Entrevista Padre Alejandro Solalinde

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La Cita es cuarto para la seis de la tarde y llego rayando a una vieja casona marcada con el número 520 en su exterior en viejo barrio de Santa María la Ribera. Me recibe una joven risueña que me saluda con mucha familiaridad. Apenas ingreso a esta casa, me viene a la mente pasajes de mi infancia escolar cuando era llamado a la Iglesia de Consolación por alguna falta, recuerdo que estilaban los sacerdotes directivos de aquel colegio donde curse mis estudios hacernos pagar nuestras travesuras con faenas de limpieza o apoyo a las catequistas. Esa remembranza me hace entrar en confianza. Domino el ambiente clerical y los protocolos que lo acompañan.

La espera es breve y, tras un momento aparece con cierto dinamismo el padre Solalinde. Confieso que la idea que yo tenía de él era otra. Desde los medios de comunicación me proyectaba la imagen de un hombre rudo y colérico, de inmediato me doy cuenta que los medios no le hacen justicia. Saluda con frescura y calidez, se ve que anda de buenas. Me invita a pasar a una sala bien iluminada con muebles estilo Luis XV, organizada en óvalo que se conjuga con imágenes religiosas y una fotografía del Papa Francisco I. Me ofrece que haga mío el espacio y escoja el lugar de mi preferencia para realizar la entrevista.

Antes de que pueda encender mi grabadora mi interlocutor está acomodado en un sillón largo y percibo que espera ansioso la primera pregunta. Aprovecho el ánimo favorecedor y lanzo:

Padre, me resulta inevitable iniciar por un reciente y penoso capítulo de la Iglesia Católica, que generó las expresiones del cardenal Sandoval Íñiguez respecto a que las mujeres son corresponsables de los feminicidios. ¿Qué opina usted?

R: Bueno aquí no hay posiciones, tratándose de derechos humanos no hay más que una postura, la iglesia católica no puede ser tibia ni puede ser indefinida en esto, hay algo que no es negociable: la dignidad de las personas y los derechos humanos. La vida de las mujeres se tiene que defender. Lo que pasó con el cardenal Juan Sandoval fue algo muy vulgar. Porque él siendo una persona, ya no digamos cardenal sino como persona mayor, debería de honrar su edad.

El cardenal Juan Sandoval debería tener prudencia. Sus comentarios son totalmente innecesarios, son totalmente infelices porque de por sí la mujer tan vulnerable como está, y luego todavía criminalizándola más de algo que sucede, no está bien. Además la iglesia católica, hay que decirlo, es la primera entidad, la primera institución que conserva la vigencia cultural machista patriarcal desde los judíos cristianos.

La iglesia sigue reproduciendo en sus feligreses esa supremacía del hombre y la sumisión de la mujer y obviamente el desprecio a la vida. No hay que olvidar que son la mayoría los católicos los que hacen estos crímenes.

Se percibe lejana a la Iglesia Católica ante el sufrimiento de miles en esta escalada de violencia que padecemos. ¿Por qué?

R: En el gobierno de Peña Nieto la Iglesia sufrió los mayores crímenes de sacerdotes, de periodistas, defensores y defensoras de derechos humanos, de migrantes, esto ha sido muy notorio. Pero a la Iglesia hay que distinguirla: hay Iglesia de arriba e Iglesia de abajo.

A la Iglesia de arriba el gobierno no la toca, al contrario, creo que les concede privilegios, les regala “cositas” y algunos miembros de la iglesia de arriba son personas agradecidas, no cuestionan porque les dan “regalitos”. Otros no y se han mantenido prudentemente a la distancia. Pero también es cierto que la Iglesia católica no se ha caracterizado por denunciar los crímenes que muchas veces se hacen desde gobierno, desde la misma burocracia gubernamental.

Yo insisto en que hay crimen organizado, pero también el crimen autorizado.

Usted conoce muy bien Oaxaca, ¿Cómo lo ve?

R: Oaxaca vive una gran confusión. Es un estado fragmentado porque las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones de lucha, se encuentran separadas, no se han unido. Pero además, hay que decirlo, no sólo en Oaxaca sino en todo México. El sistema lo ha sembrado el PRI, ha sembrado el terror, el miedo y esto hace pensar que no puede haber un cambio, que se tiene que seguir con lo mismo, lo cual no es cierto, las cosas pueden cambiar.

Me da pena ver la fragmentación que hay en Oaxaca. Hay una fuerza muy grande, yo pienso que es el estado, quizá más politizado, pero más fragmentado, es como un gigante dormido o adormecido. Y esto le puede pasar a Morena también allá, Morena también se está fragmentando en Oaxaca, porque están haciendo grupitos, están cayendo en las tribus y así no van a llegar a ningún lado.

Hablemos de política ¿Qué nos estamos jugando en el 2018?

R: El 2018 no va hacer una elección más de un mandatario. Va a ser la lucha por un rumbo, por un modelo económico, por un país que queremos. Y al menos para mí hay dos bloques: el PRI y los demás partidos de derecha, y por el otro, una esperanza: Andrés Manuel. Es un hombre honesto. Pero esto no significa que Morena vaya a ser la solución, ni que tampoco Andrés Manuel vaya a ser el Mesías, es una oportunidad de última hora para que quienes creemos que hay que construir un México diferente.

No podemos seguir aumentando la desigualdad, la corrupción es un cáncer que ha sostenido a este sistema y a este gobierno. Da vergüenza que 15 familias sean dueñas de casi todo México, y que siguen aprovechándose de las ganancias, es vergonzoso que 88 pinches pesos se le pague a una persona que trabaja y que entrega su vida sudando, es una afrenta, sabiendo que el pueblo es el dueño de sus recursos. Todo esto se tiene que revertir.

¿Qué opina de José Antonio Meade como candidato externo del PRI?

R: Meade no es algo diferente, de ninguna manera. No es ciudadano por que se había identificado con el PAN, ahora le viene bien decir que se identifica con el PRI, pero en realidad no hay diferencia. Él es un hombre del sistema capitalista neoliberal, es un hombre que representa la misma ruta de dependencia con Estados Unidos. Yo no creo que él vaya a combatir la corrupción, porque ha tenido puestos muy importantes y no se le ha visto como un líder que incida en el cambio, ni en la rectificación de un partido que debió cuestionar para que tomara otro rumbo, y no lo hizo. Simplemente se ha alineado, por eso yo no espero que surja nada nuevo de él, porque no conocemos ningún antecedente diferente, es más de lo mismo.

¿Dónde ubica el principal obstáculo para que México progrese?

R: En la educación y en la conciencia. Ni la Iglesia Católica ha despertado la conciencia crítica en la feligresía ni tampoco el Gobierno en la ciudadanía. Tenemos una educación bastante acrítica, fragmentada e infectada del sistema capitalista. Porque pareciera que lo que importa es lo material y no una postura ética para amar a su pueblo, para amar a nuestra tierra, cuidarla, porque es patrimonio de todos.

Se maneja su nombre como posible Senador de Morena, en términos políticos ¿Qué viene para el padre Solalinde?

R: Primero déjeme decirle que yo no soy político, aunque haga política, pero soy misionero itinerante estoy llamado a participar en el reino de Dios. Yo no busco nada, no hay nada que me puedan ofrecer, no me interesa. No hago política de partido, porque no soy de ningún partido. Morena es la opción que me queda, yo ya opté por el PRD, apoyé al PAN, incluso al PRI. Pero cuando me convencí que eran la misma cosa y que no podían cambiar, y que no querían oír nada que viniera de abajo, entonces opté por lo nuevo. Y si Dios me da vida y, me dejan vivir también a los que les estoy estorbando y, Morena llegara a fallar, estaré con la próxima opción. Pero siempre con el cambio, siempre a favor de la gente.

Como hombre de fe, ¿En dónde o en qué alberga sus esperanzas de un cambio?

R: Mí esperanza del cambio está en los jóvenes, y mi fe ciega está en las mujeres. Estoy seguro que sí ellas se lo propusieran, solas podrían lograr el cambio. Y yo les pediría que no se hagan cómplices de la injusticia y de la corrupción. No importa si son esposas de algún funcionario que no ha cumplido con la patria. Que ellas tomen su propia decisión para sacar a México de esto, más vale que su esposo pierda la chamba y no que perdamos a todo México.

Por Juan Carlos Díaz Carranza