Para muchos estudiosos, el tema de la igualdad de género tomó el centro del escenario durante los siglos XIX y XX, mientras se discutía el derecho de las mujeres a votar, pero el sufragio sólo es una parte de un asunto más amplio.
En muchos países, incluso no se trata de géneros, sino de clases, pues hombres y mujeres podían votar siempre y cuando tuvieran respaldo social y financiero.
Al obtener el derecho al voto, las mujeres no tuvieron mayor equidad. El número de mujeres que trabaja fuera de casa se incrementó, sobre todo desde la segunda mitad del siglo pasado, y el debate se centró en el derecho a trabajar y posteriormente en el derecho a una paga igual.
En el frente de la educación, los esfuerzos se fundamentan en derecho a mejorar la educación de las niñas, para que tengan éxito en el futuro, y parece que en ese aspecto, la batalla ha ido avanzando, porque ellas tienen mejor desempeño que los niños en las aulas.
Entonces, ¿por qué todavía necesitamos conmemorar el Día de la Mujer el 8 de marzo? La respuesta, de acuerdo con la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económicos, es sencilla: porque la igualdad de género no es universal. Mientras los esfuerzos internacionales así como las Metas del Milenio han logrado que un mayor número de niñas termine al menos la educación primaria en el mundo desarrollado, todavía hay lugares en los que el derecho de las niñas a estudiar no es totalmente aceptado.
En México, hombres y mujeres tienen un promedio de 15 años de vida escolar. A los 15 años, las adolescentes mexicanas obtienen, en promedio, 438 puntos en la prueba PISA en comprensión de la lectura, comparado con los 413 puntos que obtienen los niños.
Y la oposición a la equidad de género es sólo el inicio hacia la violencia. El tema que la ONU ha pedido que se tome en cuenta este 8 de marzo es “Tiempo para la acción hacia el fin de la violencia contra las mujeres”. Si una niña recibe un disparo en un camión para evitar que acuda a clases, o una mujer es violada y asesinada en su camino a casa, cuando viaja acompañada de su novio, poner fin a la violencia es parte de lograr la equidad de género.
Existen países donde las mujeres están tan instruidas como los hombres, pero aun así perciben salarios menores que los de los señores y deben luchar más fuerte para lograr que sus carreras cobren fuerza o para empezar su propio negocio o incluso viven con temor de que haya violencia física contra ellas por su edad o su estatus social.
En nuestro país, de acuerdo con cifras de la OCDE, 46% de las mujeres entran al mercado laboral después de completar sus estudios académicos, mientras que 86 por ciento de los hombres termina su carrera antes de comenzar a trabajar. Sin embargo, las mujeres hacen más trabajo no remunerado: 373 minutos al día, en comparación con los 113 minutos que le dedican los hombres.
Las mexicanas son menos propensas a volverse empresarios, pues sólo 2.2% de las empleadas eligen volverse empleadoras, en comparación con 5.8 por ciento de los hombres que toman esta decisión.
Todos estos asuntos conciernen a hombres tanto como a las propias mujeres y quizá el día internacional de las mujeres es el momento perfecto para recordar que debemos permanecer vigilantes para que la equidad de género de cumpla y para asegurarnos de que los sistemas financiero y legal sean el marco para que ellas vivan en paz.
Si ambos, hombres y mujeres, deben salir a trabajar para mantener un hogar, el sistema de cuidados parentales debe reflejar esa realidad, de la misma manera que los sistemas de pensiones deben estar diseñado para que en el futuro las mujeres y los hombres retirados no deban depender de nadie más para tener una vejez digna.
Si las sociedades necesitan más gente que tenga conocimientos científicos específicos para desarrollar tecnologías, el reto es que la ciencia sea interesante para un número mayor de estudiantes, pero la cantidad de hombres que elige estudiar ciencia aumentó más rápido que el nivel de niñas que eligió estas carreras en la primera década de este siglo XXI entre los países de la OCDE, con una proporción decreciente de niñas que eligieron estudiar carreras relacionadas con la computación, pues la tasa pasó de 23 a 19 por ciento.
En universidades en México, 64 por ciento de las carreras dedicadas a la salud y al bienestar son estudiadas por mujeres, mientras que sólo eligen estudiar 36% de las carreras relacionadas con asuntos de computación.
Si sólo 5% de las adolescentes de 15 años que habitan en los países integrantes de la OCDE elige estudiar ciencias, ingeniería o computación, ¿cómo se están manejando estas materias en la currícula escolar, cómo opera la cultura científica en las aulas? ¿Acaso las niñas eligen ignorar los trabajos que requieren altos niveles de capacitación o largas horas de permanencia en el área laboral, porque consideran que esto podría tener un costo extremadamente alto en su futuro? Si en realidad consideramos de manera seria que es necesario lograr un balance en el campo de las ciencias, ¿qué hace falta cambiar el panorama actual?
Y aunque la discusión de la equidad de género se ha centrado en las mujeres, no podemos olvidar que ellas son sólo la mitad de la historia, porque el Día Internacional de los Hombres es mucho más reciente que el Día Internacional de la Mujer, pero se ha convertido en más que un recordatorio, el 19 de noviembre, de que existen problemas reales que necesitan solución. ¿Cómo podemos definir qué hace a un buen hombre a un buen padre, si los estereotipos que nos formamos durante el siglo 20 ya están rebasados?, ¿por qué los hombres no tienen el mismo desempeño que las mujeres en las aulas?, ¿por qué la esperanza de vida de los hombres es mucho menor que la de las mujeres? Porque las mexicanas tienen una esperanza de vida de 78 años, mientras que los hombres viven alrededor de 73 años.
La lección que todos debemos aprender es que no existe una solución sencilla o permanente para el debate de género. Las mujeres suecas ganaron el derecho al voto en la primera mitad del siglo 18, sólo para perderlo 50 años después. Eso es un recordatorio de que los derechos de las mujeres se pueden perder de la misma forma que se ganaron, por lo que debemos permanecer alertas y vigilantes del proceso de creación de mejores políticas que contribuyan a mejorar la vida de todos, hombres y mujeres.
Agencias