El reloj marca las 6:15 de la mañana; Gicela Hernández López busca en la oscura avenida el autobús que la lleve a Ciudad Administrativa, lugar donde labora desde hace siete años.
Previamente –a eso de las 5:30 de la mañana– Gicela ha dejado listo el desayuno para sus tres hijos menores y su padre, con quienes comparte sus logros y sueños aún por materializar.
Se santigua y se encomienda a Dios –confiesa– antes de iniciar su jornada laboral en las oficinas que alberga la Secretaría de Administración del Gobierno del Estado.
El reloj sigue su marcha –6:45 horas– Gicela se prepara para trasbordar un taxi colectivo que la llevará a su destino final. El sol se asoma en el horizonte mientras los ‘buenos días’ comienzan a escucharse en los torniquetes de acceso al inmueble que alberga a las distintas dependencias.
Sonriente, la joven mujer comparte que ella es la encargada de mantener limpias las áreas de Recursos Humanos, Jurídico y sanitarios femeninos de esta Secretaría. Inicia a las 7 de la mañana su jornada, pues cada espacio debe estar en orden cuando ingresen cientos de trabajadores de base y confianza a cumplir sus labores diarias.
Mientras limpia y acomoda un escritorio, sonríe y dice sentirse contenta con el trabajo, el cual le permite sacar adelante a sus hijos que cursan la educación básica y por quienes debe esforzarse más.
Un dejo de tristeza se asoma en su rostro durante la entrevista al recordar que hace dos años perdió a su madre, por lo que ahora se apoya en su padre para el cuidado de sus hijos e hija. “Llego a mi casa hasta la noche porque salgo de Ciudad Administrativa y me voy a trabajar en casas particulares, si no, no me alcanza”, señala.
Ha asumido sola la responsabilidad de educar, mantener y cuidar a sus hijos y se siente orgullosa de la familia que ha consolidado gracias a un esfuerzo titánico por su bienestar.
Sabe que pronto podrá recoger el fruto que ha sembrado en ellos, a quienes ha inculcado a pesar de su corta edad –9, 10 y 11 años– que la honestidad, el respeto y el trabajo diario son la base para triunfar y abrirse paso en la vida.
Para Gicela el descanso dejó de ser prioridad. Sus metas, el amor a sus hijos y la tenacidad por impulsarlos son el motor que la motiva de lunes a domingo para buscar el sustento.
En familia, disfruta de la televisión, la música regional y pasear con sus hijos los fines de semana, a quienes insiste que deben seguir estudiando para alcanzar sus metas. “La vida algunas veces es difícil, pero los problemas pasan, con ánimo y esfuerzo podemos salir adelante”, dice.
Siempre optimista, ‘Gice’ habla de la buena convivencia que tiene con sus 15 compañeros más asignados a las labores de limpieza del edificio uno, “ejército” de mujeres y hombres que aportan al buen desarrollo de la vida laboral.
Asegura que la mayor recompensa a su labor diaria es el agradecimiento sincero de sus compañeros y el afecto de sus superiores. “Que sepan tu nombre y lo que haces, recibir un trato amable y a veces comprobar su generosidad, nos anima y reconforta”, menciona.
“Me siento orgullosa de mi trabajo, lo hago con gusto, con esmero. Esa es mi forma de ver la vida, de buenas, con energía y siempre con humildad y muy agradecida”, finalizó.