Un primer avión con 60 personas en situación irregular a bordo despegó este jueves del aeropuerto de Lyon (centro-este) con destino a Rumanía.
Antes de fines de septiembre saldrán dos y luego lo harán otros, hasta cumplir el cupo de 700 gitanos deportados.
París insiste en que se trata de deportaciones voluntarias, pero las críticas se multiplican ante la ofensiva lanzada por las autoridades contra esa etnia, cuyos campamentos son desmantelados por todo el país.
Ante tal situación, el ministro rumano de Relaciones Exteriores, Teodor Baconschi, teme reacciones xenófobas en varias naciones europeas.
Luego de conocer el inicio de las deportaciones, Baconschi expresó a Radio France Internationale (RFI) su preocupación por los riesgos de desbordes populista y de reacciones hostiles en un contexto de crisis económica.
Si intercambiamos acusaciones o criminalizamos colectivamente a grupos étnicos, en lugar de encontrar soluciones, generamos tensiones, agregó el diplomático.
Francia prevé llevar a cabo la mayor deportación oficial en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, la cual podría afectar a miles de personas, según el diario búlgaro Sega.
La expulsión masiva de gitanos en situación irregular a Rumania y Bulgaria forma parte del plan de “regreso voluntario” a sus países de origen, una decisión que agudiza la polémica por la política de seguridad del gobierno galo.
Para Ilona Tomova, especialista en temas étnicos en Europa Central y Oriental de la Academia de Ciencias búlgara, entristece ver que Francia, “símbolo de la democracia”, echa una mano a quienes mancillan a los cíngaros, como también se conoce a los gitanos.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU se sumó a la ola de denuncias a Francia por vincular inmigración con inseguridad.
Desde Bruselas, la Comisión Europea afirmó la víspera que sigue con atención la polémica repatriación de gitanos rumanos y búlgaros, e instó al gobierno francés a respetar las reglas sobre protección de ciudadanos europeos.
PL