredecibles y múltiples; en atención a que se están diseñando para también destruir las redes operativas de la convivencia social.
A lo anterior, hay que agregar el desconocimiento sobre el número de cabezas nucleares con que cuentan los países. Según la Federation of American Scientists, hasta 2103, Estados Unidos contaba con 7700, Rusia 8500, Reino Unido 225, Francia 300, China 250, India 110, Pakistan 120, Israel 80, Corea del Norte 10; no se cuenta con información sobre Irán y en general con datos actualizados con precisión. Otras naciones, aun cuando no han desarrollado armas nucleares, sí albergan arsenales de otros países; caso de Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Turquía; varios más forman parte de alianzas nucleares, Albania, Australia, Bulgaria, Canadá, Corea del Sur, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, España, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Islandia, Japón, Letonia, Lituania, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, y República Checa; lo que en buen romance quiere decir que en caso de una guerra nuclear hay para dar y prestar escenarios.
En este contexto, el nivel de confrontación entre el gobierno de Estados Unidos y Corea del Norte ha escalado en decibeles, teniendo como “pendientes” observadores a Rusia y China (aunque no han entrado al terreno del debate abierto). Israel e Irán, dos países altamente beligerantes, enconadamente opuestos y fundamentalistas, se mantiene en alerta permanente. El riesgo se hace mayor por las razones que impulsan al fascista Donald Trump a tensar al límite la cuerda. En primer lugar su evidente vocación imperialista y armamentista. Sólo hay que repasar los orígenes de quienes integran su cuarto de guerra; en segundo lugar, por la urgente necesidad de remontar su nivel de aprobación interna; y para ello el discurso de guerra les ha funcionado a todos los presidentes que lo han invocado; con razones o sin ellas. Para muestra ahí está la invasión a Iraq promovida por George Bush.
Acorde con el guion ya trazado; el lunes, desde Corea del Sur, acompañado del Primer Ministro y Presidente en funciones, Hwang Kyo-ahn, Mike Pence, Vicepresidente estadounidense, dijo en obvia referencia a Corea del Norte y líderes que despachan en Pyongyang “la era de la paciencia estratégica llegó a su fin” y advirtió que ante cualquier ataque convencional o nuclear, Estados Unidos responderá de forma contundente, efectiva y arrasadora. Luego, casi sonando a burla cruel, advirtió que Washington quiere la “desnuclearización de la península coreana por medios pacíficos”. En el tenso ambiente que privó durante la conferencia de prensa flotaba el fallido lanzamiento el día anterior de un misil trasportador nuclear que Corea del Norte intenta concretar para poder alcanzar la costa occidental de Estados Unidos.
Hecha la advertencia, los norcoreanos respondieron elevando el tono. Su embajador ante la ONU, Kim In Ryong, afirmó que la escalada de tensión con Estados Unidos “crea una situación peligrosa en la que una guerra termonuclear puede estallar en cualquier momento”; y agregó “si Washington opta por una acción militar, estamos preparados para reaccionar a cualquier tipo de conflicto”. Lo anterior confirma que, si de este lado –Estados Unidos- los dirigentes (por llamarlos de alguna forma) están apretando las tuercas que les permitan consolidar los grandes negocios de la industria de la guerra, sin reparar en el costo en vidas humanas que ello significaría; del otro lado están peor. El régimen de Kim Jong-un, una dictadura feroz, represiva que no respeta derecho humano alguno, le apuesta a la retórica del conflicto nuclear para cohesionarse internamente.
Ante tal escenario China, se ha convertido en un actor clave por su cercanía con Corea del Norte. Por su parte, Rusia, en voz de su Canciller Serguei Lavrov, se colocó al centro de la disputa al declarar “consideramos inadmisibles las aventuras nucleares de Pyongyang que violan múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero eso no quiere decir que se pueda violar el Derecho Internacional, como lo hizo recientemente Estados Unidos en Siria”.
Así las tensiones y los juegos de poder. Pensar que el gobierno de Trump sólo lleva tres meses, es una verdad desoladora y sin escapatoria. El mundo está a merced de un sociópata y de un Vicepresidente ultraconservador.
No queda más que seguir afrontando la vida, aprender de cada momento, de lo bueno y lo malo. Y abrazarnos fuerte muy fuerte, esperando se imponga lo mejor de la condición humana.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh