El uno de diciembre de 2010, Gabino Cué, asume el cargo de gobernador de Oaxaca, después de ocho décadas de gobernadores priístas. Llegó en la alianza “Unidos por la paz y el progreso de Oaxaca” con el PAN-PRD-PT-Convergencia.
Meses antes del proceso electoral para gobernador, anduvo con López Obrador, quien había planeado hacer un recorrido por 418 municipios de usos y costumbres de la entidad oaxaqueña.
El entonces senador Gabino Cué, se convirtió en la sombra de López Obrador. Con él se dio a conocer en toda la entidad. Esa fue su primer campaña política.
17 días después de haber iniciado el gobierno de Gabino Cué, comenzaron los escándalos con la falsificación de documentos profesionales. Al exdiputado local Alfredo Ahuja Pérez, quien ocupaba el cargo de secretario de turismo y economía, le descubrieron que su cédula profesional correspondía a otro nombre.
La secretaria general de gobierno, Irma Piñeyro Arias, no presentó su título ni cédula profesional. Éstos requisitos eran necesarios para ocupar cualquier cargo, ya que Gabino Cué, envió al Congreso del Estado, una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica del poder ejecutivo, donde establece que todos los secretarios de gobierno deben contar con título y cédula profesional.
Ante estos hechos, el gobernador de Oaxaca, dio un plazo de 24 horas a los funcionarios de su gabinete para que presentaran la documentación de acreditación de estudios universitarios, entre ellos el título y la cédula profesional.
Cuando Gabino Cué recibió la constancia como gobernador electo por parte del Tribunal Estatal Electoral (TEE), la gente que lo acompañaba comenzó a gritar “justicia, justicia, justicia”.
Cuando se anunció que Perla Woolrich, “La dama de hierro” sería la contralora del estado, todos los oaxaqueños se pusieron contentos. Todos dijeron, casi al unísono: Ahora sí las cosas van a cambiar.
Pocos días después, en una conferencia de prensa, nos apantalló al leernos una lista de nombres de los exfuncionarios más corruptos de la pasada administración, la de Ulises Ruiz Ortiz.
Pasaron los días y el silencio de la contralora se hizo permanente. Como si con eso nos tratara de acostumbrar a las aguas negras de la pudrición.
Un poco más tarde aparecieron los audioescándalos, donde se hicieron públicas las llamadas telefónicas entre Jorge Castillo y presidentes de partidos políticos, así como de diputados y exgobernadores.
Por ese montón de audios, la ciudadanía le exigió al gobernador, explicara los audio donde estaba involucrado Jorge Castillo, representante del gobierno en el Distrito Federal. Con ese cargo aparecía como parte del gabinete del gobierno del estado en su portal de Internet. Horas después del alboroto, “El Coco” fue borrado del sitio.
A partir de entonces, la desconfianza y la duda nacieron en la ciudadanía sobre quien gobernaba la entidad. La debilidad personal y política de Gabino Cué, a quien se le trató de dar una imagen de fortaleza, el pueblo lo comenzó a ver pequeño y débil ante la figura de Jorge Castillo.
Desde entonces, el pueblo se dio cuenta que quien gobernaba la entidad era Castillo y no Cué.
En los audio escándalos se escuchan las voces de Jorge Castillo con Alejandro López Jarquín, presidente en ese entonces de la Junta de Coordinación Política de la LXI Legislatura Local, hoy, secretario de desarrollo social y humano; Hugo Jarquín, diputado federal; Diódoro Carrasco Altamirano y José Murat Casab, ex gobernadores de Oaxaca; Luis Ugartechea Begué, expresidente municipal de la ciudad de Oaxaca, entre otros.
Jorge Castillo, contaminó todo, hasta los partidos políticos. Sus palabras hacia los presidentes de los partidos políticos y hacia todos los demás funcionarios, se escuchan sin respeto. Siempre humilla, ofende, degrada, avergüenza, doblega, somete y pisotea con sus palabras para que se le agachen.
La imagen de los que no representaban en las cámaras o los puestos de elección popular, se supone que son personajes con un alto nivel de liderazgo en nuestra entidad, pero con la desenmascarada que se les dio a estos políticos, la mayoría de los oaxaqueños nos sentimos traicionados y lastimados.
Pasaron algunos días de silencio por parte del gobierno, hasta que Gabino Cué, nos aseguró que Jorge Castillo, no tenía ningún cargo dentro de su gobierno. Con esas palabras, a Cué, se le olvidó lo que dijo en un improvisado mitin el día que recibió su constancia: que gobernaría “con la ley en la mano para rechazar la impunidad y la corrupción del gobierno que viene y de los pasados”.
Luego de estas palabras, la gente que lo acompañaba gritó: “ya cayó, ya cayó”, mientras otros coreaban: “Gabino”, “Gabino”, “Gabino”. Desde ahí, le aseguró a los oaxaqueños que: “Gobernaremos con pasión y entrega”.
Para cerrar su discurso dijo: “Para que haya paz tiene que haber justicia”.
Después de ese bochornoso caso, Jesús Martínez Álvarez, renuncia como secretario general de gobierno, y llega a este lugar, Alfonso Gómez Sandoval. Aquí se le hizo otra fractura en la imagen de Gabino. La gente leyó dos cosas con este movimiento: que Gabino, siempre ha trabajado por el PRI. Eso fue doloroso porque la población luchó por sacar a los priístas del poder. Y luego, reconoció la ciudadanía, que no había personajes de nivel dentro de los partidos de la coalición para ocupar ese cargo, ya que todos eran de la misma talla política y moral del diputado federal Hugo Jarquín.
Los escándalos no pararon. En el mes de abril del 2012, a petición del procurador de justicia del estado, Manuel de Jesús López López, el juez segundo de lo penal, Andrés Manuel Jiménez Méndez, solicitó, se revocan las órdenes de aprensión, en contra del ex secretario de finanzas, Miguel Ángel Ortega Habid, quien había sido acusado por el gobierno de Gabino Cué, del delito de peculado, ejercicio indebido de funciones y falsificación de documentos, en perjuicio de la Hacienda Púbica del Estado de Oaxaca y de la sociedad por haberlo encontrado inocente.
Pero no sólo este personaje fue encontrado inocente sino también otros exfuncionarios del ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, ellos fueron: el subsecretario de finanzas, Fernando Gonzáles García; el ex coordinador de comunicación social, Raúl Castellanos Hernández y la también ex vocera Juana Soledad Rojas Walls. A cada uno de estos se les anuló su orden de aprensión.
Gabino Cué, en menos de dos años perdió su valía frente a la sociedad. Llegó al poder por sus promesas, porque en todos los oaxaqueños sembró esperanzas. Desde su discurso de inicio de campaña dijo: “Gabino Cué se debe a ustedes y al respaldo de mucha gente como ustedes… por eso les digo que nunca les voy a fallar… ¡Se los garantizo!”.
La gente que escuchaba el discurso del entonces candidato, casi se sangra las manos por los aplausos cuando dijo: “Con lo que nos hicieron, ellos creyeron que también nos iban a robar la esperanza y que nunca más volveríamos a alzar la voz. Ilusos.”
Pero después de un año cuatro meses, después de que el mismo gobierno de Cué, había acusado a muchos personajes del anterior sexenio por delitos de peculado, ejercicio indebido de funciones, falsificación de documentos, etc., etc. El 17 de ese mes de abril, los declara inocentes.
Esa información cayó en la sociedad como una patada. Se nos aseguró que todos esos hombres eran buscados por la Interpol, y de un de repente, estábamos casi obligados a disculparnos con ellos porque en alguna ocasión los tachamos de corruptos.
Cuando la ciudadanía se empezó a inconformar por las violentas manifestaciones que la sección 22 realizaban las principales calles de la ciudad, Gabino, explicó la situación con esta declaración: “Oaxaca es un estado vivo por eso hay manifestaciones”. Con esta expresión, quedó bien claro que quien nos gobierna, reconoce que sólo los vivos tienen derechos sobre los muertos, porque eso somos según Gabino, y como muertos nada valemos.
En agosto del 2013, al presidente municipal de la Ciudad de Oaxaca, Luis Ugartechea, se le impidió el ingreso al auditorio Guelaguetza, por órdenes del secretario de seguridad pública Marco Tulio López Escamilla. Desde luego que esta orden no pudo haberla decidido López Escamilla, sino el mismo gobernador del estado.
En septiembre de 2013, Gabino Cué, estuvo en una entrevista de televisión con Carlos Loret. La entrevista inició con un Gabino muy jadeante, como si hubiera llegado corriendo al estudio o como si estuviera muy nervioso. Su respiración era alterada.
El lenguaje corporal de Gabino Cué, proyectaba debilidad. Su postura no siempre fue erecta. Después de algunas preguntas de Loret de Mola, el gobernador ponía la palma de la mano enfrente como para parar al periodista, lo que connotó impotencia.
Se presentó como desconocedor de datos imprescindibles para el estado. Es posible también, que al no estar al tanto de ciertos antecedentes, la gente entendió que su postura era como el de un defensor de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). En 27 minutos, la figura del gobernador de Oaxaca, quedó peor de lo que ya estaba.
Luego se vino otro escándalo de mayores dimensiones: el de la mujer que parió a su bebé en el pasto del Centro de Salud de Jalapa de Díaz. El secretario de salud de Oaxaca, Germán Tenorio Vasconcelos, dijo en un noticiero de radio de esta ciudad, que “seguramente a la mujer le dio pena y se fue a la parte de atrás para tener su hijo”. También aseguró que la mujer “tiene problemas de entendimiento del español”. Todas estas palabras de boca del secretario, fueron de discriminación. Cuando dice que por pena la mujer se fue atrás del hospital, la ve cómo él ha visto a todos los indígenas de Oaxaca: unos seres que están acostumbrados a parir como animales.
En esa entrevista radiofónica, mostraba más molestia contra el fotógrafo que captó la imagen cuando a la mujer se le cayó el hijo de entre sus piernas en el pasto, que con su personal del hospital, porque dijo: “Disparó muy rápido en vez de ayudar”.
Ha habido mucho más casos de mujeres que han parido afuera de las instituciones de salud en el estado, y todo por negligencia médica. Sólo estos asuntos de discriminación racial se ven y se practican, lamentablemente, en ciudades mestizas como la nuestra. Son formas sobrentendidas o inconfesables de segregación por el color de la piel o por la lengua o por la pobreza.
Afortunadamente, las fotografías y los videos subidos a las redes sociales, descubrieron el horror de los servicios de salud que reciben las mujeres indígenas de Oaxaca.
El 30 de octubre del 2013, La directora de campañas de la red global Avaaz org, Alice Jay, entregó un documento al gobernador del Estado Gabino Cué Monteagudo, con 50 mil 500 firmas para pedir la renuncia del secretario de Salud, Germán Tenorio, por el “escandaloso” caso de Irma López Aurelio, la indígena que se vio obligada a parir en el patio del Centro de Salud de Jalapa de Díaz.
¿Y qué creen que respondió Gabino? que esa decisión es “una facultad única y exclusiva del gobernador: nombrar y remover a los servidores públicos”.
Con esta declaración del gobernador de Oaxaca, quedó bien claro que aunque junten millones de firmas de ciudadanos preocupados por el bienestar de las mujeres más endebles, nada pasará, Gabino es quien decide y el pueblo que se vaya mucho a chiflar a la loma.
Otro caso muy preocupante dentro de este sexenio, es el conflicto limítrofe en la zona de los Chimalapas, que se encuentra entre Chiapas y Oaxaca. Es un problema desde hace más de 47 años.
Chimalapas es un reino clave para entender la creación de muchas plantas y animales. Es por eso que despierta tanta indignación en los oaxaqueños por las acciones provenientes de nuestro gobierno estatal, quien no ha sabido defender 180 mil hectáreas del territorio oaxaqueño. A veces se nos dificulta hacer mediciones en hectáreas, pero convertidos a kilómetros equivalen a 1800 kilómetros cuadrados. Es lo que está en riesgo para Oaxaca.
Dentro de esa área, nace el Río Coatzacoalcos. De ahí sale el 40 por ciento del agua que consumimos los mexicanos. ¿Lo sabian?
Lo increíble del asunto, es que la Constitución chiapaneca fue modificada en sus límites con la intención de invadir el territorio oaxaqueño en los Chimalapas.
En 1978 los gobernadores de Oaxaca y Chiapas, Eliseo Jiménez Ruiz y Salomón González Blanco, se reunieron para destrabar un conflicto de talamontes chiapanecos quienes cerraron los caminos oaxaqueños con cadenas y candados con el fin de extraer maderas preciosas.
Ningún gobernador de Oaxaca como Pedro Vásquez Colmenares ni Jesús Martínez Álvarez ni Heladio Ramírez López ni Diódoro Carrasco Altamirano ni José Murat ni Ulises Ruiz, se preocuparon por la zona de Chimalapas. Ante esa desatención de más de 38 años, hoy, nuestro gobierno, el gobierno del cambio, el gobierno de Gabino Cué, parece que por descuidos intencionales, quiere poner parte de nuestro territorio en manos chiapanecas.
Nadie puede negar que la entidad oaxaqueña pasa por una severa crisis de justicia y seguridad pública, así como una creciente violencia. El sexenio de Gabino Cué, estará en la historia como el sexenio de más asesinatos. A la fecha se contabilizan 685 muertes violentas. Dentro de estas cifras se encuentran diputados, presidentes municipales, dirigentes de partidos políticos, defensores de los derechos humanos, líderes sociales, etc.
El secretario de seguridad pública Alberto Esteva Salinas, chamaqueo al gobernador, al mentirle que Oaxaca tendría la mejor policía del país en un año, y que igualaría los tiempos de reacción de la policía en Finlandia.
Desgraciadamente los policías estatales terminaron en actividades altruistas como el de llevar café a los indigentes, pasear a “perros policía” frente a turistas, organizar bailongos, tocar danzones, atender ardillas entre otras ocurrencias.
Ocho meses 15 días han pasado desde que llegó Alberto Salinas al cargo, y unas horas antes de las fiestas patrias, los policías estatales se encuentran en paro porque piden la destitución del secretario, quien se ha dedicado a hacer crecer su imagen personal, pero a la vez, ha dado oportunidad de que las bandas delictivas actúen libremente en toda la entidad.
Por Horacio Corro Espinosa
Vía: Viral Noticias