Llegamos a la ciudad donde nací, con la sensación que genera encontrar a los viejos amigos y buscando revivir aquellas fiestas.
Cerca del centro de la ciudad, recogimos a David, mi primo, en el local donde ensayaba con su entonces banda de rock, él era indispensable para esa noche, de igual manera.
Luego, a buscar a Rommel en un centro comercial, cerca de donde estaba David. Y, precisamente, esa sensación de pueblo sin ley me atraía desde la infancia…
Ahora, tal mercado era muy diferente, abarcaba varias cuadras de extensión en su base, aquello era un verdadero rascacielos a punto de caerse. Una ciudad vertical propensa a derrumbarse en cualquier momento.
Se extrañaban…
-¿Qué sucedió aquí? ¿Hay calles dentro de esa estructura? ¿Hay gente ahí dentro, movimiento?- No daba tiempo a responder a Rommel. Distraído.
La enorme silueta de “rascacielos” y las seis cuadras de extensión que tenía la base de “el mercado” era por sí misma impresionante, de alguna manera morbosa. Eché un vistazo a la primera planta y pude ver que una habitación estaba en llamas. Noté, de reojo, que Eduardo y David se habían callado al verme correr, mientras que la cara de Rommel era de sorpresa. Y si, era impresionante ver dentro de “el mercado”; era un estacionamiento modificado. Pero necesitaba llegar a donde estaba el fuego, podría observar después. La reacción del sujeto, acostado en aquella cama cerca del fuego, no era la de alguien alarmado, al parecer esperaba algo. Advirtió la mujer.
Pero, al alzar mi mano para informar que iba en camino, sentí cómo era jalado al interior del apartamento. Hacía calor y el humo era asfixiante.
Con un cabezazo aturdí al tipo, y de la misma manera que entré, salí de la habitación y el apartamento. Yo buscaba alas en mis pies.
Dos pasos y aviento a la mujer de la habitación central, el tipo encontró un arma; yo la puerta de salida.
Más rígidos mis pasos proporcionan el agarre necesario… Alcancé la rampa, y escucho desde la puerta:
-¡Me despertaste!
Chasquidos metálicos, esos chasquidos metálicos no son alentadores. Tengo que concentrarme en mis pasos. La salida está a unos pasos. Pude ver el fuego crecer y escuché cómo amagaron al hombre que me perseguía.
La seguridad de la ciudad se concentró en “el mercado”.
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Roberto Molina.