Con aprecio y admiración para todas y todos quienes son leales a los principios colosistas
y forman parte de una nueva generación que desea cambiar Oaxaca sin interés alguno.
“Si nuestro partido fortalece su democracia, se democratiza México”.
Luis Donaldo Colosio Murrieta, 3 de diciembre, 1988.
El proceso político que vive actualmente Oaxaca nos tiene –a quienes estamos inmersos en este medio, desde una postura partidista o ciudadana– en una permanente duda sobre lo que pasará antes del 26 de enero, fecha en la que oficialmente iniciará el periodo de precampañas en los partidos para buscar las candidaturas a la próxima gubernatura.
Más allá de lo anterior, lo que acontece hoy en Oaxaca nos tiene, ante todo, en un estado de profunda reflexión sobre la forma de hacer política, esa realpolitik de quienes hoy participan en el proceso electoral; entiéndase a aspirantes, servidores públicos, sectores, organizaciones, militantes y líderes partidistas, y es desde este enfoque, el de la vida interna de los partidos, en específico la del PRI, desde donde versará el presente artículo.
Otto Von Bismarck, el famoso “canciller de hierro” prusiano, hizo –para esta pluma- probablemente dos grandes aportes al mundo de la política, para bien o para mal: el Welfare State y la realpolitik. La realpolitik es un término que refiere a esa forma de hacer política basada en soluciones prácticas, esa política práctica o real que está más allá de cualquier ideología –hoy en día también de la moral–, y fue acuñado a mediados del siglo XIX, cuyo significado e interpretación podría haberse dado mayormente a partir de diversos debates intercambiados entre Bismarck y Leopold von Gerlach –su mentor– sobre la forma de asegurar el proceso de unificación de Alemania, de manera diplomática, por encima del odio nacionalista prusiano existente contra Napoleón III.
No obstante, en el estricto análisis, no se puede asegurar que Bismarck concibiera la ideología como ese “conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, una colectividad, una doctrina o una época” (Political Sciences Resource Center). Para el caso de la actividad política contemporánea, por ideología entendemos la izquierda, derecha, centro o sus variaciones. En resumen, no se asegura que la realpolitik de Bismarck se entendiera como la forma de hacer política alejándose de la ideología “partidista” que actualmente conocemos. Para Bismarck, la ideología de entonces era casi sinónimo de patriotismo, y el patriotismo prusiano era sinónimo de “cero relación” con la Francia de Napoleón III y enemigos.
Hace algunas semanas un personaje muy cercano a uno de los aspirantes actuales del PRI, comentaba a este escriba y a algunos otros colegas, sobre esa obligada y necesaria realpolitik para lograr la candidatura y gubernatura en Oaxaca, incluso, hacia alarde de las ventajas de aprender de él –siendo todo un maestro– esa política práctica, sumándose a sus desinteresados “consejos”.
Al respecto, no tenemos la menor duda que la realpolitik que se aplica hoy en día en Oaxaca tiene dos problemas severos: primero, que es probable que el concepto de Bismarck se entiende y se aplica erróneamente, pues el fin que menos parecieran buscar grupos cercarnos a algunos de los aspirantes –desconocemos si éstos lo saben–, es el de la unidad y la paz a través de la diplomacia política; y segundo, que esa “política real” que dicen aplicar, se ha llevado al extremo del pragmatismo, alejándose por completo de cualquier ideología política y moral, pero sobre todo, de todo sentido útil, contrario a la lógica bisckmariana.
Plutarco Elías Calles ideó el Partido Nacional Revolucionario en 1928 bajo la lógica de aglutinar de manera pacífica y “democrática”, a todas las fuerzas político-partidistas, ideológicas y revolucionarias (armadas), que habían quedado dispersas tras la revolución y sobre todo huérfanas, tras la muerte de Obregón como líder natural del país.
Para algunos historiadores, al inicio Calles tuvo una influencia marxista –misma que después contradictoriamente pareció haberse vuelto a la derecha conservadora, de acuerdo a don Jesús Silva Herzog– y es probable que haya sido heredada de Obregón, este a su vez de los constituyentes de 1917 y estos a su vez del Manifiesto del Partido Liberal Mexicano de 1906. El punto crucial es que para 1929, Calles supo bien que la ideología debía ser una social democracia, esa que hoy el PRI, en el artículo primero de sus estatutos, establece como la corriente socialdemócrata; esa doctrina, sistema político y económico, que no rechaza la democracia liberal y que por el contrario pretende, mediante vías pacíficas, institucionales y democráticas, proteger a las clases desprotegidas, razón por la cual su lema especificado en el artículo quinto es “democracia y justicia social”.
Si entendemos esa evolución de movimientos sociales e ideas pos revolucionarios, podemos entender que la realpolitik que hoy se vive en Oaxaca, específicamente dentro del PRI, se aleja además, del más importante principio partidista que heredó Calles a los priistas, el cauce institucional, mismo que 59 años después, llegó a democratizar Luis Donaldo Colosio Murrieta.
En medio de la coyuntura partidista que vive el PRI en Oaxaca, han existido sólo dos “áreas” priistas que de manera reiterada han expuesto la necesidad de hacer vigente ese principio de institucionalidad; la dirigencia, el Comité Directivo Estatal (CDE), representado específicamente por Héctor Anuar Mafud Mafud y un organismo especializado de divulgación ideológica e investigación socioeconómica y política del PRI (artículo 202 de los estatutos del PRI), la Fundación Colosio Oaxaca, presidida por Daniel González Montes de Oca.
Para la mayoría de quienes están inmersos en el ámbito partidista, pudiera parecer evidente que para dichas áreas sería ilógico manifestar alguna especie de “pronunciamiento” público dadas sus responsabilidades, sin embargo, no es del todo así. Para algunos grupos cercanos a diversos aspirantes, su realpolitik es incompatible con ese principio heredado desde 1929; su verdadera política práctica es una que en realidad procura el divisionismo, encono y la inmediatez.
Mencionaba un bloguero de nombre Juan Villacorta: “No es arriesgado elucidar que la ética como ejercicio en cualquier manifestación de la vida es hoy una profesión de alto riesgo, mantener unos principios e incluso cambiarlos cuando los modos de vida lo exigen es ciertamente una tarea de suicidas o mártires de la causa infinita del poder”. Es un hecho que la Fundación Colosio Oaxaca no funciona a través de ética de la inmediatez política, sino a través de una ética de largo plazo y con sentido social que más que beneficiar candidatos y proyectos electorales, beneficie un proyecto de Estado y beneficie a Oaxaca. Ahora bien, más allá de Calles y su principio de institucionalidad, es sin duda la herencia de Colosio, la cruz que más pesa a este organismo hoy en día.
En 1988 tras la designación de Colosio como dirigente nacional del PRI por el recién electo presidente, Carlos Salinas, fueron diversas las voces que se manifestaron en contra de la imposición de líderes en el partido, una de las más sobresalientes fue la de Alejandro Rojas, a cargo de la “corriente crítica”. Estos sucesos pero sobre todo la convicción propia que ya arrastraba desde su juventud, llevaron a Luis Donaldo a incrementar el nivel de autocrítica al interior del PRI y proponer una reforma interna por consenso, que iniciara la superación de esa cultura de la línea, el dedazo y autoritarismo. Meses después en un acto de congruencia, pondría a votación su cargo y el de la secretaría general, siendo ratificados en Asamblea General.
Ese hecho se cristalizó en la XIV Asamblea Nacional del PRI, donde se aprobaron reformas para la selección de dirigentes, realización de campañas internas en igualdad de condiciones y elección mediante voto directo y secreto, estableciendo una dirección colegiada al crear la figura del Consejo Político Nacional, además de priorizar la formación de cuadros, transformando el antiguo Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales, en “Cambio XXI Fundación Mexicana”, hasta recibir el nombre de Fundación Colosio después de la muerte de Colosio.
Esa cruz, es el compromiso de quienes actualmente representan dignamente, con lealtad, principios y ética, a la Fundación Colosio Oaxaca. Es por esa alta responsabilidad que la inmediatez política de esos grupos y otros mínimos seguidores que rodean a ciertos aspirantes, se vuelve una antítesis natural a la postura de unidad, propuesta y cambio que promueve la Fundación Colosio dentro del PRI en Oaxaca.
Durante esa misma XIV Asamblea Nacional, se recibieron más de cinco mil propuestas de ponencias y reformas sólo a los estatutos del PRI. Colosio había priorizado la agenda democrática del PRI porque sabía que era un paso crucial para tener mejores políticos y políticas para México.
Esa apertura y visión renovadora es la realpolitik que la Fundación Colosio ha fomentado con tan sólo ocho meses de trabajo a partir de que el nuevo presidente de la Filial Oaxaca tomara protesta estatutaria frente a un heredero cercano de la ideología colosista, el maestro Adrián Gallardo.
Han sido cinco acciones las que la Fundación Colosio Oaxaca ha priorizado sobre la agenda: primero, dar cabida a jóvenes estudiantes y profesionistas con perfiles, experiencias y aspiraciones completamente diferentes. Segundo, mantener una permanente planeación interna y comunicación, con legisladores federales electos, directivos estatales partidistas, delegados nacionales como Jesús Rodríguez y la Mesa Directiva nacional de la Fundación. Tercero, impulsar a nivel nacional la propuesta de realizar foros para conformar la propuesta electoral del PRI a nivel local, ejercicio olvidado más de treinta años atrás, hecho que coincidió con la instrucción del presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, para liderar los “Diálogos por el Oaxaca que Queremos” y así, dar cabida a las demandas y expresiones de la gente, por medio de tres foros regionales realizados en coordinación con el CDE y el ICADEP, además de siete mesas especializadas, quince mesas temáticas y la recepción de sesenta y un propuestas de la sociedad civil. Cuarto, analizar esas demandas reales y sentidas de la gente y transformarlas en propuestas dentro de la Plataforma Político Electoral que fue aprobada en Consejo Político Estatal y presentada ante el IEEPCO para cumplir con el requisito de Ley dentro del proceso electoral 2015-2016. Quinto, y sobre todo, impulsar nuevos perfiles que promuevan el cambio de esa forma de hacer política, de esa realpolitik que hoy lastima a Oaxaca.
Bismarck sabía bien que la flexibilidad era una característica esencial de la realpolitik. Flexibilidad que permitiera no dejarse llevar por apasionamientos que desviarán el cumplimiento de los fines propuestos. En ese sentido, a quienes estamos inmersos en la vida partidista, Oaxaca nos exige tres cosas: primero, menos apasionamientos y más política de altura; segundo, diplomacia y unidad política por encima de facciones y enconos partidistas; tercero y con mayor prioridad, un proyecto de Estado, una plataforma de propuestas concretas que le permitan saber a las y los oaxaqueños, no cuál es proyecto electoral de los aspirantes para los próximos seis meses, sino cuál es el proyecto de gobierno del PRI para dar certidumbre a Oaxaca durante los próximos 18 o 24 años.
Finalmente, sobre este último elemento, la Fundación Colosio Oaxaca en próximas semanas dará a conocer una propuesta específica que además, estará acompañada de una estrategia político-electoral que provea dirección y efectividad de campaña en medio del que probablemente será el proceso electoral más polarizado en la historia democrática reciente de la entidad, sin embargo, para que éste u otros proyectos dentro del PRI sean efectivos, es necesario que independientemente de quien sea el candidato(a) elegido, será necesario aquel grito que tras finalizar los trabajos de la XIV Asamblea Nacional presidida por Colosio se escuchaba al unísono y hacía vibrar a todos: ¡UNIDAD!
*Politólogo y consultor.
@CiudadanoCoke
cabildea.director@gmail.com