En México también separan menores migrantes de sus padres; los deportan sin proteger sus derechos: UNICEF

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Los niños mayores de 12 años son llevados a una zona separada, incluso si están acompañados de sus familias. No se les permite salir para hacer uso de servicios ni con fines de ocio y permanecen semanas o meses detenidos antes de ser deportados, alerta el organismo internacional.

Entre 2016 y 2017, casi 60 mil niños migrantes estuvieron retenidos en centros de detención en México antes de ser deportados, informa UNICEF. De este total, a los niños de 12 años y más los mantuvieron en una zona separada, incluso si iban acompañados de sus familias, mientras que los menores de 12 permanecieron con sus madres, procedimiento que sigue normalmente el Instituto Nacional de Migración, alerta el organismo internacional.

A los niños de estos centros de detención no se les permite salir para hacer uso de servicios ni con fines de ocio, ni siquiera en casos en los que el proceso de determinación de su condición de migrantes o refugiados sea largo. Los niños permanecen semanas o meses detenidos, asegura UNICEF en su informe “Desarraigados en Centroamérica y México. Los niños migrantes y refugiados se enfrentan a un círculo vicioso de adversidad y peligro”, dado a conocer este jueves.

De acuerdo con el documento, unas 96,000 personas –incluidas 24,000 mujeres y niños– fueron retornadas a sus lugares de origen desde México y los Estados Unidos entre enero y abril de este año. En ese mismo periodo, 9,995 niños y adolescentes provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica han sido detenidos.

Solo en la frontera entre México y Estados Unidos, al menos 286,290 migrantes fueron interceptados desde octubre de 2017 hasta junio de 2018; de ellos, 37,450 eran niños no acompañados y 68.560 eran unidades familiares, es decir padres, madres o algún familiar con menores de edad.

“Existen muchas dudas acerca de cómo toman las autoridades de inmigración la decisión de repatriarlos y si esas decisiones redundan en el interés superior de los migrantes, especialmente de los niños. En cualquier caso, una vez tomada la decisión, es evidente que resulta más complejo reintegrar a los migrantes en sus comunidades de forma segura que el simple hecho de enviarlos a casa”, enfatiza UNICEF.

Experiencia traumática

La preocupación del organismo respecto a la forma en que estos menores de edad son retenidos y deportados tiene qué ver con las razones que los hacen emigrar y desarraigarse de sus lugares de origen: la pobreza, la violencia endémica y acontecimientos graves como conflictos civiles, huracanes, terremotos, enfermedades de cultivos y otras crisis. Esto ha provocado que cada vez más menores se encuentren expuestos a los peligros y al estrés que representa la migración irregular, indica el informe.

“Que las familias sean conscientes de los peligros del viaje y, aun así, decidan hacerlo es una prueba de la gravedad de las causas estructurales de la migración irregular desde esa región”, explica el informe. “A modo de ejemplo, la violencia creciente y la grave sequía que hubo en el norte de Centroamérica en 2014 generaron un aumento en el número de niños migrantes no acompañados que cruzaron a los Estados Unidos por la frontera de México. Un total de 68,541 menores no acompañados fueron interceptados en la frontera entre el 1 de octubre de 2013 y el 30 de septiembre de 2014, en comparación con los 38.759 de los 12 meses precedentes. Más de 68,400 unidades familiares (esto es, padres e hijos) fueron interceptados en el mismo periodo”.

El problema es que el incremento de la intercepción y detención de niños migrantes en Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Tabasco, gracias a la puesta en marcha del Programa Frontera Sur, no ha ido acompañado de una buena gestión por parte de los organismos encargados, indica el informe.

“La detención y la separación familiar son experiencias traumáticas que pueden dejar a los niños expuestos a la explotación y el abuso, además de causar estrés tóxico. Múltiples estudios han demostrado que el estrés altera el desarrollo del niño a largo plazo, incluso mucho después de que la experiencia que lo causó haya terminado”, precisa.

Pia Rebello Britto, jefa de Desarrollo del Niño en la Primera Infancia de Unicef citada en el informe, asegura que “una exposición continua a situaciones traumáticas (como la detención de niños y la separación familiar) puede ocasionar la liberación prolongada del cortisol, la hormona del estrés, que daña la funcionalidad cerebral”.

“Las experiencias adversas que se prolongan en el tiempo pueden socavar gravemente el desarrollo cerebral de los niños”, afirma por su parte Luis Zayas, profesor de psiquiatría en Dell Medical School, Austin, Texas. “Las funciones ejecutivas, la resolución de problemas y las habilidades sociales pueden verse alteradas”. En su opinión, situaciones de estrés intenso también pueden llegar a desencadenar la aparición de una enfermedad mental grave.

Los peligros de la migración irregular

El endurecimiento en la aplicación de las normas migratorias ha vuelto cada vez más peligroso atravesar el sur de México, resalta el reporte de UNICEF. En consecuencia, muchos migrantes centroamericanos recurren a los coyotes (traficantes humanos) o escogen rutas informales como bosques o pasos de montaña, con lo que se exponen a un peligro mayor de ser víctimas de explotación, abusos, ataques y extorsión.

“Los peligros de la travesía desde los países del norte de Centroamérica hacia México y los Estados Unidos están bien documentados (…) Los niños no acompañados y las mujeres son quienes asumen más riesgos. Desprotegidos y, a menudo, solos, se convierten en presa fácil de contrabandistas, delincuentes, bandas organizadas, fuerzas de seguridad y otros individuos o grupos que abusan de ellos, los explotan e incluso los matan. Los migrantes irregulares también se encuentran muy expuestos al peligro de ser interceptados y detenidos durante el viaje, y a muchos niños que migran desde El Salvador, Guatemala y Honduras los han separado de sus padres o tutores por el camino”.

El viaje puede costar 3.500 dólares por persona con un coyote, o 15.000 dólares si el coyote lleva a un niño no acompañado. Las familias migrantes pobres suelen verse obligadas a financiar su viaje vendiendo las pocas pertenencias o propiedades que tienen o pidiendo préstamos sustanciales. Si son deportados volverán a intentar migrar pese a las adversidades y los peligros del viaje. Por ello algunos coyotes ya ofrecen tarifas que cubren hasta tres intentos de llegar a los Estados Unidos. “A menos que se realice un esfuerzo más amplio para abordar las causas estructurales de la migración, la gente seguirá marchándose”, dice Nadine Perrault, representante de UNICEF en El Salvador.

La dificultad de la repatriación

Una vez repatriados, los migrantes suelen encontrarse con grandes deudas y son incapaces de volver a ganar el dinero que gastaron en el viaje. Cuando regresan no tienen nada y deben enfrentarse a las situaciones de violencia extrema o acontecimientos graves que los hicieron huir en un primer término.

A esto se suma la estigmatización que sufren los adultos en sus comunidades, donde son rechazados al buscar empleo “por haber fracasado en los intentos de llegar a los Estados Unidos para quedarse”, explica Alex Alvarado, psicólogo que trabaja con migrantes repatriados a Honduras citado en el informe.

Este estigma se extiende a los niños, adolescentes y en particular las niñas que han sido devueltos a sus comunidades de origen. Nadine Perrault identifica una forma de estigma “especialmente insidiosa”: en algunas comunidades, la gente piensa que las niñas que han regresado han sido víctimas de violencia sexual durante su viaje a los Estados Unidos y que, de algún modo, “están mancilladas”.

Por su parte, el doctor Zayas señala que los niños que han pasado sus años de formación en Estados Unidos suelen tener dificultades para reintegrarse a sus lugares de origen. “A su llegada a Centroamérica, esos niños se enfrentan a circunstancias socioeconómicas completamente nuevas que pueden crear una sensación alterada de pertenencia o de exiliados”, asegura. “Pueden surgir casos de depresión y desesperanza. A algunos de esos niños los señalan y los acosan en sus nuevas escuelas”.

Alvarado sostiene que las experiencias traumáticas ligadas al proceso de migración han despojado a algunos niños de su infancia. “Muchos niños repatriados se vuelven desconfiados”, asegura. “Ya no se sienten niños. Han tenido que afrontar situaciones difíciles, por lo que han tenido que adaptarse y crecer en su interior. Esto ocurre especialmente con los niños de mayor edad, que en muchos casos tienen que cuidar de sus hermanos menores”.

Adultos y menores repatriados se enfrentan a grandes obstáculos que dificultan su reintegración, y los gobiernos de sus países no tienen ni los recursos ni la capacidad de ofrecerles la ayuda que necesitan.

UNICEF alerta que la rescisión inminente del estatus de protección temporal de los hondureños y salvadoreños que viven en Estados Unidos exacerbará la situación, ya que miles de personas más tendrán que regresar a países donde ya resulta difícil gestionar la cantidad de casos de migrantes que regresan.

El estatus de protección temporal fue establecido para facilitar que los ciudadanos extranjeros que cumplan los requisitos necesarios puedan vivir y trabajar en Estados Unidos, mientras las condiciones en sus países de origen impidan un retorno seguro. Sin embargo, los hondureños dejarán de recibir esa protección en 2020 y los salvadoreños en septiembre de 2019.

“El resultado, incluso antes de que la repercusión de la rescisión del estatus sea latente en la región, es una compleja crisis en la que los repatriados se encuentran en peores circunstancias que las que tenían cuando partieron hacia los Estados Unidos”, enfatiza el informe.

Protección de la infancia, antes que estatus migratorio

Ante este panorama, UNICEF considera que la detención, la separación familiar y la discriminación de los niños migrantes merecen una atención específica tanto en México como en Estados Unidos, enfocada en proteger los derechos, la salud y el futuro de todos estos menores, con independencia de su situación migratoria.

Para ello propone una agenda con los siguientes puntos:

  • Invertir en sistemas sólidos de protección de la infancia para salvaguardar a los niños migrantes de la explotación y la violencia y garantizar el cumplimiento de los procedimientos necesarios para determinar su interés superior.
  • Reforzar la coordinación regional para proporcionar servicios consulares y de protección eficaces para los niños en cualquier etapa de las rutas migratorias.
  • Aumentar la accesibilidad y la disponibilidad de alternativas a la detención para lograr poner fin a la práctica de detención de niños por su condición de migrantes. • Registrar el nacimiento de todos los niños migrantes, mantener unidas a las familias, ofrecer mecanismos de reunificación para las familias separadas y proporcionar distintas opciones para regularizar la condición jurídica de los niños migrantes.
  • Proporcionar atención integral y acceso a servicios que ayuden a los niños a ir a la escuela y permanecer sanos en los países de origen, tránsito y destino.
  • Abordar las causas que obligan a los niños a dejar sus hogares.
  • Proteger a los niños migrantes contra la discriminación y la xenofobia.

Fuente: animalpolitico.com