El presidente Felipe Calderón, durante su campaña, como buen político prometió muchas cosas que no han sido cumplidas, a pesar de que en los medios de comunicación nos bombardeen con propaganda que intenta mandar otro mensaje. Durante su administración, el país se transformó, pero en uno más violento e inseguro, regiones que no eran conocidas por la presencia de secuestros, extorsiones, lucha entre bandas criminales, violaciones y trata de personas, ahora lo son. Existe una infeliz coincidencia entre el inicio de su mandato y la creciente violencia e inseguridad. Pero dejaré esto de lado, para concentrarme en la promesa de empleo que hiciera durante toda su campaña, su autonombramiento como presidente del empleo. Tan emocionado estaba al inicio, que no sólo prometió generar empleo, aseguro que sería de calidad. Tras seis años de gestión, podemos decir sin temor a equivocarnos, pero con profunda tristeza, que fracasó.
La meta de 800 mil empleos formales al año y un crecimiento económico de 5.0 por ciento promedio anual no fue alcanzada. En parte, esto se debe a factores externos como fueron la crisis financiera iniciada en los EE.UU. y el desequilibrio global provocado por el endeudamiento de algunos países europeos. Otra parte sustancial se debe a la incapacidad gubernamental para crear las condiciones que son propicias para el crecimiento económico y de aquí la generación de empleo. Lo que si ocurrió durante el sexenio fue un incremento de las tasas de desocupación, ocupación en la informalidad y subocupación.
Aunque el crecimiento económico no representa el único elemento para dinamizar la tasa de generación de empleos en el sector formal, si es un buen punto de partida. De acuerdo con información proporcionada por la firma consultora Aregional, durante el periodo 2007-2011, el crecimiento promedio anual de la economía mexicana fue de 1.6 por ciento y si se incluyen los pronósticos de crecimiento para el 2012, la cifra es de 1.2 por ciento, lo que representa la mitad de lo previsto en el Plan Nacional de Desarrollo en ausencia de cambios estructurales, de esta forma el crecimiento acumulado en el sexenio sería de 4.6 por ciento.
Tomando como referencia la cifra de trabajadores permanentes asegurados en el IMSS, se tiene que de 2007 a 2008 se presentó un incremento en el número de personas aseguradas, en poco menos de 500 mil personas, pero la cifra se contrajo sustancialmente en 2009, recuperándose en 2010, a partir de ese año la cifra de empleos formales se incrementa hasta llegar a cerca de 15.5 millones de personas. Entre 2007 y 2011 se crearon 1 millón de empleos, cifra inferior en 3 millones de empleos respecto a lo que se había proyectado por las autoridades.
La economía mexicana tiene grandes problemas para generar empleo, algo que se confirma al revisar la tasa de desempleo abierto (indicador que por cierto subestima el desempleo total), ya que en promedio, entre 2007 y el segundo trimestre de 2012, fue de 4.7 por ciento, lo que significa que aproximadamente 2.3 millones de personas se encuentran sin trabajo. El desempleo es un fenómeno grave en personas con los mayores niveles educativos y experiencia. Lo que termina presionando a la baja la productividad y reduciendo la competitividad.
El número de personas incorporadas en la informalidad, según el INEGI es de 14.2 millones de personas; es decir, el 28 por ciento de la Población Económicamente Activa. Pero la cifra es más grande si se modifica la forma de medición; Aregional ha creado un indicador que considera las características de la unidad económica en donde se labora (lugar, registro y contabilidad, y tamaño de la unidad) y de las actividades que realiza la población ocupada (remuneraciones y prestaciones, acceso a servicios de salud derivado del trabajo y contrato). Para el primer trimestre de 2012, usando este método, la informalidad representaba el 65.4 por ciento de la población de 14 años o más ocupada en actividades no agrícolas de autoconsumo, mientras que en 2011 el valor fue de 63.2 por ciento.
En lo que respecta a subocupación, se observó un crecimiento a lo largo del sexenio, en 2007 promediaba un 7.5 por ciento de la población ocupada, en 2008 fue 6.85 por ciento, 9.21 por ciento en 2009, 8.53 por ciento en 2010, 8.49 por ciento en 2011 y hasta septiembre de 2012 promedia 8.7 por ciento.
La ausencia de empleo y su calidad es un problema para nuestra sociedad y su supervivencia. El desempleo significa despilfarro de recursos humanos e involucra la generación de graves costos sociales. En la medida en que se profundice el desempleo y su precarización, continuará la pérdida de producción de bienes y servicios y la ralentización de la tasa de crecimiento económico. Peor aún, se observarán más daños a la moral de la sociedad y de los individuos que la componen, se generarán sentimientos de rechazo, apatía, desesperación y agresividad irracional, lo que abona el terreno para el autoritarismo, la delincuencia y la erosión de nuestra imperfecta democracia. Resolver el problema del desempleo es la mejor estrategia en contra del crimen organizado, pero en los pasados seis años no se pensó así, se decidió trabajar sobre la base de golpes mediáticos, capturando líderes criminales que hasta antes de su aparición en medios casi nadie conocía.
La nueva administración debe enfocarse en el empleo y el crecimiento. Es necesario plantear una política macroeconómica que sea congruente con estos objetivos. Adicional a esto, es necesario impulsar una nueva política industrial en la que se apoye la creación y difusión de la investigación tecnológica, fomentar la cooperación entre instituciones de gobierno y empresas, así como favorecer la transferencia de tecnología. Las autoridades deben crear un clima apropiado para la empresa, eliminando obstáculos a su creación y expansión, reducir impuestos, capacitar, asesorar y eliminar todo tipo de restricciones a su funcionamiento. La estrategia se completa con una mejora de las cualificaciones y competencia de la mano de obra, profundizando la mejora del sistema de universidades y tecnológicos, la correcta vinculación entre éstos y las empresas. Finalmente, destinar más recursos a programas de creación de trabajo y capacitación para momentos en los cuales un trabajador se encuentra desempleado.
Generar empleo fue un objetivo no cumplido de la administración 2007-2012, la muestra más clara es la fallida reforma laboral, su presentación hasta el final del mandato y su virtual congelamiento en la Cámara de Senadores.
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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)