Justo el miércoles que se dio a conocer el gabinete de crecimiento económico, el Fondo Monetario Internacional desplegó la sombra del estancamiento del sexenio del presidente López Obrador y el fantasma del crecimiento anual promedio de 0% del gobierno de Miguel de la Madrid comienza a ponerse sobre el sexenio actual: el FMI reveló que PIB promedio anual en los tres primeros años del gobierno actual sería de 0.7%.
La única manera de empujar al PIB es con inversión pública multiplicadora de inversión privada y sobre todo un clima de confianza de inversionistas que hasta ahora no existe. De ahí las posibilidades del gabinete de crecimiento, pero también las dificultades para regresar la incertidumbre a un empresariado en modo atonía.
El nuevo gabinete de crecimiento recupera el papel determinante del PIB como dato del crecimiento económico. Aunque desdeñado inclusive en círculos académicos, el PIB de todos modos es el indicador general por excelencia porque revela la suma de los bienes y servicios producidos por el país; es decir, señala de manera comparativa si la economíacrece, se estanca o entra en recesión.
Los compromisos de los Criterios Generales de Política Económica para 2019 y 2020 adelantaron un PIB promedio anual de 2.7% en todo el sexenio, aunque el Plan Nacional de Desarrollo tenía meta más alta en promedio anual: 4%, con 2% anual en 2019 y 2020, 4% anual en 2021 y 2022 y 6% promedio anual en 2023 y 2024, para hacer un promedio general anual en el sexenio de 4%. El PIB oficial de 2019, informado ayer jueves por INEGI, fue de -0.1%, contra el 2.1% de 2018.
Las metas del PIB dan indicios de la dinámica de la economía. En términos teóricos, el PIB debería crecer por arriba de dos variables determinantes: el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) o los mexicanos en edad de trabajar que se incorporan cada año por primera vez al mercado de trabajo formal y la meta de crecimiento de la población. La tasa de la PEA es de 2.8% promedio anual y la tasa demográfica es de 2%promedio anual.
Si el PIB crece por arriba de estos dos indicadores, entonces habrá una situación de crecimiento positivo y bienestar; pero si se queda debajo de esos dos indicadores, entonces quiere decir que la economía es incapaz de crear los bienes y servicios que requiere la población vinculada a la economía de bienestar.
El PIB promedio anual del sexenio de De la Madrid 1983-1988 fue de 0%; sin embargo, a lo largo del sexenio hubo 8.4 millones de mexicanos que solicitaron empleo por primera vez y no lo encontraron porque la economía no creció y no creó empleo y en esos seis años la población total creció en aproximadamente 7.2 millones. Ahí se incubó la crisis de bienestar del Estado.
El documento reciente de expectativas económicas del FMI está firmado por el mexicano Alejandro Werner, subsecretario de Hacienda en el gobierno de Calderón y luego funcionario del Banco de México. Y exhibe las expectativas trianuales de México en 0.7% en 2019-2021, contra 1.3% para América Latina, con el efecto negativo del PIB de Venezuela: -35% en 2029, -10% en 2020 y -5% en 2021.
El estancamiento mexicano contrasta con la dinámica productiva en algunos países de la región en el promedio trianual muy superior: 1.9% Brasil, 3.5% Colombia y 3.1% Perú.
El estancamiento de México tiene que ver con una decisión de política económica monetarista: disminuir el PIB como una forma de bajarle presiones a la inflación. El presupuesto federal de México en 2019 no se destinó a actividades productivas sino a destinos asistencialistas improductivo, con ajuste de gasto, reducción de personal y baja salarial global. Asimismo, no hubo ningún programa de inversiones públicas y las inversiones privadas se redujeron ante el clima de incertidumbre para los negocios.
Las previsiones del FMI pusieron un crecimiento promedio en 2020 de 1%, inclusive a pesar de la firma del Tratado de Comercio Libre 2.0, debido a que los ajustes se hicieron para beneficiar a los empresarios de los EE. UU. y no a los mexicanos.
En este contexto, el gabinete de crecimiento podría estar anunciando la disminución del gasto asistencialista y el destino presupuestal a inversión productiva. El desafío es subir el PIB de 2019 a 3% mínimo.
PRI: Alito, florero. El presidente del PRI acaba de probar la realidad: su cargo nada significa, los gobernadores priístas se mueven por su cuenta y sin controles del partido. Así, Alejandro Moreno Cárdenas Alito no tiene ningún hilo de control en el PRI; criticó el Instituto de Salud para el Bienestar, pero los gobernadores priístas dieron todo su apoyo al nuevo organismo. El dato es importante porque estaría mostrando que el presidente del PRI será un cero a la izquierda en la definición de candidaturas legislativas el 2021.
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