Se bebé fuerte porque la nostalgia así lo necesita. Los recuerdos son el preámbulo de esta convivencia. Se llora y se ríe porque hoy, en Mitla están ellos y ellas, quienes se han adelantado.
En medio del humo aromático del incienso, los pobladores de esta comunidad zapoteca se vuelcan en uno para hacer la invitación a sus difuntos en el panteón municipal mientras una nutrida cohetería avisa de su llegada.
Es medio día y en Mitla, el chocolate, el caldo de guajolote, el mole y la barbacoa están listos para ser degustados; en las casas las visitas llegan con su ofrenda: chocolate, pan y comida al ritual se le llama “togolear” en zapoteco y que traducido al español sería: muertear.
Los panes decorados lucen coquetos en medio de los altares y en la parte baja en donde acompañados de frutas, cacahuetes, nueces y voladoras dan constancia de las primeras visitas.
En la Iglesia el campanario también está de fiesta; en cada repique se recuerda, se da la bienvenida, se está alegre porque ellos y ellas están de nuevo aquí.
No muy lejos de ese lugar, José Alfredo Jiménez canta con toda enjundia:payaso, soy un triste payaso, música que le gustaba a uno de los que ya partieron de este mundo.
Así transcurre las celebraciones de Día de Muertos y Todos los Santos en Mitla.
Carina García