Don Javier Antonio Jiménez de 72 años de edad, con profunda tristeza recuerda el momento trágico que vivió junto con su esposa Minerva Santiago, sus hijos y nietos, la noche del 7 de septiembre del 2017, cuando un sismo magnitud 8.2 grados sacudió la tierra y destruyó su patrimonio que por años había edificado en Santa María Xadani.
“Fue una noche de desesperación, de miedo, de incertidumbre, no sabíamos qué hacer, lo único que hicimos es resguardarnos y entre la obscuridad ver con tristeza que la casa se había caído. Salimos a la calle oíamos gritos, gente rezando y llorando”, relató don Javier a través de su nieto Vicente Guerra.
Hablantes de la lengua zapoteca, expresaron su gratitud con las fuerzas armadas quienes fueron los primeros en llegar apoyarlos con despensas, “teníamos mucho miedo porque seguía temblando, nos quedábamos en la noche a dormir en la calle, la comida empezaba a escasear, pero gracias a Dios, llegaron los soldados y nos dieron despensas para que pudiéramos comer”, expresó.
“Hemos aprendido que debemos estar alerta, tener presentes que esto no va a parar y no sabemos cuándo se vaya a presentar nuevamente, por eso ahora tenemos papeles a la mano y hemos aprendido a despejar las salidas”, dijo al saber que aún se presentan sismos que tienen a la población con esa mala experiencia.
A casi un año del siniestro, don Javier Antonio y su familia recuerdan el momento en el que el Presidente Enrique Peña Nieto y el Gobernador del Estado Alejandro Murat Hinojosa, recorrieron a pie las calles de Xadani –el 13 de septiembre de 2017-, “vino Peña Nieto, nos volteó a ver, vio que se cayó la casa y nos ofreció su ayuda”, narró la señora Minerva Santiago, “él y el gobernador nos dieron ánimo para que creyéramos y supiéramos que nos iban apoyar”, añadió.
Vicente Guerra, nieto de don Javier, manifestó su alegría porque a pesar de la tragedia hoy tienen un lugar seguro, “estamos agradecidos porque nos dieron el apoyo con unas tarjetas para volver a construir nuestras casas, cumplieron con lo que nos dijeron y no sólo a nosotros, sino también a nuestros vecinos, somos tres familias que vivimos aquí, ahora en un techo seguro”.
Al cumplirse un año del devastador sismo de 8.2 grados ocurrido la noche del 7 de septiembre del 2017, la herida aún sigue abierta en muchos de los hogares istmeños, ante la pérdida de un ser querido o de su patrimonio, estos últimos recuperados gracias al apoyo gubernamental –con el proceso de reconstrucción- y decisión de las mismas familias.
En Santa María Xadani varias de las familias que ahí habitan, han logrado reconstruir sus casas, las tareas de autoconstrucción o bien mediante alguna empresa dedicada a tal fin continúan, a un año de esta tragedia la vida en este lugar poco a poco ha regresado a la normalidad, siempre con el recuerdo imborrable.