En rueda de prensa, la titular de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) se refirió a las declaraciones de Mubarak en el sentido de que Egipto se hundiría en el caos si él deja el poder.
‘Estos dos últimos días solamente hemos visto caos en El Cairo’, dijo e instó al gobierno de Mubarak a hacer un llamado ‘enérgico, claro e inequívoco’ a las fuerzas armadas y la policía para que dejen de socavar la seguridad del país que se supone deben proteger.
Al parecer una de los principales causas del caos, valoró Pillay, son los actos de la seguridad egipcia y de los servicios de inteligencia.
En este contexto consideró necesaria una investigación transparente e imparcial para aclarar si la violencia desatada en los últimos días estaba planeada y por quién.
‘La violencia que no queríamos que ocurriera, ocurrió el miércoles, cuando vimos escenas impactantes de grupos opuestos lanzando cocteles molotov y piedras’, señaló.
“Era notoria la ausencia de la policía’, observó la jefa de derechos humanos de la ONU y enfatizó que “el Ejército no trató de separar a los dos grupos con trágicas consecuencias”.
Asimismo Pillay hizo referencia a los ataques físicos, acoso y detenciones arbitrarias de decenas de periodistas y defensores de derechos humanos locales e internacionales, en el marco de las protestas.
Pillay mencionó el caso de 20 personas que fueron sacadas la víspera por la policía militar del Centro Legal Hisham Mubarak, entre las que figuran destacados activistas egipcios y miembros de Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
‘En estos momentos, todavía no han sido liberados’, reprobó y exigió que los periodistas y activistas que fueron arrestados por ejercer su profesión “sean liberados inmediata e incondicionalmente’.
Finalmente, con miras a las manifestaciones que tienen lugar este viernes, enfatizó que los manifestantes deben ser protegidos de manera apropiada, incluso los unos de los otros y recordó que las fuerzas de seguridad y de inteligencia deberán rendir cuentas.
“El cambio llegará a Egipto tal como llegó a Túnez, pero la violencia y el derramamiento de sangre deben detenerse”, insistió la alta comisionada.
Milenio