Dos Fridas que parecen mirar desde la frescura de sus ojos, un jaripeo donde el toro intenta derribar a su montador, escenas de pueblos oaxaqueños, son parte de las maravillas vegetales que pudieron admirar el gobernador del estado, Gabino Cué Monteagudo, y acompañantes en la espléndida edición número 113 de la tradicional Noche de rábanos que se vivió una vez más para fortuna de vecinos y visitantes.
Con su esposa Mané Sánchez Cámara, su hija Mané, el encargado de despacho de la presidencia capitalina, Pablo Irineo González Calderón, y otros invitados, seguidos de cerca por docenas de fotográfos y reporteros, Gabino Cué recorre uno a uno los puestos donde se admira la habilidad, la imaginación desbordada de los hortelanos que desde temprana hora dieron forma a los rábanos cosechados apenas horas antes.
El mandatario saluda y felicita el talento de quienes exhiben una orquesta sinfónica en pleno concierto, una muy probable serpiente emplumada o una istmeña que muestra la galanura de su ropa, bordada con el primor que puede dar la corteza del tubérculo tratado con la maestría de las manos oaxaqueñas.
De tanto en tanto, voces que gritan alborozadas, de cerca o de lejos, allá desde la planta alta de un restaurante o acá junto a las vallas que delimitan el andador circundante de esta fiesta centenaria; ¡Gabino! ¡Gabino! Se oye en este zócalo que huele a nuevo, en esta plaza principal de la verde Antequera que brilla como nunca.
Son miles de personas las que acuden al llamado de esta Noche que se llena de frescura, de formas infinitas mostradas sobre la superficie de los rábanos, o en las arrugas del totomoxtle y las flores inmortales. Una noche que cumple ahora ciento trece años.
Espléndidas istmeñas captadas bailando a medio son, desplegando el velamen de sus faldas; la plaza de la danza llena de músicos, flores y más flores, formas mil inundando los puestos donde se observa la fértil imaginería vertida en la arrugada piel del totomoxtle y la filigrana de la flor inmortal.
Al final de la jornada, previo al tronadero de cohetes y explosión de luces multicolores, el gobernador Gabino Cué preside la entrega de premios a quienes pusieron lo mejor de su talento bajo el escrutinio feliz de las miradas de quienes, una vez más, colmaron el zócalo de la capital.
Así, para la categoría tradicional de rábanos, obtuvo el primer lugar, Oscar Zacarías Aparicio Mendoza con el tema de “Guelaguetza”; el segundo lugar, Hermenegildo Contreras Cruz, y su “Homenaje racial a la ciudad de Oaxaca, el 25 de abril de 1932, en el Cerro del Fortín”; y el tercer lugar, Enedina Vásquez Cruz con el “Nacimiento mexicano”.
Noche de rábanos, noche de tradición renovada, de convivencia familiar que festeja de nuevo la realización de una fiesta que no muere, porque forma parte del corazón de los oaxaqueños y las oaxaqueñas.