Washington inició una campaña en dos frentes, el jueves, para impulsar el fin de una guerra en Siria y el inicio de otra.
Mientras el secretario de Estado, John Kerry, trataba de negociar en Alemania las condiciones y la fecha de un cese de fuego entre el gobierno sirio y los rebeldes moderados, el secretario de Defensa, Ash Carter, en Bélgica, se afanaba por ganar apoyo para la lucha contra el grupo Estado Islámico.
En tanto, Washington y Moscú intercambiaron acusaciones sobre el bombardeo de zonas civiles en torno a la asediada ciudad de Alepo, donde se intensificaban los combates y crecían los temores de un éxodo masivo de civiles.
El Ministerio de Defensa ruso rechazó una acusación del Pentágono de que aviones rusos bombardearon dos hospitales en Alepo y sostuvo que sólo aviones estadounidenses habían operado sobre la ciudad, el miércoles.
El vocero del Ministerio, mayor general Igor Konashenkov, dijo que los jets rusos atacaron blancos a no menos de 20 kilómetros de Alepo, y que dos jets estadounidenses A-10 provenientes de Turquía sobrevolaron la ciudad.
El vocero del Ejército estadounidense en Bagdad, coronel Steve Warren, dijo que la denuncia rusa era “un invento” y que el incidente era un ejemplo del uso “indiscriminado” de la fuerza por parte de Rusia.
En la sede de la OTAN en Bruselas, Carter trató de obtener apoyo para acelerar la lucha contra los milicianos.
En Siria, combatientes curdos y sus aliados tomaron una base aérea en el norte de Siria, que estaba protegida por la ofensiva de la aviación rusa, mientras Moscú anunció el jueves que su campaña realizó más de 500 misiones de combate en Siria, la semana pasada.
El ejército sirio, respaldado por Rusia desde el aire, lanzó una amplia ofensiva en el norte del país a principios de febrero, con la que consiguió tomar zonas controladas por combatientes de la oposición. Damasco intenta ahora recuperar vecindarios rebeldes de la ciudad de Alepo.
Los curdos sirios están entre los grupos más efectivos en la lucha contra la milicia extremista Estado Islámico, pero se han mantenido neutrales en la guerra que enfrenta al presidente Bashar al-Assad y a los rebeldes que luchan por derrocarlo.
Pero el miércoles, las unidades de protección del pueblo curdo, o YPG, lanzaron un ataque combinado con varios grupos aliados árabes para capturar la base militar de Mannagh, algo que lograron más tarde ese día, según dijeron un comandante rebelde y un grupo activista. Los curdos parecen estar aprovechando el caos reinante en el país para ampliar su enclave cercano, conocido como Afrin.
Abdul-Jabbar Abu Thabet, un comandante rebelde local de la provincial de Alepo, dijo el jueves que combatientes del YPG tomaron la base aérea de Mannagh tras intensos combates. La ofensiva se produjo mientras aviones de combate, se cree que rusos, realizaban unos 30 ataques aéreos en la zona, dijo el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña. El YPG y sus aliados tomaron también una localidad cercada, llamada también Mannagh, agregó.
Agencias