* Nunca como nadie antes, por congruencia político-ideológica, el impulsor de La Primavera Oaxaqueña debe hacer realidad el resurgimiento de la esperanza de cambio en un Oaxaca mejor.
* Si el gobernador Salomón Jara Cruz tiene la visión, sensibilidad, voluntad política y, sobre todo, la firme decisión de respetar y hacer respetar la ley garantizará su pase a la historia como buen gobernante.
¡Qué, crudas y descarnadas, son algunas coyunturas de la vida! Contra toda lógica, de manera cruel, esta realidad es, al mismo tiempo, irónicamente generosa con algunos seres humanos.
Este es el caso paradójico del gobernador Salomón Jara Cruz frente a la orgía de sangre por la creciente e imparable inseguridad y violencia, especialmente contra nuestras mujeres oaxaqueñas.
Ante los hechos de la terca realidad que termina por imponerse, no hay pretextos que justifiquen lo injustificable: impunidad rampante. En los 100 días de gobierno suman 50 feminicidios.
En menos de 12 horas, dos mujeres más fueron asesinadas en Salina Cruz, Atenea L. R., profesora de preescolar, y Juquila A.M.R, quienes se sumaron al asesinato de Justa Sonia C.L., en Ocotlán.
Es inocultable la complacencia o complicidad de las autoridades para detener a los criminales de mujeres y para dar seguridad a la ciudadanía ante el crecimiento de los casos de feminicidios.
A estos hay que sumar numerosos asesinatos y desapariciones de mujeres, amén de agresiones y permanente acoso contra miles de mujeres oaxaqueñas, adolescentes y jóvenes estudiantes.
Sin descartar a provocadoras, manipuladas por mano negra, es creciente la indignación de miles de mujeres que poco a poco se ven obligadas a entender que deben organizarse y protestar.
Ciertamente, las propias mujeres deben exigir a las feministas radicales que no incurran en actos de violencia y destrucción porque desvirtúa y prostituye la lucha de las mujeres por Justicia.
El hartazgo por los bloqueos, se convierte en innegable rabia e impotencia y exige al gobernador “pantalones y güevos” para aplicar la Ley contra los normalistas “y no se dedique a robar”.
Nunca como nadie antes, por congruencia político-ideológica, el impulsor de La Primavera Oaxaqueña debe hacer realidad el resurgimiento de la esperanza de cambio en un Oaxaca mejor.
Y nada tan prioritario por vital, toda vez que es cuestión de vida o muerte, como cumplir con su obligación constitucional de garantizar la seguridad, integridad y vida de los oaxaqueños.
Para prevenir, inhibir, desactivar y combatir la brutal violencia, debe enviar cuanto antes al Congreso una Iniciativa para perfeccionar las políticas públicas en materia de seguridad pública.
El tan cacareado nuevo Pacto Social en los 100 primeros días de gobierno debe incorporar cuanto antes, particularmente a las diversas organizaciones feministas, en busca de Justicia para todas.
Indispensable es aclarar que no se trata de cooptar a las dirigentes feministas ni corromperlas, sino de atender su justo reclamo de ser atendidas, recibidas y escuchadas sus demandas.
Además, el mandatario estatal está doblemente obligado a profundizar, adecuar y actualizar a la realidad la legislación local en consonancia con la legislación en materia federal en la materia.
El gobernador debe hacerlo por amor a sus mujeres, no solo de su familia nuclear y ampliada, su esposa, sus hijas y nietas, sino cuidar y proteger la integridad física y vida de todas las mujeres.
Si el gobernador Salomón Jara Cruz tiene la visión, sensibilidad, voluntad política y, sobre todo, la firme decisión de respetar y hacer respetar la ley garantizará su pase a la historia como buen gobernante.
Enloquecidos por la soberbia, gobernantes, servidores públicos y políticos en general, salvo cada vez menos honrosas excepciones, olvidan que su poder tiene término fatal y fecha de caducidad.
En forma por demás equivocada, frecuentemente, pierden la dimensión de la realidad y se sienten semidioses sin serlo. No temen a la ley porque esta garantiza impunidad, menos a su conciencia.
¡Oh craso error! Olvidan el sacrosanto juicio de la historia ante el cual no pueden esconderse ni negar su responsabilidad. Algún día tendrán que ser sentados en el banquillo de los acusados.
Independientemente de las críticas a las que se hagan acreedores durante el ejercicio de su mandato, el peor de todos los años inicia en su vida el siguiente año de concluir su función.
El tiempo no se detiene y antes de lo que se imaginan o desean, el mayor poder dura seis años, se les escurre como agua entre los dedos de las manos, a lo largo del gobierno de su sexenio.
Como ejemplo vivo a seguir, el gobernador Salomón Jara tiene la vida y obra de su paisano serrano don Benito Juárez García, hermano mayor de los oaxaqueños, mexicanos y latinoamericanos.
alfredo_daguilar@hotmail.com
@efektoaguila