La policía desalojó el lunes con gases lacrimógenos a centenares de personas que intentaron sacar de la morgue los cuerpos de los reos que murieron la semana pasada en un incendio desatado en una cárcel en Honduras.
“Los familiares, en su mayoría mujeres, ingresaron violentamente a la morgue, abrieron un contenedor frigorífico y abrieron al menos seis bolsas pláticas que contenían cadáveres”, dijo el portavoz de la fiscalía, Melvin Duarte.
“Esas personas irrumpieron gritando al lugar y de forma amenazante, pero las autoridades controlaron rápidamente la situación”, añadió.
Duarte informó que no hubo golpeados ni heridos en el desalojo.
Los protestantes, que desde el martes aguardan la entrega de los cuerpos de sus familiares unos 30 metros de la morgue, se enfurecieron al observar a la distancia que los médicos forenses colocaban algunos cuerpos en el pavimento de la calle.
“Eso se hizo porque los cadáveres iban a ser trasladados a un camión para llevarlos a la Facultad de Medicina (a un kilómetro del lugar) con el propósito de continuar el proceso de identificación”, explicó Duarte.
Los enardecidos familiares continúan en el sitio y exigen la pronta identificación de los cadáveres.
En seis días, unos 20 médicos forenses de diferentes nacionalidades han entregado alrededor de 16 cuerpos para ser sepultados.
Desde el incendio ocurrido el 14 de febrero en la granja penal de Comayagua, a unos 80 kilómetros al norte de Tegucigalpa, sólo 32 cadáveres han sido plenamente identificados por los profesionales.
En el siniestro murieron 359 reos. La prisión, construida en 1978, albergaba a 852 reclusos, cuando su capacidad era de 250.
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