* Para alcanzar un avance considerable en la erradicación de la infección y lograr que los pacientes mantengan un estado indetectable, es indispensable formar un entorno familiar adecuado.
El VIH y sida tiene repercusiones a nivel físico y emocional, el estigma y la discriminación son aspectos socioculturales que tienen repercusiones directas en la salud de cada paciente, por ello, formar un entorno familiar sano y de apoyo resulta fundamental para que las personas que viven con el virus alcancen un nivel óptimo de salud física y mental, señala el Consejo Estatal para la Prevención y Control del sida (Coesida).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al VIH como, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana que infecta a las células del sistema inmunitario, alterando o anulando su función y al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) como al estado más avanzado de la infección en donde se hacen presentes alguna de las más de 20 infecciones oportunistas o de cánceres relacionados con el virus.
Para alcanzar un avance considerable en la erradicación de la infección y lograr que los pacientes mantengan un estado indetectable (que presenta menos de 50 copias del virus por cada mililitro de sangre) es necesario contar con un entorno familiar que contribuya efectivamente al apego adecuado del tratamiento antirretroviral.
Las infecciones oportunistas se derivan en su mayoría por la baja carga inmunológica que produce el abandono del tratamiento Antirretroviral, este a su vez, en múltiples ocasiones es consecuencia de una alta incidencia de depresión en los pacientes al sentirse abandonados o rechazados por su entorno social más cercano.
Desde el momento de conocer su estado serológico frente al virus hasta lograr la adherencia adecuada al tratamiento en muchas ocasiones el proceso conduce a los pacientes a cuadros depresivos o ansiosos, que pueden derivarse del rechazo familiar o bien, la familia puede propiciar la empatía y comprensión de la situación formando un núcleo de apoyo para su estabilidad emocional.
Por lo anterior, es importante reconocer que cuando existe un cambio en un integrante de la familia, este repercute e involucra a todos sus miembros. El apoyo social como lo es la familia influye en la aceptación de un diagnóstico positivo y los sentimientos que se derivan de la noticia, contar con la comprensión durante el proceso que iniciará el paciente es indispensable para lograr la adherencia al tratamiento hasta llegar a la supresión de la replicación viral.
Reconocer y trabajar con las respuestas psicológicas derivadas de un diagnóstico positivo, hablar sobre la enfermedad en un ambiente de no discriminación ni culpa, así como fomentar la convivencia familiar respetuosa, realizar actividades fuera y dentro de la casa son algunas las manifestaciones de apoyo necesarias para que un paciente con VIH mantenga estable su salud mental y con ello perciba los resultados de la máxima eficacia con el tratamiento antirretroviral.