“… La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos…Es en las crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien le atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones”
A. Einstein
Eran los inicios de la presidencia de Fox y la iniciativa de los entonces gobernadores de Zacatecas y Tlaxcala, Ricardo Monreal y Alfonso Sánchez Anaya, había fructificado. Después de una serie de reuniones informales, los gobernadores perredistas habían formado una especie de sindicato partidista al que bautizaron como Asociación Nacional de Gobernadores (Anago), que bajo el argumento del respeto al federalismo, constituiría la génesis de un bloque de contrapeso al gobierno de Vicente Fox.
En agosto de 2001, más de veinte gobernadores de igual número de estados perredistas y priistas se reunían en Mazatlán para pronunciarse en contra la espina dorsal de la propuesta de Ley de Ingresos que Fox negociaba con la naciente legislatura: el IVA en alimentos y medicinas.
En Julio de 2002 el propio Monreal anuncia la formalización de la Comisión Nacional de Gobernadores (Conago), como hasta hoy la conocemos. La llevada y traída Reforma del Estado fue la propuesta central de los mandatarios, que tuvo su primera plenaria en Tlaxcala.
Con la del pasado viernes, 51 plenarias han pasado más con pena que gloria porque la mezquindad de los primeros presidentes hacía que el federalismo permaneciera en el discurso, desde que Francisco Gil Díaz calificara como “fantasiosos”, los reclamos de los gobernadores en torno al presupuesto. La Conago desconoció a Santiago Creel, Secretario de Gobernación y al propio Gil Miranda como interlocutores y entró en una especie de convalecencia.
Cada vez más gobernadores mostraban su desinterés y llegó un período en que las plenarias estaban colmadas de representantes de los gobernadores sin poder de decisión.
La Conago comenzó a tomarse a juego porque, en la realidad, era un diálogo de sordos, donde los pocos posicionamientos y acuerdos no tenían carácter vinculante, es decir, no obligaban a las partes.
Eran horas de discusión donde había muy pocas posturas concordantes y nadie cedía en los temas torales de la prometedora Reforma del Estado con toda su lúcida temática.
Contra viento y marea, hoy la Conago sigue vigente y plenaria tras plenaria se refrenda aunque el único cambio sustancial fue la creación de comisiones en diversas y numerosas temáticas y en la superposición de un organigrama formalmente democrático donde por unanimidad eligen periódicamente un Presidente, aunque los productos de análisis y exigencias queden a la voluntad del presidente en turno.
De la plenaria de Huatulco rescato cuatro tópicos:
- una declaratoria conjunta de unidad contra la potencial envestida estadounidense;
- la determinación del Gobierno Federal de acompañamiento a los estados en el saneamiento de sus finanzas;
- el anuncio de los recursos económicos que el Presidente autorizó para Oaxaca; y
- la despedida de Gabino Cué de la presidencia de dicho cuerpo colegiado a unos días de terminar su desastrosa gestión, que deja a Oaxaca, los últimos días de su sexenio sumido en la peor de las crisis de que yo tenga memoria: deuda pública, deuda a proveedores, falta de pago a trabajadores del Gobierno del Estado, obras inconclusas, ejecutados a diario, la casa de Juárez en llamas, un magisterio enardecido, municipios sin más ley que la del más fuerte (ahí están Mixtequilla y Juchitán sólo por citar dos); un sistema electoral desvencijado y un órgano electoral debilitado que se esfuerza, sin recursos económicos y en plena época de elecciones en municipios que se rigen por Sistemas Normativos Internos, proclives a la rapacería de los partidos políticos y sus principales actores, por cumplir con los principios que la ley le impone, sobre todo el de certeza. Todo eso lo sabía Peña Nieto y vino a retirarle esa especie de fuero, como presidente de la Conago y a despedirlo. ¿Hacia dónde? Hacia el patíbulo o hacia un de esos pocos países que no tienen convenio con la Interpol. Todavía no se sabe.
Ahí estuvieron los gobernadores constitucionales, contrastando con los electos en el pasado proceso electoral. Los que en unos días se estrenan lejos de sus antecesores.
Más bien, contrario a su espíritu original, pareció una convención de playa organizada por el Ejecutivo Federal que, guardando las formas, invitó a su amigo y también anfitrión, Alejandro Murat y lo mantuvo lejos, incluso en la fotografía oficial, muy lejos de Gabino Cué. Ahí estuvo la mano del Estado Mayor Presidencial. ¿Qué lectura le da usted –amable lector?
Pero con todo y sus debilidades, la Conago, a través de todos estos años sirvió como experiencia para la consolidación de una Institución mucho más eficiente y eficaz que nos ha dejado decisiones vinculantes a través del tamiz del proceso legislativo: el “Pacto por México”.
Sus parteros se dieron cuenta que la clave no estaba en la inevitable vocación egoísta y hasta mezquina de los gobernadores, sino a través de las tres principales fuerzas políticas representadas en las dos cámaras del congreso de la unión que, con visión de futuro, le regalaron al presidente el consenso necesario para que las reformas que desde hace mucho tiempo estaba esperando este país, se pusieran en marcha.
No sé hace cuánto tiempo se había dejado de pensar en partidos o entidades federativas, para pensar en México.
Cómo es caprichoso el destino. Aquellos que un día fueron adversarios en los inicios de la conago, defendiendo unos, sus estados y otros a sus jefes, se reencontraron sin rencores y en el café “Fanú” comenzaron a diseñar en pláticas informales, lo que hoy es una realidad con las reformas estructurales presentadas por el Presidente Peña Nieto y aprobadas por los tres partidos mayoritarios de México representados en el la Cámara Federal de Diputados y en el Senado de la República.
Hay quienes dicen –incluso su primer y principal cabildero- lo dijo en el ITAM-, junto a Jesús Ortega y Santiago Creel, que el Pacto ya se había acabado, que cumplió su cometido y se cerró su ciclo.
Mi opinión es que El Pacto tiene mucha vida por delante y habrá cumplido su misión cuando dichas reformas en el 2050, según cálculos de expertos, le regalen a México los frutos por encima de cualquier costo político.
Enrique Peña Nieto, tenía la decisión en sus manos: o se hacían las reformas o seguíamos como antaño en el gatopardismo. La decisión que tomó fue responsable y será una decisión histórica. Todas las iniciativas de un solo golpe. El tiempo que se había perdido, sexenio tras sexenio, había sido mucho.
José Murat, fundador de la Conago, Santiago Creel y Jesús Ortega se sentaron por encima de cualquier interés a diseñar el México que algunos ya no van a alcanzar a ver. Ojalá la historia les haga justicia.
Hoy lo recuerdo porque un Oaxaqueño deja la presidencia de la Conago y otro Oaxaqueño –Jeromeño- escribió un capítulo decisivo para el mañana. Con visión de estadista, pensando en las próximas generaciones.
Lo que comenzó en 1977 con Jesús Reyes Heroles, por momentos postergado, hoy tiene su clímax, como una base sobre el cual se construya el edificio de un país de primer mundo.
Ojalá lo vean nuestros hijos.