Francisco llama a reformar el Papado

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En su primera exhortación apostólica, “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco aseguró que es la hora de los cambios en la Iglesia, reconoció estar “abierto a las sugerencias” para reformar el papado, alertó sobre “cierto estilo católico propio del pasado” y exhortó a evangelizar desde las necesidades de la gente.

El texto de 140 páginas fue difundido hoy por el Vaticano, cerca del mediodía italiano, tal como había sido anunciado. Francisco se lo había entregado el pasado domingo a un grupo de 35 personas en la misa de la Plaza de San Pedro. Y el contenido se filtró a través de Twitter horas antes de su difusión, debido a la gran expectativa que había causado.

“Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización”, sostiene Francisco en el documento.Y agrega: “No debe esperarse del Papa una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones”. “Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones”.

Y en alusión a los cambios del papado, advirtió que “una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”.

El pontífice argentino también advirtió que la desigualdad y la exclusión social “generan violencia” en el mundo y pueden provocar “una explosión”, criticó a quienes “viven en la idolatría del dinero” y alertó sobre “una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales”.

“Hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia”, aseveró en el documento.

“Ya no se trata simplemente del fenómeno de los excluidos o explotados, sino de considerarlos como desechos, sobrantes”, precisó rememorando las palabras que como Jorge Bergoglio acuñó en el Documento de Aparecida.

Tras reclamar una “reforma financiera que no ignore la ética”, reiteró que “el dinero debe servir y no gobernar”.

Asimismo, afirmó que “no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura” sobre el aborto, al advertir que “no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana” y ratificar que la defensa de la vida por nacer “está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano”.

Francisco reconoció, sin embargo, que “es verdad que hemos hecho poco para acompañar a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución para sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza”.

El Papa afirmó que “el verdadero Islam” rechaza la violencia e imploró “humildemente” a los países islámicos que garanticen la libertad de culto a los cristianos, además de subrayar la importancia del ecumenismo, el diálogo con otras religiones, tanto para la evangelización como para conseguir la paz.

“El ecumenismo es un camino ineludible de la evangelización. Es importante el enriquecimiento recíproco. ¡Cuántas cosas podemos aprender unos de otros!”, exclamó.

En la exhortación, el Papa también explicó que la Eucaristía “no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles, para que los que busquen a Jesús lo encuentren, pues si algo ha de inquietar es que tantos hermanos vivan sin la amistad de Jesús”.

“A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana. Es la casa donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”, dijo en referencia a los divorciados vueltos a casar, tema abierto al debate por el pontífice.

“Evangelio Gaudium” o “La alegría del Evangelio” es la primera exhortación apostólica del pontificado de Francisco, y recoge los trabajos del Sínodo de la Nueva Evangelización realizado del 7 al 28 de octubre, y constituye el segundo documento tras la encíclica “La luz de la fe”, redactada a “cuatro manos” con el papa emérito Benedicto XVI.

Agencias