Al grito de “al ladrón” —como ya lo dice un grupo disidente de la familia Martínez, frente a la detención del ex rector Eduardo Martínez Helmes—, pareciera que todos los grupos al interior de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO) acusan inopinadamente al actual grupo dominante y se preparan para vivir la noche de los cuchillos largos, sin reparar que todos son corresponsables del desastre académico y administrativo que es la UABJO. Mientras, lo que está en vilo es lo que queda de la autonomía universitaria, y por la que en realidad todos debían compartir la misma preocupación.
En efecto, luego del “sabadazo” que le aplicaron al exrector Martínez Helmes —que dicen que bien podría denominarse como un “fin-de-añazo” judicial, al detenerlo en vísperas de la Noche Vieja del 2021—, al arrancar la primera semana de 2022 diversos grupos al interior de la Universidad reaccionaron a favor y en contra no sólo de la ejecución de dicha detención, sino en general respecto al control que han ejercido los Martínez. Como si hubiera puros y conversos, y no corresponsabilidades, muchos intentan hoy hacer leña del árbol caído sin considerar que en realidad todos han contribuido a la situación actual de la UABJO.
Y es que, desde sus respectivas posiciones, resulta muy fácil culpar al de enfrente de lo que ha pasado en la Universidad, sin considerar que tanto unos como otros son parte de una misma realidad. En gran medida, el control mayoritario que ha ejercido el ex rector Abraham Martínez Alavez a lo largo de más de dos décadas, ha sido directamente proporcional a la falta de organización, de proyecto académico y de liderazgo que han demostrado los demás grupos y facciones al interior de la UABJO.
Lamentablemente, ha predominado la ambición por encima del proyecto académico. Y por eso, a pesar de todo lo que se le cuestiona al actual grupo dominante, es claro que ninguno de los otros al interior de la UABJO habría entregado resultados académicos similares, o mejores, a los que han tenido los últimos cuatro rectores, porque al final todos han priorizado bailar al son de los intereses, por encima del de la academia.
Basta con echar un vistazo a la forma en que actúan los grupos cada que alguno de sus intereses no se ve resuelto. Los sindicatos, en general, no dudan en generar afectaciones a la ciudadanía —ni se diga a los universitarios— cada que consideran vulnerado alguno de sus derechos o conquistas laborales o económicas. Aún en tiempos de pandemia, y ni se diga en los tiempos previos, no les ha temblado la mano para tomar las instalaciones, afectar las actividades escolares de miles de alumnos y trabajadores en instalaciones universitarias, e incluso cerrar vialidades y causar todo tipo de afectaciones a la ciudadanía oaxaqueña.
No es extraño que, antes y ahora, muchas de esas afectaciones por parte de los grupos y sindicatos de la Universidad, hayan tenido como justificación el pago de prestaciones económicas —incluso del llamado ‘bono de no actuación’— o el cumplimiento de acuerdos políticos signados ya sea con la Rectoría, o con el Gobierno del Estado. No hay más que revisar los antecedentes de las últimas movilizaciones de los sindicatos universitarios, para corroborarlo.
Así, para el ciudadano común que se ve afectado en sus actividades cotidianas por las acciones de protesta, o que es alumno de la Universidad, la razón es lo de menos: la perturbación a sus derechos de todos modos ocurre, y sucede a manos de quienes, por encima de cualquier otra circunstancia, debían defender el funcionamiento cotidiano de la institución de educación superior para la que trabajan.
NO HAY PROYECTO
Valdría hacer una suposición: que este hecho ocurrido el 31 de diciembre marcara el principio del fin de un grupo político predominante al interior de la UABJO, y quizá de toda una época de la vida política universitaria. Nada dice que esto vaya a ser así. Pero, de serlo, ¿cuál de los grupos y facciones ofrecería un proyecto académico alternativo, real y mejor al que —con sus pros y contras— predomina hoy en la Universidad?
Pues más allá de las posiciones políticas, o sindicales —máxime hoy, frente a un hecho que cimbró la vida política de la Universidad, y que fue una especie de campanazo frente al proceso sucesorio de la rectoría, que ocurrirá en los meses siguientes—, lamentablemente la gran mayoría de los grupos han sido parte de lo que ya nadie quisiera en la UABJO. Las voces prudentes, coherentes y preocupadas por el devenir y las perspectivas verdaderamente académicas, quedan siempre eclipsadas por quienes buscan afanes políticos o intereses económicos, y que basados en esas razones deciden emprender la lucha política al interior de la Universidad.
En esa lógica pareciera que todos ellos pierden de vista el hecho de que, todos juntos, enfrentan la posibilidad de una colonización desde el exterior a través de grupos ajenos a la Universidad, que sí intentarían mermar lo poco o mucho que queda de autonomía universitaria. Por eso, lejos de ahondar la confrontación, y de regodearse de la poco clara situación judicial en la que se encuentra el ex rector Martínez Helmes, todos juntos debieran de ver que hay amenazas más complejas a las que, en la euforia del momento, parece que no alcanzan a ver, pero para las que sí tendrían que ya estar preparados. Porque lo que hoy le ocurre a uno, mañana le puede pasar a cualquiera.
En el fondo no tendría que tratarse de cruzar señalamientos y acusaciones de manera inopinada, como tampoco sirve para los propios universitarios que ahora haya quienes se sientan puros o conversos frente a una circunstancia de la que todos —al menos los actores políticos y dirigentes—, han sido corresponsables.
Se echa de menos que, en ese contexto, todo se reduzca a la defensa o a la acusación, sin generar la posibilidad de abrir canales de reflexión y propuestas que abonen —independientemente de qué grupo detente el poder— a la defensa y mejoramiento de la vida académica universitaria y que fortalezcan la autonomía que tanto le ha costado —y qué bueno— conseguir y mantener a muchas generaciones de alumnos y trabajadores de la UABJO.
EPITAFIO
Algunos nombres y movimientos, más allá de lo que unos y otros desean, suenan entre los movimientos que se esperan para PRI: Germán Espinosa Santibáñez, Francisco García López y Javier Villacaña. Pronto lo sabremos.
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