El anuncio del presidente estaduniense, Donald Trump, en uno más de sus dislates retóricos y excesos de instalar un extenso operativo militar en la frontera de Estados Unidos con México hasta la conclusión del muro, constituye un atentado a la buena vecindad de nuestros países, a la urbanidad política que se había venido construyendo por décadas y al respeto que merece nuestra condición de estrechos socios comerciales.
Emulando gestos de abierta enemistad y agresión entre vecinos, como la construcción de un muro y la militarización de la frontera artificial entre las dos Alemanias, en Berlín, durante la Guerra Fría, o más recientemente, a partir de junio de 2002, el muro de Cisjordania, el muro del apartheid, el presidente más hostil para México desde la invasión de los marines en 1914 encona como nunca la relación entre nuestros países al ritmo en que va perdiendo apoyos adentro, entre sus propios electores.
Concretamente, el líder del neofascismo ultraderechista en el antes autodenominado mundo libre advirtió, literalmente, que estamos preparando a nuestros militares para que aseguren la frontera entre México y Estados Unidos. Tendremos dentro de poco una reunión con el general Jim Mattis y todos los demás, y creo que es algo que tenemos que hacer.
Sin duda es una reacción al fracaso de sus gestiones por conseguir que el Capitolio le apruebe 25 mil millones de dólares para el muro. Hasta ahora, a casi un año y tres meses de su toma de posesión, el congreso federal sólo le ha autorizado alrededor de mil 600 millones de dólares, la vigésima parte para reparar el cerco ya existente en la frontera y construir otros tramos mínimos de la barda en sectores definidos en la Mesa de Otay, California. Una frustración que, como lo señalara el presidente Enrique Peña Nieto, debiera desahogar entre sus connacionales, no con sus vecinos.
Sin embargo, en medio del significado ominoso y lesivo para nuestra relación bilateral, uno de los efectos positivos de la amenaza en formato de anuncio mediático es que suscitó, además de la firme posición del Ejecutivo mexicano, una reacción generalizada de condena y un pacto implícito de unidad de todas las fuerzas políticas, encabezadas por sus candidatos presidenciales. Sí, de todos ellos.
El candidato a la coalición Todos por México, José Antonio Meade, hizo un llamado a los candidatos presidenciales para que todos se unan en la defensa de la soberanía y la dignidad de la nación.
Hago un llamado a todas la fuerzas políticas para externar de manera unánime nuestra más firme condena a este tipo de agresiones que nada abonan a la buena vecindad y a la solución de la agenda de retos bilaterales… el anuncio del despliegue de la Guardia Nacional en la franja fronteriza por parte del gobierno de Estados Unidos es una acción que no tiene razón de ser entre socios y amigos.
De manera categórica, convocó a que independientemente de nuestras diferencias políticas es momento de que todos los candidatos presidenciales nos unamos en la defensa de la soberanía y dignidad de la nación, articulando una convocatoria a la unidad nacional para externar nuestro repudio y rechazo a este tipo de medidas.
En rechazo a la militarización de la frontera, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, advirtió:
No aceptamos la construcción del muro con nuestra frontera. No aceptamos el uso de la fuerza, la militarización de la frontera, no se resuelven así los problemas. La paz y la tranquilidad son frutos de la justicia, vamos a hacer labor de diplomacia con el gobierno de Estados Unidos para hacerlos entrar en razón.
Es una medida carente de sentido, observó, pues existen pruebas de que el flujo migratorio de mexicanos a Estados Unidos y las deportaciones de connacionales también han registrado un decremento significativo, frente a lo que ocurría en el gobierno de Barack Obama.
Mientras el candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, envió un mensaje en video mediante sus cuentas de redes sociales, convocando a que nuestro país responda de manera firme ante la orden del presidente estadunidense Donald Trump de movilizar a su Guardia Nacional en la frontera con México.
Exigió que se analicen todos los aspectos de la relación entre nuestros países partiendo siempre de la premisa de un beneficio compartido para México y para Estados Unidos, a fin de presionar a que este país reconsidere su amenaza.
En idéntico sentido al llamado de los candidatos presidenciales postulados por coaliciones de partidos, la candidata independiente Margarita Zavala consideró que no es sensato pedir el intercambio comercial en la franja fronteriza al norte del país y calificó de hostiles las tentativas de militarización de la zona.
No es razonable que se obstaculice el intercambio comercial, no es razonable llamar a una militarización de la frontera Estados Unidos-México, no es un gesto de respeto, y por eso estoy exhortando a que se reconsidere esa medida hostil, puntualizó.
En suma, la temeraria amenaza trumpista de militarización de la frontera entre Estados Unidos y México ante el fracaso de la construcción del abominable e inviable muro es una afrenta a la dignidad nacional, una agresión más a los mexicanos pero en un tono mayúsculo e intolerable, que aún en medio de la efervescencia política de las campañas presidenciales ha suscitado el mayor gesto de unidad nacional. ¡Enhorabuena, poner a México por delante!
Ante la mayor embestida de la derecha neofascista en más de un siglo, ahora con los migrantes como los blancos del odio xenofóbico, primitivo y racista, es hora de cerrar filas, es hora de defender un solo bloque la soberanía nacional y un orden internacional de respeto a quienes compartimos, a través de una extensa franja de más de 3 mil 100 kilómetros, geografía, historia y comercio. Una mente desequilibrada no puede torcer una relación añeja, y durante las pasadas décadas, aunque no exenta de desencuentros, una relación civilizada, respetuosa y productiva.
Fuente: La Jornada en línea