En los pasillos del poder ha comenzado a resumirse el caso del gobernador veracruzano Javier Duarte como una repetición del modelo de Ernesto Zedillo de “sana distancia” en la relación presidente de la república-PRI que llevó a la alternancia partidista en el 2000.
La aplicación del enjuiciamiento de Duarte en el PRI lleva a una estampida de priístas del partido y lejos de la alianza con Los Pinos o a una paralización del mecanismo de la corrupción que mantiene funcionando la estructura de poder del partido.
Como lo que menos suponen los priístas es una oleada de honestidad que buscara limpiar los establos del tricolor porque no habría quien apagara la luz, entonces la carga del aparato de poder priísta contra el gobernador Duarte y la posibilidad de que otros políticos pasen por el mismo ojo de la aguja tiene otra explicación: un escenario no conflicto para Enrique Peña Nieto como expresidente de la república.
Cuando menos hay cinco puntos de coincidencia con el 2000 de Zedillo: presiones priístas para imponerle al presidente candidato presidencial, tendencias del voto adversas al candidato tricolor, expedientes presidenciales en tribunales internacionales sobre temas mal operados, Hillary Clinton en la Casa Blanca como Bill en 2000 y una estructura priísta incapaz de ganar elecciones.
En este escenario habría que colocar dos piezas más: la posibilidad de que Margarita Calderón sea la candidata del PRI y entonces se ponga en operación un mecanismo de lealtad institucional –Peña Nieto no persiguió ningún expediente negativo de Felipe Calderón– y el perdón adelantado de Andrés Manuel López Obrador a corruptos priístas. Como nunca antes, desde el 2000 existen mecanismos en funcionamiento que pudieran indiciar en tribunales internacionales a expresidentes de la república. En el 2000 quisieron hacerlo con Zedillo por el caso Acteal –matanza de indígenas en Chiapas–, pero el gobierno de Fox lo protegió.
La persecución priísta contra Duarte se dio con tres datos novedosos: el presidente Peña se distanció de toda la etapa de enjuiciamiento mediático a pesar de contar con mecanismos de protección institucional; el PRI peñista con el intendente Enrique Ochoa Reza procesó el caso Duarte sin darle oportunidad de una salida institucional lateral y con la intención de humillar a los priístas; y Duarte fue entregado al gobernador electo panista Miguel Ángel Yunes Linares como una ofrenda al PAN que aventaja en las encuestas electorales presidenciales del 2018.
La forma –que es fondo: Reyes Heroles– de procesamiento del caso Javier Duarte en el PRI sin tomar caminos laterales de control de daños institucionales dejó en los priístas la sensación de distanciamiento del presidente Peña Nieto del PRI; se trataría de una reiteración –con los defectos propios de las repeticiones– del escenario del 2000: Zedillo no pudo poner a su candidato y operó la alternancia como una manera de proteger su expresidencia.
En política las repeticiones no siempre son mecánicas, pero a veces sirven como fugas hacia delante.
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The White House 2016: Dato revelador: el debate del lunes no movió la tendencia de las encuestas, ni a favor de Trump ni a favor de Hillary… Por cómo se presentan las cosas, por primera vez el debate entre candidatos a vicepresidencia podría ayudar un poco a posicionar tendencias. Y los dos son experimentados congresistas… Y quedan dos debates más entre Hillary y Trump… El caso es que faltan apenas seis semanas para la elección.
Política para dummies: La política es la habilidad de entender hechos pasados para que no se repitan como farsa.
Sólo para sus ojos:
- Dicen que el primer sorprendido por el aislamiento político en que se encuentra el nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, es él mismo. Porque habla con priístas, le dan la razón a su nuevo líder pero salen de su oficina y las cosas siguen igual. Los priístas que sí conocen los pasajes secretos y túneles del PRI son los que van a seguir aislándolo.
- Prendió el caso Atenco de 2006 por la información destacada en primera plana por el The New York Times de Carlos Slim. Ya lo tomaron medios nacionales por la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
- La seguridad en el DF sigue perdido el control de zonas territoriales porque las autoridades carecen de un enfoque estratégico de inteligencia y se basan en las notas y fotos publicadas en medios y redes para desplazar personal policiaco. El peor aviso para las autoridades es que la delincuencia está invadiendo zonas de clase media y clase alta donde la estridencia es mayor y afecta las intenciones políticas del jefe de gobierno para el 2018.
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