El tema hoy es que según el gobierno federal de México, hay una especie de acuerdo para que el señor Emilio L. dé a conocer los nombres de involucrados en el caso de su presunta corrupción y presunta malversación de fondos (Odebrecht-Agronitrogenados).
Esto convertiría al detenido en una especie de “Testigo colaborador”, con lo cual podría verse favorecido en el resultado del proceso legal que se le habrá de seguir para determinar su inocencia o culpabilidad por los delitos de que se le acusan. En todo caso, todo esto genera una serie de preguntas que falta por esclarecer:
¿En qué sentido será utilizada esa información, esos nombres, esos datos, esas fechas, esas cifras? ¿Se le dará un sentido de información procesal? ¿O predominará el sentido político-electoral a cada uno de esos datos para ser utilizados, luego, por goteo, con rumbo a los comicios de 2021 en México y aplicarlos a los adversarios electorales? ¿Quién se beneficia con esta información? ¿Quién saldrá bailando mambo con esa aportación informativa?
¿Esto hará que el proceso legal se extienda en tiempo judicial o tiempo político? ¿Seguirá este procedimiento el detenido en un hospital, como ocurrió antes en el caso de la señora Elba Esther Gordillo? ¿Se seguirá todo el procedimiento por vía digital y no presencial?
En todo caso ya comienza a verse el tono que se le dará al proceso del presunto implicado. El sainete en el que se convirtió su llegada fue una especie de thriller cinematográfico, mal planteado y mal desarrollado por todas las muestras de desaseo en las que se cayó desde ese viernes 17.
El avión que trasladaba al extraditado llegó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a las 00:43 horas del 17 de julio procedente de España.
Más de tres horas después de su llegada, las puertas del hangar del gobierno de México se abrieron para dar paso a siete camionetas, dos motocicletas y una patrulla con rótulos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Fiscalía General de la República (FGR), que salieron con dirección al norte de la capital y en el que supuestamente iba el detenido. Pero tres vehículos se desviaron durante el recorrido.
‘Minutos después de las 4:00 de la mañana, el convoy de vehículos oficiales llegó al Reclusorio Norte de la Ciudad de México, en donde ya esperaban decenas de periodistas que se arremolinaron para tener una imagen del detenido. Entraron por el área de aduanas y no por el Centro de Justicia Penal Federal, que es por donde entran los detenidos que serán puestos a disposición por primera vez ante un juez de control.
‘Durante 17 minutos, los representantes de los medios de comunicación tomaron videos y fotografías del hombre que vestía ropa, gorra y cubre bocas oscuros y un chaleco antibalas, mientras todo el tiempo agachaba la cabeza.
Según el diario “El Universal”, funcionarios federales le confirmaron que ‘la persona que llegó al Reclusorio Norte no era Emilio L.: había sido un distractor. Horas después, se ratificó que el montaje fue para llevarlo a un hospital privado debido a que en la revisión médica que se le hizo a su llegada, presentó “problemas de salud”’.
Esto es, que según un médico legal y un médico privado que lo revisaron apenas llegó, determinaron aquello que los médicos españoles no habían encontrado en el personaje ni en Málaga, ni en Madrid ni unas horas antes. Pero aquí “se le encontró anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago, así como una debilidad general en toda su salud”.
El mismo día fuentes penitenciarias de España informaron al portal de noticias mexicano “Animal Político”, que no tienen constancia de que Emilio L., tuviese algún padecimiento.
“Estas fuentes explicaron que a todos los presos se les hace una revisión de su estado de salud desde el momento en que ingresan a prisión. Y que, a partir de ese entonces, tienen derecho a la atención médica cuando lo necesiten, o cuando lo pidan, puesto que hay doctores de manera permanente en las prisiones españolas.”
Había sido una larga travesía desde que se le detuvo con fines de extradición el 12 de febrero de 2020 en Málaga, España. En el anuncio que hizo el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero ese día, dijo que el exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex) era “acusado de lavado de dinero, soborno y malversación de fondos”.
De ahí en adelante todo fue especulación respecto de su traída a México, a lo que enfáticamente el mismo Emilio L., se había negado, bajo el cobijo de sus abogados defensores Coello, Tejo y Asociados, quienes llevaban el procedimiento legal. Pero a finales de junio pasado el despacho anunció que habían dejado de representar al detenido, según acuerdo de un mes atrás. Por esos mismos días el mismo Emilio L., anunciaba que aceptaba la extradición a México.
Parece dibujarse que un estado favorable del detenido a cambio de información política. Y ya se dibuja desde ahora, por todo ese manoseo, que la Ley, la justicia y la impunidad pueden transfigurarse en política-electoral y, por lo mismo, en impunidad confirmada y sin justicia. ¿”Nadie por encima de la ley…”?
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