Comienza el otoño, terminan las lluvias, los días duran lo mismo que las noches y el equilibrio se manifiesta al completarse el ciclo hidrológico y meteorológico que luego de la temporada de huracanes y lluvias que han recargado mantos freáticos, represas, arroyos y ríos aseguran que la próxima estación, el invierno, sea de prosperidad y abundancia, porque a diferencia de los habitantes septentrionales o nórdicos, los que viven al norte del Trópico de Cáncer, nosotros que vivimos en Mesoamérica, entre los trópicos de Cáncer y Capricornio cerca del Ecuador, no nos preocupamos mucho por la primavera, en principio porque en nuestra latitud siempre es primavera, perpetuamente hace calor, y no nos alegramos tanto como sucede con la Navidad, que es el nacimiento del Sol luego del solsticio de invierno y el desplazamiento del sol al norte asegura el fin de la oscuridad y el frio para dar paso a el calor y luz primaveral en el norte del mundo.
Para los nórdicos europeos y asiáticos el fin del invierno es el mejor tiempo del año y así se nos enseña también, pero no es así realmente, para nosotros porque no vivimos más allá de latitudes superiores a 30 grados, y, en consecuencia geográfica, la mejor estación es otoño porque después de las hostilidades y desastres derivados de las lluvias, tormentas, inundaciones, deslaves, aluviones y desbordamientos, lo que viene es el mejor tiempo del año con clima fresco, abundancia de agua, insectos, flores, cosechas y la mejor recolección agrícola y ganadera derivada de buena alimentación de animales herbívoros que nutrirán a carnívoros, abundando leche, miel, carne, granos, tortillas, frijoles, manteca y todo lo que se utiliza para hacer tacos, clayudas, memelas, tamales, barbacoa y todo los delicioso de la gastronomía oaxaqueña, que de no ser por las lluvias de verano no sería posible obtener localmente en otoño, así que de la misma forma que para Europa o EU, la mejor estación es primavera, para los mesoamericanos es otoño, que además incluye grandes celebraciones como el 12 de octubre, fecha que marca el inicio de la conversión de los mexicanos al cristianismo, dejando de adorar a Tonatiuh para venerar a Jehová, además de las conmemoraciones y fiestas de todos santos y fieles difuntos, la Lunada Poético Cultural del Observatorio Astronómico Municipal y la Noche De las Estrellas, que debido a que a partir de octubre comienzan los cielos despejados, como lo indica una canción popularizada por Pedro Infante: “de las Lunas, la de octubre es más hermosa, porque en ella se refleja la quietud… Las noches de otoño son diáfanas y trasparentes, siendo el entretiempo favorito para la contemplación celeste, la astronomía y, en especial en el Observatorio Astronómico Municipal este jueves 22, en equinoccio de otoño, observación telescópica solar, conferencias sobre días ascios, solsticios y equinoccios, y la mejor forma para cargarse de energía. Todo a partir de las 11 horas en las instalaciones astronómicas municipales al final de la Vía de Copérnico en el Cerro del Fortín. La entrada y acceso es libre.