México tiene el segundo nivel más elevado de desigualdad de los ingresos en la población activa en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), justo por debajo de Chile y muy por encima de la media de la OCDE, a pesar de su disminución desde mediados de los años 90.
En los últimos 25 años, los ingresos reales de los hogares crecieron 1.7 por ciento para el 10 por ciento de los mexicanos más ricos, pero solo 0.8 por ciento para el 10 por ciento más pobre.
La parte de ingresos por trabajo autónomo en el total de los ingresos disminuyó de casi 30 por ciento a mediados de los ochenta a alrededor de 20 por ciento en el 2005.
La tendencia a la baja del trabajo autónomo contribuyó a disminuir la desigualdad entre los trabajadores, compensando el aumento en la disparidad de ganancias de los asalariados, indicó la OCDE.
Cambios en la sociedad
Un mayor porcentaje de solteros y de hogares mono parentales, de personas casadas con parejas del mismo nivel de ingresos, explican más de 70 por ciento del incremento en la desigualdad de ingresos en los hogares.
“En otros países de la OCDE, este factor tiene menos importancia. Al mismo tiempo,
el aumento en la tasa de empleo femenino tuvo el efecto contrario en la desigualdad, reduciendo el nivel de la desigualdad de ingresos en los hogares de manera considerable”.
Las prestaciones sociales en especie constituyen alrededor de 7 por ciento de los ingresos posteriores a la deducción de impuestos. Aunque esta cifra se ha multiplicado por dos desde los años 90, sigue siendo inferior a la media de la OCDE (12 por ciento).
Estas prestaciones contribuyen a reducir los niveles de desigualdad únicamente en
3 por ciento y este impacto no ha variado en los últimos años.
Nuevos programas de transferencias condicionadas introducidos en la última década (Oportunidades, Seguro Popular) han contribuido a mejorar los resultados escolares y de salud y a disminuir la pobreza, pero su impacto en el nivel de desigualdad es pequeño dado el bajo nivel de gasto en relación con el PIB per cápita, mencionó el estudio.
“México es uno de los países de la OCDE que pone más énfasis en los servicios públicos en comparación con las prestaciones monetarias: el gasto público social es cuatro veces mayor en servicios públicos como salud y educación que en prestaciones monetarias”.
“México consigue una de las mayores reducciones en el nivel de desigualdad cuando se toman en cuenta los servicios públicos, sobre todo cuando se usan índices de desigualdad centrados en la parte baja de la distribución de la renta: las desigualdades entre los ingresos más altos y los más bajos se reducen en ese caso a la mitad”, señaló.
Las desigualdades de ingresos en la OCDE han subido a los niveles más elevados de las últimas décadas por efecto de una mayor fractura del mercado de trabajo en parte por la globalización, según la organización, que advierte de una tendencia “políticamente explosiva” en particular con la crisis actual.
“La desigualdad está en su nivel más elevado del último medio siglo”, señaló el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en la presentación a la prensa de un estudio sobre la cuestión que contiene datos de la evolución entre mediados de los años 80 y finales de la pasada década.
El 10 por ciento de la población más rica en el conjunto de la OCDE recibía unas nueve veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre al terminar la pasada década, mientras que a mediados de los ochenta la diferencia era de unas siete veces.
En ese periodo, el agravamiento de las desigualdades ha sido muy generalizado, en concreto en 24 de los 33 miembros del conocido como el “Club de los países desarrollados”, y sucedió en Estados de tradición más igualitaria como Alemania, Dinamarca o Suecia.
En esos la diferencia entre 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre pasó de cinco a seis veces.
EFE