Miles de personas se manifestaron ayer en Atenas contra el nuevo plan de ajuste del gobierno del primer ministro Giorgos Papandreou, coincidiendo con la tercera huelga general que vive el país este año. El paro tuvo una fuerte repercusión en los servicios públicos, los transportes y el comercio. Unas 20 mil personas, según la policía —el doble, según la prensa— se manifestaron en Atenas.
La tradicional columna sindical se vio desbordada por la afluencia de ciudadanos que respondieron a la convocatoria del movimiento de los indignados, creado el 25 de mayo en Atenas bajo la inspiración de su par español. Los grupos que convocaron la protesta insistieron en la necesidad de que ésta mantuviera su carácter pacífico, pero se produjeron incidentes en la plaza Syntagma, ante el Parlamento griego, entre jóvenes manifestantes y las fuerzas de seguridad, que usaron gases lacrimógenos para dispersar las protestas. Una docena de personas resultó herida.
Después de la masiva manifestación contra sus medidas de austeridad, Papandreou anunció una remodelación de su gobierno para bregar con la crisis de la deuda que ahoga al país. “Mañana (jueves), formaré un nuevo gobierno e inmediatamente después pediré la confianza al Parlamento”, declaró en una breve declaración televisada. Bajo la presión de los acreedores, Papandreou intentó llegar a un acuerdo con la oposición para lograr la aprobación de un proyecto de presupuesto plurianual, considerado imprescindible para garantizar una nueva ayuda de la Unión Europea y del FMI. “Continuaré en el mismo camino, el camino de mi deber”, concluyó. El anuncio llegó tras una febril especulación mediática según la cual Papandreou habría incluso ofrecido dimitir horas antes si con ello podía garantizar un acuerdo con la oposición para formar un gobierno de unión que le permitiese gestionar la crisis de la deuda. La televisión estatal NET y otros medios habían informado que Papandreou había propuesto su renuncia al líder conservador Antonis Samaras para lograr su respaldo a las controvertidas medias de austeridad. Papandreou no precisó el alcance de la remodelación del gabinete, que tiene lugar cuando el gobierno socialista griego trata de que el Parlamento apruebe un nuevo paquete de recortes por valor de 28 mil millones de euros (unos 40 mil millones de dólares) y masivas privatizaciones. Según el gobierno, la aprobación en el Parlamento de este proyecto de ley es una condición al desembolso del quinto tramo de un préstamo de 110 mil millones de euros otorgado en 2010 por la UE y el FMI, de los que ya recibió 53 mil millones.
El martes, una reunión de ministros de Finanzas de la Eurozona en Bruselas concluyó sin resultados, en una nueva muestra de la falta de acuerdo sobre cómo ayudar a Grecia. Alemania pide que los acreedores privados —bancos, aseguradoras, fondos de pensiones e inversiones—, acepten una moratoria de siete años sobre los vencimientos de la deuda griega, como parte de un paquete global en el que el FMI y la Eurozona volverían a prestar dinero.
Pero el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y países como Francia, Bélgica o España sostienen que toda participación del sector privado debe ser voluntaria, para evitar la percepción de que Grecia es incapaz de reembolsar su deuda, lo que podría desencadenar un terremoto en los mercados y poner en peligro a toda la zona euro.
Agencias