Se puede llegar al gobierno por medio de la fuerza, el dinero, falsas promesas o democrática y en esta última, populistamente, prometiendo lo que sea y luego comprando a la gente por medio de dadivas y datos propios estableciendo una autocracia donde los poderes que equilibran el poder sean sumisos, y los que se nieguen a obedecer, descalifiquen, desautoricen o desprestigien para que el gobierno sea de un hombre que para imponer su ideología modifique la constitución, para establecer el gobierno de un hombre no de leyes.
Sabemos que democráticamente el gobernante además de la legitimidad que le dan los votos tienen también el control, por ley, del monopolio de la fuerza, porque además de las fuerzas armadas, el ejército, la marina, guardia nacional, controla la policía, inspectores y agentes de Hacienda y todas las instituciones paramilitares que garantizan México sea un país gobernado por leyes, por la Constitución, no por un hombre, y es que por educación, ética y civismo casi todos los mexicanos aceptamos sin objeciones la Constitución Política y, puede que no estemos de acuerdo en otras cosas pero entendemos que no debemos comportarnos de forma intencional contra la Constitución, estando de acuerdo en que todos debemos hacer lo correcto y constitucionalmente, porque la Constitución no tiene más protección que el hecho que los mexicanos la aceptemos, respetemos y cumplamos creyendo en sus artículos, de tal forma que ni todas las fuerzas armadas y políticas podrían defenderla, si los ciudadanos no creyéramos en sus principios. No se puede legislar respecto qué debe creer la gente y por ello aceptar la Constitución es un acto de libertad ciudadana, no obstante, si llega al gobierno quien descalifica a jueces que interponen amparos defendiendo la Constitución, agrede a las instituciones encargadas de hacer respetar la la democracia como el INE, amparado en el control absoluto que tiene del poder legislativo, entonces la Constitución queda sometida al entrar al aro del gobierno de un hombre, porque al no tener contrapeso u oposición legislativa obteniendo absoluta libertad para lo que quiera, convierte el gobierno en autocracia, gobierno de un hombre y su partido, no de leyes constitucionales que se respeten per se. Y es que no hay nada excepto la creencia y respeto a la Constitución que pueda asegurar la paz, la democracia, libertad y seguridad en un país, porque como dice Charles Van Doren en el libro Breve Historia del Saber: “Esa es la victoria final de su sencilla regla moral” Respetar la Constitución y, si, cambiarla, adecuarla a las circunstancias, pero siempre cuando exista un equilibrio de fuerzas entre los poderes del Estado, no y nunca, cuando el gobierno es de un hombre y sus súbditos controlan el poder legislativo, cancelando de esa forma el respeto y obediencia a la Constitución, acatando únicamente dictados que les ordenan levantar el dedo y no cambiar ni una coma.