Como si nada, el proceso electoral para la renovación de la gubernatura en 15 estados de la República, 500 nuevos legisladores federales, el cambio de congresos estatales en la mayoría del país y de distintos puestos de elección popular moverá a algo así como 96 millones de potenciales electores en el país… Unas elecciones en verdad importantes para el país.
…Participarán siete partidos con registro y los que lo han adquirido este mismo año. Y para todo esto habrá un recurso que se estima en 7,226 millones de pesos, según el anteproyecto aprobado por la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE).
Estarán en la lisa Morena, PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, Movimiento Ciudadano los que podrán hacer alianzas entre ellos. Los perfilados nuevos partidos, como México libre y más, no las podrán hacer.
Así que de un tiempo a esta parte, las ambiciones políticas están a flor de piel y en muchos casos ya se adelantan al calendario establecido por el Instituto Nacional Electoral (INE). Esto es: Muchos de los actores políticos están en plena campaña.
Y lo hacen de forma prácticamente expuesta o de manera soterrada, pero camina la maquinaria, las ambiciones políticas se exhiben, las negociaciones, los amarres, los enjuagues y los chanchullos que intentarán hacer algunos de los aspirantes a puestos de elección popular… El mismo discurso político presidencial contiene mensajes cifrados…
Digamos que en medio de la tragedia nacional por el crecimiento imparable de contagios y fallecimientos por la pandemia de salud; en medio de una crisis económica de alcances trágicos, en medio de una violencia criminal incontenible y crisis de educación y de empleo…
…Y en medio de contra réplicas en el sistema federal mexicano por la rebelión de gobernadores de oposición a Morena; en medio de este laberinto que parece no tener escape, las elecciones siguen siendo la manzana de la discordia entre los hombres del poder y los que quieren tener poder.
El eje central es que en 2021 será un año de prueba piloto para la aprobación, o no, del partido mayoritario en el poder, el Movimiento Regeneración Nacional –Morena- y del gobierno que encabeza este partido, que es el del presidente Andrés Manuel López Obrador.
De ahí la lucha por socavar la fortaleza de ese o aquel partido político, de uno u otro personaje que pudiera representar riesgo cierto como adversario y de ahí el uso del poder político puesto a disposición de lo electoral.
El presidente de México ha realizado viajes al interior de la República muy en tono de proceso electoral, ya para calificar o descalificar gobiernos; ya para reconocer cuál gobierno o entes políticos locales le son afines a su gobierno y quienes pasan a la categoría de “conservadores” o “enemigos de la 4-T”… Ya aplausos para unos, ya desaprobación pública para otros.
Al principio durante sus viajes a distintos estados de la República, las huestes morenistas hacían uso de los mítines para denostar, silbar, desacreditar y abuchear a gobernadores o funcionarios, opositores a Morena. Esto ha parado luego de las quejas de los mismos gobernadores y la exigencia al Presidente de que pararan estas expresiones de agravio político.
Pero de todos modos todo esto parece inútil frente al panorama político-electoral del país en el que la oposición al gobierno federal y a su partido prácticamente ha desaparecido para ser una sombra-comparsa que lo mismo apoya como se deslinda, pero que no ha conseguido estructurar una propuesta alterna para sustituir a lo que para muchos son errores graves de gobierno.
Si. Hay una gran inconformidad nacional por la manera como se ha operado el gobierno presidencial; si hay una creciente molestia por la mala gestión para asuntos de importancia en distintos sectores sociales, económicos, educativos o culturales…
Pero con todo esto, no hay esa oposición que brinde a los electores de junio de 2021 la opción para contagiarse de una renovación hacia cualquiera de los espectros de la escala ideológica, ya de izquierda o derecha, como puntos de partida.
El PRI se ha entregado a la Bartola… o como se decía en términos de beis bol: “ni picha, ni cacha, ni deja batear”. Luego del fracasadísimo gobierno de Enrique Peña Nieto, hoy los priistas están sin liderazgo y ellos mismos dispersos y ya sin ambiciones de ninguna especie.
De seguir así el PRI, incluso podría llegar a perder su registro como partido político. Gobernadores emanados de éste, como es el caso de Alejandro Murat Hinojosa, de Oaxaca, abandonan al partido que los llevó al poder y actúan de forma entreguista al poder presidencial de Morena.
El PAN que ha intentado ser la organización contestataria y opositora, ha sido vapuleado por sus propios integrantes y sus ambiciones internas como también por la fuerza política del Estado que ahora les exhibe como parte del fracaso histórico del país en la imagen del ex presidente Felipe Calderón. Muy difícilmente conseguirá mayorías estatales como gobierno o como legisladores…
Los otros partidos políticos como el PVEM o el PT no dejan de ser comparsas mientras que Movimiento Ciudadano está ahí, a la expectativa, pero sin luces al final de su propio túnel.
Panorama benéfico para Morena, sí; aunque en vista de la falta de opciones para expresar el descontento, la alternativa ciudadana quizá podrá estar en la abstención creciente, en el repudio al proceso electoral y con esto se desarticula la democracia que con tantas dificultades se ha intentado consolidar en nuestro país.
Así el panorama electoral para 2021 en este momento. Ni más, ni menos.
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